Javier Gómez Anduaga: “La vida parroquial es lo más importante”
Un seminarista pone de relieve que “representar al propio Jesucristo en el altar es el regalo más grande que nos puede dar el Señor”, explica el aspirante a cura

Javier Gómez Anduaga, de veintinueve años, es un seminarista nacido en Cádiz capital que actualmente está realizando su preparación para convertirse en sacerdote. Se encontra en Ceuta, bajo la tutela sacerdotal del padre Andrés Muñoz.
Cuando un joven se prepara para tomar los hábitos sacerdotales, el camino no es fácil, ni mucho menos. En principio son seis años de estudios, dos de ellos de filosofía y otros cuatro de telología. Desde el punto de vista de Javier Gómez, lo más complicado en cuanto a asignaturas fueron los de filosofía.
Las preguntas que se suscitan en las personas que abrazan la fe de un modo tan decidido, tan ferviente, tan directo, son muy importantes.
Javier tenía novia incluso, pero la relación se diluyó antes de que entrara en el Seminario. “Una vez que entras, todo lo ves claro”, explica.
Se trata de una vida “anterior” que ahora no tiene nada que ver. “Hay quien se hace sus propios planes... Existen dudas, piedras en el camino”, explica el seminarista.
Pero llega un momento en el que las dudas se disipan. Se mostró “completamente decidido e inmensamente feliz” , expresa con convicción.
¿Cómo llega un joven a abrazar la fe de una manera tan inexorable, tan auténtica?
“Fue una llamada progresiva. Yo tenía mi novia, mis aficiones, mis estudios. Preparaba mi vida a mi gusto”, señala.
Pero empezó a tener algunos problemas. Por ejemplo, los estudios empezaron a no dársele muy bien. De hecho, trató de ser guardia civil, pero no había plazas.
“Me puse delante del Sagrario. La oración es algo fundamental. Y me pregunté: “¿por qué el Señor no va a querer que sea sacerdote?”, se preguntaba el joven.
Todo ello hace que una persona que decide ser sacerdote se encuentre con muchas preguntas, con muchos interrogantes, con difucultades que se van escribiendo en el camino.
Al preguntarle cuál es su mayor meta si es ordenado sacerdorte, Javier no lo duda: “la vida parroquial es lo más importante”.
Desde su perspectiva, es imperativo “estar al servicio del Evangelio y de los demás”. Su máxima aspiración es “representar al propio Jesucristo en el altar. Es el regalo más grande que da el Señor”.
Es un hombre que se siente humilde, que es humilde. Ahora bien, estima que el hecho de ser sacerdote, que llegará, aún no lo tiene. Por lo tanto, explica: “no me daré cuenta hasta que llegue el momento”. Desde su perspectiva, ahora mismo lo que hace es “estar profundizando y aprendiendo, en la comunidad y en la vida pastoral”.
El día que sea ordenado sacerdote “será el día más especial de mi vida”, explica. Todavía le quedan cinco años de estudio, pero persevera.
Se siente “feliz, como nunca antes” y no echa “nada de menos, todo lo contrario”. Ha dejado atrás mucho, es “consciente del esfuerzo” y en el “poco tiempo” que está involucrado en la vocación se siente “mejor que nunca”.
“Faltan vocaciones que están dormidas”, expresa ante el padre Andrés Muñoz, y pone de relive que hay que hacer “apostolado. Sin Eucaristía no hay Iglesia”, señala.
La formación en el Seminario es “muy gratificante”, de manera que es preciso “ayudar a mantener a las personas humanamente y en la fe”.
Desde su punto de vista, los sacerdotes han de vivir su vida “como una entrega, como un servicio”.
“Hoy en día estamos en una sociedad secularizada. Existe una cierta devaluación de la figura de sacerdote como modelo de conducta, de vida”, explica el seminarista.
“Pero en el trato directgo, la gente aprecia la entrega. Incluso cuando no tienen fe”, explica. En este sentido, “ la realidad de la calle es la que muestran, por otra parte, los medios de comunicación”.
De otra parte, el sacerdote Andrés Muñoz, subraya un llamamiento “a lo fieles de Ceuta para colaborar con la oración y también, todo hay que decirlo, económicamente con el Seminario”.
Es así, el Seminario “lo necesita”. Así, se va a iniciar una campaña de donaciones para becar a los seminaristas, tanto en becas completas como parciales, explica el sacerdotes.
Las personas que quieran colaborar pueden ponerse en contacto con el propio Seminario pero también con el sacerdote Andrés Muñoz.
Toda la comunidad católica, pues, ha de sentirse llamada a colaborar con las vocaciones sacerdotales.