Los niños, quizá los grandes olvidados
Ayer se celebraba el Día Internacional de la Infancia, con numerosos eventos en todo el orbe. Se trata sin duda de una importante acción de visualización a nivel planetario del problema que sufren los más indefensos, aquellos que ni siquiera, en muchos casos tienen voz propia.
Aunque evidentemente existen muchos problemas que hay que resolver, lo cierto es que los niños son, en general, los que suelen pagar el pato bajo circunstancias que deberían examinarse con mayor rigor.
Es cierto que se ponen de manifiesto políticas encaminadas a la prevención de problemas, de situaciones no deseadas con los niños, pero no lo es menos que hay que redoblar los esfuerzos para la protección de la infancia.
El último informe de Save the Children es absolutamente demoledor y descorazona. En España hay nada menos que tres millones de niños -se insiste, tres millones de niños- que se encuentran en un grave riesgo de exclusión social. Pero ahora viene lo peor: hay un millón y medio que viven en la pobreza extrema.
Los casos de violencia contra los menores, la desprotección, el hecho de que no puedan alimentarse adecuadamente nos debe llevar a todos a una profunda reflexión.
Si nos movilizamos por causas nobles, ésta desde luego no es la menor importante. Los niños deben ser prioridad. Su salud, su felicidad, su educación, sus garantías, sus derechos, al fin y al cabo, son una cuestión que debe remover conciencias e implicarnos a todos.
Todos hemos sido niños y a todos nos ha hecho falta el beso cariñoso de la familia, el cuidado, el mimo, si se quiere. De forma que si hay que actuar, ésto no debe quedar en la mera celebración de un Día Internacional de la Infancia. Debe ser un día a día, constante. Ellos son lo primero.