Un “error judicial” pone en peligro la vida de una víctima de malos tratos en Ceuta

VIOLENCIA MACHISTA

El acusado por violencia de género, J.E.M, quedó en libertad condicional –a la espera de juicio– tras casi año y medio en prisión provisional, sin que desde el juzgado se le comunicara a la defensa de la víctima la salida del agresor debido a “un error de bulto”

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Esta es otra historia más de violencia de género. Un caso real sucedido en Ceuta durante los últimos años y que ahora sale a la luz, porque la valiente de esta historia, Avellaneda, una víctima que prefiere que se le nombre por su apellido para conservar su intimidad, ha decidido denunciar públicamente el último hecho que ha vuelto a poner su vida en peligro. Concretamente se refiere a la puesta en libertad provisional de su presunto maltratador, J.E.M., tras permanecer en la cárcel de forma preventiva desde agosto de 2018, acusado de los delitos de maltrato habitual en presencia de menores, lesiones con arma blanca y de agresiones sexuales, por los que desde la acusación le piden 19 años de cárcel. Su abogada denuncia que a finales de enero quedó en libertad sin que se llevara a cabo el procedimiento judicial correcto para estos casos.

El fatídico hecho ocurría el 29 de enero, cuando el policía nacional que tiene asignado como protector y asesor esta víctima de violencia machista, la llamaba para comunicarle que el acusado iba a quedar en libertad en unas horas, debido a una resolución del juzgado, y le instaba a ella y a su familia a tomar medidas rápidamente para protegerse y que su vida no corriera peligro.

Lo primero que hacía Avellaneda tras recibir la noticia era llamar a su abogada, quien atónita reconocía no saber nada sobre esa decisión. La letrada denuncia que “ha habido un error judicial. Cuando presentó la parte de él un recurso contra una denegación de libertad, ese recurso se tenía que haber trasladado a las partes, en este caso a mí y al Ministerio Fiscal, para que aleguemos en un plazo de varios días lo que consideremos respecto a ese recurso en el que solicitaban de nuevo la libertad. Después de esto pasaría a su señoría que es quien tiene que resolver sobre el recurso, sobre si se le da o no la libertad”. Así es como debería haber sido el procedimiento de libertad, pero no lo fue, por lo que la abogada denuncia que “el juzgado no nos da traslado ni al Ministerio Público ni a nosotros, sino que directamente estimó el recurso y se decretó la libertad”.

El gestor de la Oficina de Atención a la Víctima de los juzgados de Ceuta confirma que “ha habido un error judicial de bulto que ha puesto en peligro la vida de esta víctima. No se podía haber hecho peor”, afirma tajantemente esta persona, que trata a diario con casos de violencia de género en la ciudad. Este servidor público confirma que el procedimiento a seguir hubiera sido el que la abogada de la víctima apunta “ha habido un error humano detrás de todo esto, por el que estoy muy cabreado. Al fin y al cabo, trabajamos a diario con muchos papeles y podemos fallar en alguno. Pero detrás de esos papeles hay vidas”.

"No se podía haber hecho peor”

Esta fuente judicial denuncia que otro de los errores “de bulto” en este caso fue no acompañar al acusado, una vez que fue puesto en libertad provisional, hasta el puerto para que abandonara Ceuta, debido a que tenía prohibido permanecer en la ciudad, donde se encuentra su víctima. Por ello, denuncia que fue puesto en libertad por las calles de la ciudad.

Literalmente la vida de la víctima corrió peligro, ya que, inmediatamente después de salir de la cárcel, la primera decisión que tomaba el acusado era hospedarse en el hostal más cercano a la vivienda de la víctima, donde vive junto a sus dos hijas menores de edad, su hija mayor, su yerno y su nieta. De este hecho el yerno de Avellaneda se dio cuenta cuando, durante su jornada laboral, al pasar por la calle donde viven se encontraba con el acusado merodeando por la zona, por lo que inmediatamente decidió denunciar este hecho ante la policía, ya que se encontraba a menos de 100 metros de la vivienda de la víctima, incumpliendo así la orden de alejamiento que la justicia le había impuesto. “Iba caminando encapuchado, vestido de negro y haciendo una especie de triángulo en su recorrido” denuncia su hija mayor Sonia (nombre ficticio para proteger su intimidad). Su yerno afirmaba en la declaración judicial prestada que el acusado se encontraba “en una actitud muy inquina, dando pasos hacia adelante y hacia atrás y mirando en todo momento el reloj”.

