El legado del escritor Ibn ‘Arabï vuelve a Ceuta ocho siglos después

CULTURA

El investigador Fernando Mora presentó este jueves en Ceuta “El perfume de la existencia”, obra donde recoge las enseñanzas del escritor sufista murciano

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Si hacemos el ejercicio de preguntar al ciudadano corriente si conocen a Miguel de Cervantes, Quevedo o Bécquer seguro que responden con un sí. Sin embargo, si hacemos el mismo ejercicio con Ibn ‘Arabï pocos ciudadanos, por no decir ninguno, lo conocen, habiendo sido uno de los escritores de la península Ibérica con más obras, más de 300, de la historia de nuestra cultura. “Nadie lo conoce porque fue musulmán” afirma el investigador Fernando Mora, quién ha publicado recientemente “El perfume de la existencia”, una obra en la que recoge aspectos esenciales de su pensamiento, como la estructura de la santidad, la lectura espiritual del Corán, la distinción clásica entre esencia y existencia, y las importantes nociones de creación continua y de no-dualidad.

Casi tres meses después de publicar el libro, lo presentó este jueves en Ceuta, en la Biblioteca Pública, trayendo al siglo XXI la filosofía de este escritor sofista del s. XII-XIII. “Para la literatura española tendría que ser un figura fundamental. Lo que pasa que como era musulmán y se exilió a los 38 años ha sido un gran desconocido hasta que en el año 1931 Asín Palacios, jesuita que se dedicó al estudio de otros autores árabes sacó el primer libro de él, sobre el islam cristianizado, traduciendo algunos textos de Ibn ‘Arabï”. En contraposición afirma que “si hubiera sido cristiano se daría en el colegio, en el bachillerato, etc. Un autor de estas características es un fenómeno y eso que empezó a escribir a partir de los 30 años”. La trascendencia de este escritor murciano fue tal que según reconoce Fernando Mora “tuvo una gran importancia para los autores de la generación del 27”.

Ocho siglos después volvió a resonar el legado del murciano en la que fue también su casa durante unos meses, Ceuta, que también utilizaba a menudo de tránsito en sus viajes hacia Oriente y el norte de Marruecos cuando ni siquiera el país vecino tenía esa denominación. Según confiesa Mora, ‘Arabï estuvo viviendo durante una temporada en la ciudad, donde aprendió de diferentes maestros “enseñanzas y anédotas del profeta Mahoma”. Incluso narra una anécdota ocurrida con el gobernador local de la época, con el que tuvo un desencuentro al ser invitado a comer por este, Arabï se negó a aceptar su comida al considerarla ilegítima, “en el fondo, él era un ansistema de la época” afirma Mora.

Una figura que recorrió todo oriente medio y vivió en ciudadades como Damasco o Bagdad. En Ceuta si ha sido bien recibido pero en Arabia Saudí por ejemplo está prohibida su lectura. Mora explica que a ese estado no lo conviene “la lectura tan positiva que hace del Islam y es por ello que lo censuran. Tiene una visión muy positiva de la vida y el pecado. Los santos ven todo muy positivo y esto hay mucha gente que no lo entiende o soporta. Él no está a favor del pecado, sino que dice que hay una visión que trasciende la disyuntiva del bien y del mal, y que hay visión positiva en ello. Era un especialista en leyes islámicas. No era un señor al margen de todo, sino que es un estricto del Islam. Lo que pasa es que tiene varios niveles de lectura del islam que algunas personas no están dispuestos o no saben como encajar”.

Hablando de su obra, Mora explica que el título del mismo “es una metáfora que se refiere a Alá”. En cuanto “al sufismo y no la dualidad viene a colación de que se habla mucho en sus estudios de la unidad, pero a mí a veces me gusta más el término no dualidad, porque la unidad de alguna manera presupone que la diversidad y multiplicidad están en fuera de juego. La no dualidad es un término que integra todo en un mismo campo”. Como ejemplo de esta predilección por la no dualidad, Mora habla de la metáfora del espejo y los reflejos de este filósofo y escritor del islam: “Si no hubiera espejo, dios en este caso, no habría capacidad de reflejar, pero si no hubiese reflejos en el espejo tampoco tendríamos la opción de discernir la presencia del espejo”.

Fernando Mora destaca también en su obra “la importancia del Corán en la obra de Ibn ‘Arabï, no como ese libro que tienen algunos en plan fanático, sino como el Corán como obra de una profundidad impresionante”.

A pesar del peso que tiene el Corán en su obra, Mora destaca que “Ibn ‘Arabï ha tenido muchos seguidores en el campo de las artes, de la literatura, gente que lo ha leído. Es un autor válido para cualquier persona, sea o no musulmana, sea o no sufí. Es filosofía pura. Es un ejemplo de las cotas a las que puede llegar el ser humano, independientemente de como uno se considere, ya que hay mucha gente que lo sigue que no es musulmana. Lo siguen desde ateos hasta el Imán Jomeini, que tiene incluso un libro de Ibn ‘Arabï. A muchas gentes que no tienen nada que ver entre sí le ha interesado por sus vivencias y porque ha escrito muchísimo”.

El investigador destaca que le interesa Ibn ‘Arabï porque es “uno de los autores que más obras ha escrito en la historia de la humanidad”, y por “su apertura y contraste que existe entre un señor que es un musulmán estricto y la apertura que tiene que le puede interesar a cualquier persona”. A pesar de haber escrito cientos de obras, Mora opina que “sus obras tienen un gran nivel de profundidad. No es sólo lo que te dice sino como organiza las palabras y las relaciona”.

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