La anglofobia de los ceutíes

Desde siempre, Ceuta fue el gran objetivo de Gran Bretaña. Arrebatar tan estratégica plaza a España se convirtió para los ingleses en verdadera obsesión. Hace algunos meses, publiqué «LA VERDAD SOBRE GIBRALTAR», y en el segundo capítulo, relato lo siguiente:

“Una vez que se apoderan de Gibraltar, la codicia británica no es saciada al completo y en la confianza de su enorme potencial bélico, deciden apoderarse también de Ceuta.

Ceuta en la orilla opuesta del Estrecho, está sitiada por el sultán de Fez, Muley Ismail y aprovechando la difícil situación en la que se encuentra la plaza española, los aliados destacan varios navíos sobre ella, con el fin de someterla. Si logran este objetivo, los ingleses verían así colmados sus sueños más ambiciosos; dominar ambas orillas del Estrecho.

Cuando arriba a Ceuta la flota inglesa, de uno de sus navíos se desplaza una lancha que lleva a bordo a Baset Ramos, marqués de Cullera (curioso individuo que acompañó al archiduque Carlos a Lisboa, que fue la ciudad donde se centraron todas las operaciones bélicas en contra de Felipe V y España). Este marqués era portador de una carta dirigida al gobernador de Ceuta, marqués de Gironella y firmada por el Príncipe holandés Hesse-Darmstadt, representante del archiduque Carlos de Austria. El Príncipe ofrecía al gobernador de la plaza a cambio de entregar la ciudad, muchas y jugosas ofertas, con la curiosidad que entre ellas, se contemplaba el levantamiento del sitio al que se veían sometidos por parte del sultán magrebí. Como si a los ceutíes les importara lo más mínimo que siguiera o no el cerco, una vez fuese conquistada la ciudad por los ingleses.

La actitud del Gobernador ceutí fue de la más digna y ejemplar. No permitió que la lancha atracara en el muelle y tras leer la misiva, redactó otra de inmediato que hizo llegar al marqués de Cullera, con el siguiente texto:

“Que no conocía otro dueño que al Rey que le había entregado la plaza para su defensa, y que por ella moriría primero entre sus ruinas antes que dejarla en otras manos, ni que se viera señoreada de otros estandartes, y que no le volviese hacer más proposiciones sobre semejante materia, porque además de no volverlas a oir, experimentaría su firme resolución”.

Los habitantes y tropas de la ciudad se adhirieron de forma resuelta y entusiasta a los sentimientos de su Gobernador, y ante el difícil panorama que se les presentaba, todos los vecinos de Ceuta, población civil, militares e incluso los representantes de la iglesia, se prestaron a la defensa de la ciudad y dispuestos a “dar Santiago” a magrebíes por tierra y a ingleses, holandeses y portugueses por mar. (Correa da Franca, A. op. cit. pág. 196. Cita la curiosa frase de “dar Santiago”, al trabar combate o acometer al enemigo).

Baset Ramos ante tan enérgica respuesta, montó en cólera y amenazando con destruir la ciudad, tuvo que izar vela y navegar con viento fresco, a pesar de ser un caluroso 7 de agosto.

No satisfecha su ambición pirateándonos Gibraltar, que hasta Ceuta nos disputan, esos que algunos llaman ingleses, y otros, hijos de la Gran… Bretaña.

Ceuta estuvo cerca de caer en manos británicas, pero lo evitó la valiente reacción de su Gobernador, el Marqués de Gironela, que tuvo lo que hay que tener, para no dejarse intimidar, a pesar que estaba gravemente enfermo (meses después lamentablemente fallecía de muerte natural el valiente Gobernador (La Gaceta 4-11-1704).

Por estas fechas, la guarnición militar de la plaza, había quedado muy mermada, porque Portugal, aprovechando la Guerra de Sucesión entre los dos aspirantes a la corona de España, por un lado, Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV rey de Francia), y por el otro, Carlos de Habsburgo (hijo del emperador Leopoldo I de Austria), declara la guerra a España y ofrece sus puertos a la alianza de los Habsburgo, o lo que es lo mismo, a Inglaterra, que habían pactado previamente con austriacos y holandeses. Ceuta queda debilitada porque parte de su guarnición tienen que acudir a la frontera con Portugal.

El panorama para la ciudad no se presentaba nada halagüeño, más bien todo lo contrario. Ceuta fue sitiada también por mar por buques ingleses, holandeses y portugueses. Para los ceutíes debió de ser desesperante levantarse todas las mañanas, y verse un día sí y otro también, rodeados en ambas bahías por las velas enemigas.

Faltaba lo más esencial para subsistir, pero gracias al profesionalismo y artes marineras de los patrones de la Compañía de Mar, que con pequeños faluchos y su vela latina, sorteaban a los pesados buques y llegaban a Tarifa o Algeciras, y nos traían lo más indispensable. Ceuta pasó hambre, aunque se pudo paliar en gran medida con la abundante pesca que poseían nuestras aguas, incluso la mayor parte de los años del asedio, se calaba una pequeña almadraba frente al Boquete de la Sardina, muy pegada a tierra y defendida por los baluartes de San Francisco, San José y San Carlos.

Los ingleses se aliaron con Muley Ismail, con el fin de que conquistaran Ceuta, aunque en el fondo, el objetivo de Rooke, el almirante inglés, era hacer lo mismo que en el Peñón, que arrió la bandera de los Austria e izó la inglesa. Para tal fin, los ingleses incluso mandaron a Marruecos un enviado de la reina Ana de Inglaterra que desembarcó en Tánger y mantuvo varias entrevistas con el Sultán de Fez, para organizar el último asalto por tierra y mar. Para ello, desde Gibraltar se traslado a las primeras líneas magrabíes, un ingeniero militar llamado Smitt, con el fin de organizar el supuesto ataque definitivo que, gracias al heroísmo de la guarnición y pueblo de Ceuta, no tuvieron ocasión de efectuar.

Se decía entonces, que el pueblo de Ceuta sufría de anglofobia. Yo he heredado esa enfermedad, que se incrementa notablemente cuando lees a ese gran profesor de historia como es nuestro paisano Don Antonio Carmona Portillo.

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