Lo que se esperaba
Buen día, gente:
He estado de viaje visitando de nuevo Catalunya y desentendiéndome de todo, salvo los asuntos familiares, lo que en otras palabras significa desconectarme por unos días.
He regresado, en el más amplio sentido de la palabra, a mi casa y al mundo, recibiendo de sopetón la noticia que levanta la liebre en la política española.
La crisis de los socialistas venía de lejos, tal como lo vaticiné en su momento, desde el segundo día en que los militantes eligieron a Padro Sánchez Pérez-Castejón como secretario general.
No voy a ahondar en la historia, reciente, sino en analizar en un breve resumen esta explosión política.
En el caso de la dimisión de los diecisiete miembros de la Ejecutiva socialista, solo veo una razón lógica: quién dimite deja de tener el poder que su cargo, hasta entonces, le confería.
Con esto quiero decir que una vez presentada la dimisión ya no tiene poder de convocatoria más que como la de un simple militante de base.
Por lo tanto veo ilógico que pretendan lo que pretenden cuando podían haberlo hecho sin dimitir, votando una decisión dentro de las reuniones de la Ejecutiva lo que significaría obrar democráticamente.
Fuera de la misma ya no tienen derecho alguno de manejar decisiones que afecten al partido.
Este razonamiento entra dentro de la lógica más simple y pura.
Lo que han hecho los diecisiete dimisionarios, exigir lo que están exigiendo, es simple y llanamente una especie de golpe rebelde.
Desde que hicieron desaparecer el carácter marxista del partido, los dinosaurios del PSOE fueron desviando sus expectativas hacía la derecha, convirtiendo al partido en uno más parecido a la antigua Alianza Popular y al actual PP.
Han utilizado la política, igual que los peperos, para lucro propio presente y futuro (puertas giratorias), esquilmando a los españoles y llevando al país hacía una auténtica bancarrota, mientras disfrutan de la vida burlándose de los ciudadanos que les votaron… igualito que el PP.
Actúan, los llamados críticos, como una derecha moderada más que una auténtica izquierda. Además imponen un carácter dictatorial en un partido que debería ser de sus militantes al negarse a convocar un Congreso en el que estos hablen lo que deben hablar en una democracia plena.
Estos mal llamados socialistas se encontraron con un mullido colchón cuando el anterior régimen los llamó para permitirles participar en la política española como partido político legal. Acataron las condiciones que le impusieron entonces y firmaron una ley o decreto, no recuerdo ahora mismo, en el que se sellaba el olvido y el perdón. Desde entonces fueron girando hacía la derecha más y más.
Por eso no es de extrañar que siempre se negaran a firmar pactos con quienes representan a la izquierda verdadera, aprovechando el momento en que los catalanes querían la independencia, alegando que no se puede pactar con partidos separatistas.
Lo lógico sería no permitir a esos supuestos partidos separatistas presentarse a elecciones ni entrar en el Congreso desde el primer momento ya que, estando en el Congreso son partidos válidos como el que más y cuyos votos se cuentan.
El único que puede disolver la Comisión o Comité Ejecutivo del PSOE es el mismo Comité Ejecutivo, según el reglamento, y si algunos miembros dimiten ya no pueden hacer absolutamente nada, ni siquiera exigir una Comisión de Garantías porque, precisamente, al dimitir perdieron ese derecho.
En fin, la vida sigue y yo también, esperando el final de todo este momento caótico de los socialistas que solo beneficia, en grado sumo, al PP en todos los aspectos y que es lo que no quieren los militantes auténticos socialistas.