¡Legión es mi nombre! Ceuta; ¡Cuna de la Legión!
Costa siempre abierta a concurrencias del mundo, donde caben barcos, holas, despedidas, olas, sueños, poemas y rincones con duende, se vislumbra su abolengo bizarro desde la lejanía, siempre junto al mar y una gaviota en la frente.
Tapiz de ejércitos protectores, Legionarios amantes de la muerte, predilección del Chapiri, historia y presente de España, sacrificio y entrega sin límites, pasión que arde y no se apaga.
Escuadra de gastadores, pechos que gritan estremecidos ante el Cristo de la Buena Muerte, con el clamor en los hombros y la voz quebrada que le acuna paso tras paso en su custodia.
La Legión firma ante el sol y la luna su amor a la bandera, pasión a la Rojigualda sella a su dueño, tatuada a su pecho y sin pretender librase de ello ileso.
Su banda de guerra, su música y coros.
No hay mundo suficiente para cegar mi admiración sabiendo desde niña el cómo de lo auténtico.
Unos labios que claman al unísono ¡Arriba España, viva la Legión!, -y al hacerlo-, La Rosa de los vientos grita ¡Legión es mi nombre!
No balbucea temor ni doblega la espalda ante ninguna lucha ciega, su estandarte representa señorío y linaje, ni en caso de peligro se oculta por cuestión de honor.
Aún sin uniforme su palabra sigue teniendo el mismo peso, la palabra de un Legionario ante la Patria vale más que su firma.
Nunca mueren en las voces del ocaso, ni en esta oscura tibieza que traspasa el siglo XXI, ni en ese espeso mar que les persigue. Os reconozco en las voces de la mayoría, a vosotros os clama España
¡A mí la Legión!
En cualquier circunstancia y estado
cuando mis sentidos escuchan:
“Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.”
No tengo que aprender nuevas sensaciones cuando al escuchar este -cantico-poema-, mi piel cambia de estado y sé que no es frío. ¡Es Legión!
Abrazaos Legionarios a la Aurora, y descubrir vientos nuevos, seguir con ese propósito de añadir algo de significado a la vida de otros, teniendo siempre presente que llegar a enrolarse en la Legión y sumarse a su valor, es conocer el norte de los sentidos y el fin de las preguntas.