Pero ese día tanto Avellaneda como el resto de la familia, alertados por el policía que hace el seguimiento a la víctima, habían abandonado la vivienda y se habían alojado por separado en casa de una amiga, y otra parte de la familia en casa de un familiar, para evitar que el acusado pudiera localizarlas.

Sonia se personó en la zona alertado por su marido. Allí encontró a la policía “con rostro serio. Pensé que le había pasado ya algo a mi madre”. Pero hablando con la policía se tranquilizó al saber que su madre no estaba allí. Sin embargo, para sorpresa de Sonia, estos agentes no tenían notificación alguna del caso ni de la orden de alejamiento de este individuo. Fue tras llamar a dependencias judiciales, según narra Sonia, cuando los agentes se enteraron de que el acusado había supuestamente incumplido esta orden y lo detenían en la cafetería del hostal donde se estaba alojando.

Posteriormente, tras pasar a disposición judicial, el 31 de enero, se decidió ampliar la medida de alejamiento, no sólo a 100 metros de la víctima, sino de su domicilio, lugar de trabajo, y no solo a su persona, sino también a sus hijas. Además, se le prohibió cualquier comunicación directa con la víctima.

Sin embargo, era puesto de nuevo en libertad en un auto del 31 de enero en el que, aunque se reconoce, por un lado, que “existen indicios bastantes para estimar responsable criminalmente del delito de quebrantamiento”, por otro, “procede decretar su libertad provisional sin fianza”, decisión que ha sido recurrida por la abogada de Avellaneda.

Una vez quedaba en libertad, el acusado era llevado al puerto para que se trasladara a Madrid, donde supuestamente vive su hermana. Sin embargo, una vez que llegó a la península no se ha hecho ningún seguimiento del presunto maltratador, “alegó que tenía una hermana allí, pero tampoco ha acreditado nada”, denuncia la abogada de Avellaneda, quien ha solicitado al juzgado que se le ponga una pulsera localizadora con GPS a este individuo, para poder controlarlo y que la familia pueda desarrollar su vida con más normalidad, aunque hasta que no se celebre el juicio, esta familia no podrá reconstruir sus vidas. “Ahora tenemos que estar pendientes de él hasta que se celebre un juicio. No podemos decidir sobre nuestro fututo, no podemos decidir irnos a ningún lado”, afirma Avellaneda con tristeza, quien sigue soportando la losa de su presunto maltratador, a pesar de no convivir ya con él.

"Por desgracia en este país hasta que no haya otro tipo de medidas la vida de las víctimas corre peligro"

Una cadena de fallos en el proceso judicial, según denuncian diferentes fuentes, que pone en entredicho la protección de las víctimas de violencia de género: “Por desgracia en este país hasta que no haya otro tipo de medidas la vida de las víctimas corre peligro. Una orden de alejamiento es moral, tú la puedes cumplir o no. Por eso no funcionan. Incluso con pulseras tampoco funciona, pero por lo menos le da la alarma a la policía, aunque nada es efectivo por desgracia para proteger a estas personas” concluye la letrada de la víctima.

La víctima arfirma que agradece "profundamente la labor de su abogada, de la Policía Nacional y del gestor de la Oficina de Atención a la Víctima de los juzgados", pero se siente "desprotegida" por esta decisión judicial.

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“Por no hacer caso a tu marido las mujeres terminan así”

La puesta en libertad provisional del presunto maltratador es solo el último capítulo de una larga historia de agresiones sexuales, palizas y apuñalamientos, ya que esta no fue la única puñalada que recibía esta víctima. Hasta que llegó a denunciar su situación, pasaron muchos años “no denunciaba por miedo. Antes es como si estuviera enferma, aguantaba todos los golpes”. Lo cierto es que el presunto maltratador intentaba por todos los medios hacer culpable a la víctima de su sufrimiento con afirmaciones como “por no hacer caso a tu marido las mujeres terminan así”.

