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opinion / Abdelmalik Mohamed
Vox escenificó su puesta de largo con arengas propias del cuerpo a cuerpo, solo faltó el toque de corneta. El discurso de su líder fue machacón y sólo utilizó el cartucho de la españolidad, como si tal cosa estuviese en juego.
La reafirmación permanente siempre dio buenos frutos, y el PP sabe mucho de eso, no menos el PSOE, que utiliza otras formas más sutiles, pero de igual resultado. No hubo propuestas políticas de ningún tipo, solo gritos para salvar una España en peligro.
Vox demuestra lo que es cada vez que habla, pues no hace si no crear tensión sin que exista necesidad, lo que entra en conflicto con las palabras de su líder en Ceuta; "somos un partido de extrema necesidad".
Vox es un partido impropio del siglo actual, una suerte de opción desorientada y que no consigue hábito suficiente para entender lo que sucede en estos tiempos, tan lejanos de las dictaduras y regímenes totalitarios. Su líder, que habría estado mejor con uniforme de guerra, dijo cosas que resultan chocantes y faltas de raciocinio. Por ejemplo, que enfrentará la marroquinización de la ciudad, pero no dijo cuál, aunque se entiende que se refiere a la cultural y social, pues la económica está establecida y aceptada por todos, tanto como que muchos políticos del PP hablan de ponerles alfombras a los pies para que se sientan cómodos y decidan venir.
La marroquinización económica de la ciudad es un hecho cierto y nadie lo discute, ya que sin la intervención económica de los marroquíes las cosas en Ceuta se pondrían duras y sombrías. No hay que ser muy listo para comprender que las grandes superficies en Ceuta, así como un 80% del comercio local hunde sus raíces en el consumo de los marroquíes, sin ellos el daño no tendría parangón.
Vox también olvida que existen unas reglas diplomáticas que hay que respetar, pues su idea de desplegar al Ejército en una línea fronteriza requiere de información previa al vecino, así como documentarle sobre la necesidad de tal acción, cosa no siempre tan fácil y que siempre genera tensión y no pocos disgustos.
Otra mención, también innecesaria, fue la que hizo su líder respecto a los musulmanes, marcándoles el camino a seguir si quieren entrar en Vox, como si no tuvieran donde ir. Harían bien los musulmanes en no acercarse a quienes les señalan como si fuesen bichos retorcidos.
La música de Vox es exclusiva para quienes no gustan del diferente. Tenerles en Ceuta no ayuda a reducir el clima de crispación y desesperanza que ya viene haciéndose endémico en la ciudad. A los nubarrones que desde hace tiempo acechan el futuro de Ceuta, ahora se sumó el gris plomizo de Vox, el de las catacumbas.
Abdelmalik Mohamed
Agencia para la Cooperación Transfronteriza Ceuta
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