Esto no es una guerra religiosa

Conozco al imán Liazid desde hace más de treinta años. Siempre ha sido un hombre respetuoso, cercano y comprensivo. He leído sus observaciones sobre la pascua del cordero y he recibido algo de iluminación. El Eid es una fiesta de enorme arraigo en Ceuta, pero al igual que con otras celebraciones religiosas, el núcleo de esta no es un acto físico y visible, sino la motivación interior del creyente. Ese acto externo, el del sacrificio del cordero, simboliza la fe y la voluntad que anidan en el interior de cada persona, pero son esa fe y esa disposición las que cuentan, porque, como dice Liazid, pensemos en una familia sin recursos, que no dispone de un cordero para sacrificar… ¿será por eso menos creyente?
En todo caso, los asuntos de la fe siempre son espinosos, porque afectan a sentimientos muy fuertes. Pero, justamente por eso, no deben ser tratados con desdén o con superficialidad. Además, es preciso dejar de apuntar con el dedo acusador a quien no comparta nuestra manera de ver las cosas.
Las sociedades maduras no se alborotan facilmente. Los agitadores encuentran buen caldo para cultivar sus diatribas, en grupos vulnerables por falta de información. Creo que Ceuta tiene un grado de madurez suficiente como sociedad multicultural, para no reaccionar azuzada por comentarios contrarios a la verdad.
He procurado, antes de posicionarme, buscar toda clase de opiniones sobre las posibles decisiones del gobierno de la ciudad en relación con el Sacrificio y he llegado a la conclusión, de que el responsable del área sanitaria, el doctor Guerrero, además de ser un excelente profesional, es un hombre templado. Su único interés, a la vista de los datos que maneja, es el de preservar la salud de todos los ceutíes. Esto no es una guerra religiosa, es una gran batalla contra el covid 19 y todos los ceutíes, sin excepción, cualquiera que sea su fe o su afinidad política o ideológica, debemos colocarnos junto a él y acatar sus instrucciones.
Guerrero es ahora nuestra mejor baza, por conocimientos, por imparcialidad y por su probada entrega a la causa más noble que existe: defender la vida y la salud de los demás hasta donde sus fuerzas y conocimientos alcancen. Gracias Javier.