Pero para hablar del infierno vivido por esta mujer hay que remontarse a hace algo más de diez años, cuando J.E.M. cometió las primeras agresiones contra su pareja, según reconoce Avellaneda. Durante más de una década de matrimonio, denuncia que ha sufrido todo tipo de maltrato, tanto físico como psicológico, vejaciones, agresiones e incluso agresiones sexuales por parte de su ex marido, e incluso, por parte de la madre y hermanas del acusado, cuando iba al país de origen del acusado, Marruecos: “Yo temía ir a Marruecos porque allí nunca me sentía cómoda. Cada vez que se acercaba una fecha señalada para él como la fiesta del Cordero o del Ramadán, nos obligaba a ir a su pueblo. Allí me pegaba palizas delante de sus amigos. Era su forma de demostrar su hombría. Además, llegué a recibir palizas por parte de sus hermanas y de su madre, simplemente porque no me gustaba el sacrificio del cordero”.

Avellaneda tiene el cuerpo lleno de cicatrices de las puñaladas que a lo largo de todos estos años recibió de J.E.M.: “Tras la última que recibí en la pierna ya no me puedo ni agachar a atarle los cordones a mis hijas. No puedo hacer vida normal ya que no puedo ni limpiar mi casa sin que me duelan las piernas. Para mí subir las escaleras se ha convertido en un sufrimiento”.

Todos estos golpes recibidos durante todos estos años han endurecido sus sentimientos, incluso ha perdido el valor por propia vida. Se podría decir que este presunto maltratador ha conseguido anular su personalidad: “Después de todo, yo ya me siento que estoy muerta. Si sigo viva y luchando es por mis hijas. No quiero que a ellas les pase nada malo”.

La agresión que llevó finalmente a prisión provisional a este individuo ocurrió en la madrugada del 20 de agosto de 2018, cuando J.E.M., tras una discusión delante de sus hijas menores, le propinó un cabezazo, por el cual se mareó. Con los gritos apareció la mayor de las hijas, Sonia, y esta presenció como “entre carcajadas” le propinó a su madre una puñalada en la pierna. Sonia, narra que en esos momentos “me quedé en estado de schock. Entré en la habitación y vi como la había tirado sobre la cama y le estaba pegando. Durante unos diez segundos me quedé paralizada sin saber que hacer mientras mi madre se encontraba ensangrentada. Y todo esto con mis hermanas pequeñas delante”. Además, según aparece en el atestado de estos hechos, el agresor se dirigió con el cuchillo hacia Sonia también, interponiéndose entre ambos la madre, para que no sufriera ella ningún daño también. En ese momento es cuando apareció el yerno de Aguirre y un amigo y entre ambos redujeron y retuvieron a J.E.M. hasta que llegó la policía.

Las niñas, víctimas también de malos tratos

Pero no sólo Avellaneda ha sido la única víctima de esta historia de violencia machista, sino que también sus hijas menores han sufrido los malos tratos por parte de J.E.M., empezando por sus nacimientos. Avellaneda denuncia que cuando nacieron, había la posibilidad de otorgarle el pasaporte de la nacionalidad de la madre o del padre: “Sin que me consultara, decidió inscribirlas como marroquíes”. Desde entonces, vive con miedo “a que se lleve a mis hijas a Marruecos y no vuelva a verlas. Por eso tenía que ir obligada a Marruecos, para no perder a mis hijas allí”.

En el país vecino, la víctima denuncia que él “llegó a agredir a las niñas cuando se negaban a aprender el árabe y a estudiar el corán” o incluso que “llegó a dejarme sola en la carretera con mi hija pequeña en brazos durante tres horas hasta que me vio una persona y me recogió para llevarme a comisaría”.

“Lo estamos pasando muy mal, no puedo ni salir a la calle con mis hijas"

Avellaneda y Sonia denuncian que su familia lo está “pasando muy mal desde que hemos recibido esta noticia”.

Tanto es así, que ha decidido no salir a la calle por miedo. Pero esto no solo le está afectando a la víctima, sino también a sus hijas menores. La hermana mayor denuncia que sus hermanas llevan varios días pasándolo muy mal, incluso una de ellas, cuando recibió la noticia “estuvo varios días vomitando por los nervios. No es justo que mi hermana pequeña le pregunte a mi madre que si tiene que ir con un cuchillo al colegio para poder defenderse. No es justo que tengan esos pensamientos”.

Sonia denuncia que desde que el acusado fue puesto en libertad su coche ha sido rallado, “algo que nunca me había pasado”, y Avellaneda que está siendo acosada telefónicamente: “Me llama un teléfono en identidad oculta, lo cojo y escucho respirar a la otra persona al otro lado de la línea”. Un sufrimiento que no cesa para esta víctima.

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