Sorpresa, sorpresa, la paz a un Rey y pensiones de 100.000 Euros
Buen día, gente. Me encuentro con que hace un día todo lo contrario a un día de perros. Un gélido viento surca la ciudad y deja las manos y la punta de la nariz más congeladas que una longaniza en el frigorífico. El mar anda muy revuelto y la fina lluvia que cae a estas horas son pinchos helados aunque no forman copos. Mi perrita anda escondida debajo de la cama, en su colchón preferido, buscando el calor que el resto de la casa no le ofrece. Bueno, vayamos a lo que interesa.
Los premios Nobel, concretamente el de la Paz, no se entregan a quienes verdaderamente luchan y velan por la misma sino a quienes gastan más pólvora, o dinamita, en sus cotidianos quehaceres que enriquecen a los herederos de Alfred Bernhard Nobel.
Pero existe otro premio de importancia y relacionado concretamente con un continente: el Premio Mandela de la Paz.
La sorpresa, mayúscula, es que hayan dado a Mohamed VI el Premio Mandela de la Paz de 2016, que reconoce a personalidades e instituciones por sus trabajos en favor de África y de la Paz, en la estela del espíritu de Nelson Mandela: promover los valores de una sociedad abierta y la paz en el continente africano gracias a una diplomacia intelectual.
Estupor porque significa una flagrante falta de respeto y un insulto a todos los pueblos libres y amantes de la paz lo que demuestra que la fundación que otorga ese premio es un grupo de presión en toda regla, sabiendo como sabemos que Marruecos considera parte de su territorio la República Sahaurí, a la que la Unión Africana (UA) considera un Estado independiente y soberano.
El rey premiado insiste con la pretensión de expulsar a la mencionada República Sahaurí de la UA en contra de los estatutos de esta: se prohíbe la expulsión de los estados miembros.
Si el Nobel de la Paz persigue intereses crematísticos a largo plazo, el Premio Mandela, cuya fundación está compuesta por miembros que fueron de la política neocolonial francesa en África y de un lobby pro-marroquí, un general francés y un profesor universitario marroquí experto en estrategia militar, busca el otro lado de las fuerzas de la Oscuridad.
Con esto, se entiende la increíble concesión de un galardón por lo peor del neocolonialismo francés en África. Bien, no voy a profundizar más en el tema, ya se encargaran los medios de comunicación españoles y del mundo de ello.
Otro tema, que no tiene nada que ver con los premios, es el relacionado con las pensiones… hace una semana más o menos que la mayoría de nosotros, los pensionistas, nos enteramos de una revelación tremendamente sorprendente de la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat i Montserrat, ¡hay pensiones de 100.000 euros!
Era el tema del repago sanitario y estudiaba la posibilidad de subirlo a los jubilados que ganen más de 18.000 euros hasta los 100.000. Hasta ahora siempre se decía que la pensión máxima del sistema rondaba los 2.500 euros en catorce pagas, unos 35.000 anuales, pero la ministra ha abierto un nuevo horizonte: pensiones de 100.000 euros.
La verdad es que estoy totalmente ‘pasmao’ y quisiera saber quiénes componen ese mundo de superprivilegiados pensionistas de 100.000 euros que se benefician de las medicinas que pagamos entre todos, ya que, supuestamente sin quererlo, ha abierto la puerta para que veamos el gran problema sangrante que nos capan y tenemos que reafirmar la necesidad de acabar con las políticas de recortes y empezar la de redistribución de la riqueza del país.
En fin, la vida sigue y yo también, aunque con un poquito de frío, confiando, como siempre digo, en que las cosas cambien de una vez para no estar temblando todo el año y no precisamente por culpa del frío siberiano.