ALGO MÁS QUE PALABRAS
Engrandecimiento del mundo y custodia de la creación
José Tamame Porris TCol. de Caballería (R).
Santiago de Zebedeo (en arameo: Yaakov Bar-Zebdi; en hebreo: Jacob), también llamado Santiago el Mayor o San Santiago nació en Betsaida, Galilea, 5 a.C., fue uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Fue hijo de Zebedeo y Salomé y hermano de Juan el Apóstol. Jesucristo llamó a ambos hermanos los “Boanerges” -los Hijos del Trueno-, por el celo que mostraron por la honra del Señor, cuando pidieron que cayera fuego del cielo sobre una aldea que había impedido el paso a Jesús y a sus acompañantes. - fue el apóstol amado de Jesús de Nazaret, La madre de ambos siempre estaba alrededor de Cristo, pidiéndole que reservara a sus hijos elevados puestos de gloria en el Reino que estaba por venir. Jesucristo les preguntó si serían capaces de beber el cáliz y ellos contestaron: “possumus!” -¡podemos! Se le conoce como Santiago el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol llamado Santiago, Santiago el Menor o Santiago el de Alfeo.
Fue uno de los primeros que recibieron la llamada de Jesucristo, cuando estaba pescando en el lago de Genesaret junto a su hermano, uno de los discípulos más apreciados por Jesucristo, de tal manera que estuvo presente en dos de los momentos más importantes de su ministerio -la Transfiguración en el monte Tabor y la oración en el Huerto de los Olivos- junto a Simón Pedro y a su hermano Juan.
Según la leyenda, tras el Pentecostés (hacia 33 d. C.), cuando los apóstoles son enviados a la predicación, Santiago habría cruzado el mar Mediterráneo y desembarcado para predicar el Evangelio en la Hispania (actuales España y Portugal). Según unos relatos, su prédica habría comenzado en la Gallaecia (actual Galicia), a la que habría llegado tras pasar las míticas Columnas de Hércules (Abyla o Monte Hacho y Calpe o Gibraltar), bordeado la Bética y la deshabitada costa de Portugal; otras tradiciones afirman su llegada a Tarraco (actual Tarragona) y su viaje por el valle del Ebro, hasta entroncar con la vía romana que recorría las estribaciones de la Cordillera Cantábrica y terminaba en Brigantium, (actual A Coruña). Esta tradición hace de Santiago el santo patrón protector de España.
En cualquier caso, la tradición de la evangelización por el Apóstol Santiago indica que éste hizo algunos discípulos, y siete de ellos fueron los que continuaron la tarea evangelizadora una vez que Santiago regresó a Jerusalén. Para ello fueron a Roma y fueron ordenados obispos por San Pedro. Son los siete Varones apostólicos. La tradición de los Varones Apostólicos los sitúa junto a Santiago el Mayor en Caesaraugusta (actual Zaragoza) cuando en el año 40 la Virgen María se apareció «en carne mortal» en un pilar, una columna de jaspe, conocida popularmente como “el Pilar” que se sigue venerando en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en la capital aragonesa. Se cuenta que Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe en la vera del Ebro.
Aunque no se encuentra constancia de la presencia de cristianos en Galicia antes de mediados del siglo III, se conoce, sin embargo, que existían poblaciones cristianas importantes ya durante el siglo II en las ciudades de la Bética (actual Sevilla) y la Tarraconense (actual Tarragona), El desarrollo del cristianismo en la Península fue rápido e intenso. Es significativo que fuera en Hispania donde se celebrara el primer concilio conocido tras el de Jerusalén (Concilio de Elvira, hacia 303), recién acabada la persecución de Diocleciano.
La tradición que sitúa a Santiago el Mayor en Jerusalén, poco antes de su martirio, la recogen diversos apócrifos neotestamentarios, todos ellos anteriores al “descubrimiento” de la Tumba del Apóstol. Santiago habría hecho todo el viaje de vuelta desde España hasta Jerusalén para encontrar a la Virgen (ya que ella seguía viva allí, en la capital de Judea) antes de su dormición, hallando la muerte ante Herodes Agripa en el martirio por decapitación, en Jerusalén, Judea, 44 d.C.
La leyenda se cierra con que sus discípulos habrían llevado su cuerpo (conservado de alguna manera) por el mar Mediterráneo en una mítica embarcación de piedra y habrían costeado el Atlántico nuevamente hasta Galicia, donde lo habrían enterrado justamente en Iria Flavia, donde el obispo Teodomiro lo halló en el siglo IX. Alrededor del año 813, en tiempos del Rey de Asturias Alfonso II el Casto, un ermitaño cristiano llamado Paio le dijo al obispo gallego Teodomiro, de Iria Flavia (España), que había visto unas luces merodeando sobre un monte deshabitado. Hallaron una tumba donde se encontraba un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo.
