Tomar Decisiones

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La política es el proceso para tomar decisiones que afectan al interés común. Frase sencilla de escribir, seguramente fácil de entender y, por lo que parece, casi imposible de poner en práctica. Sólo el hecho de tener que dedicar algo de tiempo a procurar entender qué es lo que pasa por la mente de un político, que ante la adversidad se esconde en supuestos tecnicismos para no decidir, sólo eso, insisto, resulta antipático.

Encontrar políticos de nivel no es fácil, pero hasta los menos capaces saben que cuando las circunstancias se ponen feas, lo que toca es dar la cara. Y si algo hemos aprendido respecto de las dificultades que a lo largo de los siglos han asediado a Ceuta, es que el sostenimiento de esta querida tierra, siempre ha pasado por la capacidad de sus gobernantes para tomar decisiones que, en esos casos de gran tensión, no siempre han sido fáciles.

El Covid19, esa pandemia liderada por un ser invisible, pero muy peligroso, es probablemente el mayor enemigo al que se ha enfrentado y se enfrenta esta ciudad en toda su historia moderna, porque afecta directamente a la capacidad de sus habitantes para afrontar su futuro inmediato. Y además, ese enemigo ha llegado en medio de uno de los peores escenarios: con el país, España, liderado por un gobierno en precario y con el vecino del sur, Marruecos, dispuesto a dar la batalla contra Ceuta.

La capacidad de los ceutíes para resistir tamaño desafío es grande, como en otras ocasiones de nuestra historia, pero requiere una sintonía perfecta de sus gobernantes con los anhelos de este gran pueblo. Ahora, más que nunca, se hace necesario tomar decisiones que transmitan confianza, que sean claras y que no den lugar a esa incertidumbre que es la antesala del miedo y del desastre.

El Gobierno de España debe estar más que nunca potenciando la presencia del sector público en Ceuta. Y debe hacerlo en todos sus ámbitos competenciales: seguridad, salud, educación, defensa, inmigración, intercomunicaciones con la península y empleo, por citar algunos que consideramos claves. Pero el Gobierno Autónomo, el nuestro, el Ayuntamiento, no debe escurrir el bulto, porque tiene una enorme capacidad para incidir en la recuperación económica de Ceuta en esta etapa de nueva normalidad y, por ello, se espera de él algo más que peticiones a Madrid.

Sin duda, el sector privado, ya vapuleado por esa hostilidad no escondida de Marruecos, pero ahora casi noqueado por el puñetazo del Covid19, necesita todos los apoyos posibles. La apuesta por un sector privado pujante, basado esencialmente en la hostelería y el comercio de calidad, no puede soportar evasivas como la que evidenció el Consejero Alberto Gaitán. El sector de la hostelería, golpeado hasta la saciedad no puede soportar más el desaliño con que se le viene tratando y, menos, ahora. No se puede jugar con las palabras y los tiempos cuando se trata de las inversiones de muchos ceutíes y del empleo de muchos más.

Es muy triste observar cómo frente a las penurias de uno de los sectores con más posibilidades de generar riqueza y empleo en nuestra ciudad, las posiciones políticas son reservonas, ambiguas y carentes de empuje. ¿Qué es eso de renunciar a más espacios públicos destinados al ocio y al consumo, porque ya estamos en esa fase denominada nueva normalidad? ¿Esto era sólo una cosa de salud, de distanciamiento social? ¿No pueden disfrutar los ceutíes y quienes nos visiten de nuevas propuestas al aire libre dedicadas a una atención de calidad? Pareciese que vamos en contra de lo que pasa en cualquier ciudad de nuestro entorno, lugares que aprovechan cualquier resquicio de buen tiempo o espacial para favorecer la radicación y estabilidad de empresas dedicadas a mejorar los servicios a propios y ajenos.

Pero lo que ya parece insufrible es esa apariencia de miedo a moverse, a cambiar las posiciones. Porque si añadimos a la falta de voluntad para incorporar espacios públicos, el terror inexplicable a ampliar el tiempo de disfrute de los mismos, el cóctel se convierte en algo casi venenoso. Ciudades como Sevilla, Ronda y otras muchas más, todas cercanas a nosotros y con menos problemas, han dado pasos certeros para ampliar los horarios de las terrazas y veladores, consiguiendo incorporar a los acuerdos a todos los afectados: empresas, usuarios y vecinos, porque ahora todos hemos de apoyar las economías de quienes son motores del desarrollo.

Aquí, la tenue, la tibia respuesta de Gaitán es algo desoladora: se ha puesto a hablar de las ordenanzas. Por si sirve de experiencia: se pueden cambiar cuando se quiera. Y ahora, una modificación puntual, acotada en el tiempo y, como dice Amenábar, mientras dure la guerra, se hace urgente e imprescindible. Por favor.

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