De nuevo el drama de una inmigración que no cesa

El drama de la inmigración está poniendo de manifiesto, una y otra vez, la condenable indiferencia e imprevisión de los Estados del bienestar. Se trata de una situación realmente insoportable, cruel y apremiante, que exige la urgente cooperación de todos los países. El hambre no admite espera. La trágica situación que se vive en el tercer mundo no se va a poder solucionar poniendo muros y controles al incesante flujo de la inmigración, aunque es necesario, claro está, el establecimiento de una normativa reguladora.

De nuevo este viernes, se produjeron incidentes en la zona marítimo-terrestre del “Espigón de Benzú”, con el trágico balance de dos muertes en relación con la inmigración de personas de origen subsaharianos que, desde Marruecos, tratan de llegar a Ceuta como pueden. En esta ocasión se trató de una masiva avalancha de personas que a través de la zona de Benzú quisieron entrar, sí o sí, en territorio español, pensando, seguramente, que con motivo de las fiestas navideñas se iba a relajar la vigilancia en fronteras. Muchos lo consiguieron. Paradójicamente pocos días después de que cien inmigrantes que estaban acogido en el CETI ceutí fueran trasladados a distintos puntos de la península.

En este sentido, hay que poner de relieve la extraordinaria actuación de los equipos de voluntarios de Cruz Roja, que atienden a estas personas a veces en circunstancias que podrían calificarse de desbordamiento. Pero a ninguno de los inmigrantes que llega a Ceuta, gracias al Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de la institución humanitaria en la ciudad de Ceuta les falta una atención sanitaria inmediata y de la mayor garantía. Además, Cruz Roja de Ceuta les facilita los primeros cuidados, así como mantas, ropa, calzado y alimentos. Son un equipo excepcional.