Por una parte, se ha documentado arqueológicamente la existencia previa de un cementerio de origen céltico y reutilizado en distintas épocas por diversos grupos: por los primeros cristianos llegados a la zona de Galicia (después del año 250 aproximadamente), por los suevos (pueblo guerrero germano que ocupó Galicia entre 411 y 585), por los visigodos («godos del oeste», pueblo germano que ocupó España entre 585 y 711 y que en ese periodo tenía su capital en Toledo), y por los musulmanes en el siglo VIII. Estos descubrimientos sólo prueban que Compostela era una necrópolis precristiana, pero no soluciona nada con respecto a la tumba de Santiago, cuyos restos podrían pertenecer bien al mismo apóstol (el tráfico de reliquias comenzaba a desarrollarse en ese periodo), bien a cualquier otro mártir cristiano. Incluso algunos proponen que se trate de los restos del mismísimo Prisciliano.
El rey Alfonso ordenó construir una iglesia encima del cementerio (compositum), origen de la Catedral de Santiago de Compostela («Santo Jacob del compositum»). Otros sostienen que la palabra Compostela proviene de campus stellae: «campo de las estrellas», debido a las luces que bailoteaban sobre el cementerio (fuego fatuo).La tradición de nuestro patrón se remonta al reinado de Ramiro I (muerto que 850) que sucedió en el trono de Asturias y León y a su tío Alfonso el Casto (muerto en 842). Al fallecer su tío, los infieles reclamaron el tributo de las cien doncellas (cincuenta hidalgas y cincuenta plebeyas) que tenían impuesto a los cristianos. Ramiro I que estaban en Bardulia (antiguo nombre de Castilla la Vieja) no quiso entregarles las cien doncellas y se encontró frente a frente con el enemigo en Clavijo donde en la víspera de la batalla, según la tradición, se le aparece en sueños el Apóstol Santiago. Santiago le comunica que ha sido designado por Dios como patrón de las Españas. Santiago anima a Ramiro al combate y le pide que lo invoque. Los cristianos dan batalla al grito de “Dios ayuda a Santiago”, y aparece sobre una nube en un caballo blanco y los infieles son vencidos. Aquella gloriosa jornada de las armas cristianas será la fundación de la Orden de Santiago.
La leyenda atribuye a Santiago la evangelización de España, y se impone así, como protector de los cristianos durante el resto de la Reconquista. En la batalla de Hacinas entre el Conde Fernán González y el caudillo Almanzor, las huestes de Fernán González vencen, tras invocar a Santiago al grito de: «¡Santiago y cierra!» que quedará como el grito de guerra cristiano por excelencia y que viene a significar “Santiago y choquemos contra ellos”, frase final del himno de nuestra arma, heredada desde la España de la reconquista:
Santiago apóstol ha sido proclamado y venerado como patrón de España, porque desde una época muy antigua ha estado vinculado a nuestra historia, así lo decidió en el año 1630 el Papa Urbano VIII a petición de las cortes españolas y del rey Felipe IV, con ello no hacían más que dar carácter oficial a lo que el pueblo español había vivido y celebrado es orígenes del cristianismo, en nuestro país se remontan a la actividad de los apóstoles de modo muy especial Santiago y Pablo a partir de la presencia de Santiago en Zaragoza, según la tradición su apoyo y su protección se han sentido especialmente vivos, en momentos de dificultad es cuando los españoles se vieron obligados a defender su fe y su identidad frente a los invasores que trataban de conquistar la península ibérica, por eso desde el siglo IX nuestros antepasados reconocieron el apóstol Santiago como patrón de España, su culto se difundió de modo rápido, multiplicándose los pueblos y aldeas y parroquias que se ponían bajo su protección. Honrar por eso a Santiago como patrón es un acto de agradecimiento por la fe anunciada en España desde hace 2000 años, es a la vez un compromiso para que esa fe siga impregnando nuestra vida personal y nuestra cultura colectiva, es una llamada a revitalizar la auténtica religiosidad y a reconocer los valores del evangelio transmitidos por el apóstol, que fueron modelando la fisonomía espiritual y cultural de España y Europa
La Caballería de todos los tiempos se ha identificado siempre de manera plena con los valores que representa el Apóstol Santiago. Con su ejemplo de venir a España, el Apóstol mostró una firme voluntad de avanzar lo más lejos posible para llevar a cabo su labor, internándose audazmente en territorio desconocido y hostil sin arredrarse por las dificultades que pudieran presentarse en el camino.La Caballería combate en un entorno de amplios horizontes, ejecuta con exacta coordinación maniobras en profundidad y en todo momento afronta situaciones imprevistas y rápidamente cambiantes. Por ello, quien forma parte Caballería, asume con absoluta naturalidad valores como la audacia, la acometividad, la iniciativa y el arrojo. Santiago fue el primeros de los Apóstoles en dar la vida por sus creencias y a sacrificarse por la transmisión de unos valores. Santiago es aquél hombre de carácter apasionado, lleno de arrojo, de decisión y empuje, jinete valeroso y temerario, noble de sentimiento y leal a toda prueba, que además de ser un símbolo de España, a partir del 20 de julio de 1846, fue nombrado patrón del Arma de Caballería ratificándose dicha designación el arma 20 de julio de 1892.
Nunca “el espíritu jinete,” pudo estar mejor representado que en la figura de Santiago, el espíritu que siempre ha animado a nuestra Caballería.
¡Santiago y cierra España!
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