Reconquista de Ceuta para la cristiandad
José María Fortes Castillo
Preparativos para la reconquista
A grandes rasgos ya nos hemos hecho a la idea de quién era y como llegó al reino de Portugal Juan I. Su condición de hijo ilegítimo no le ayudaba a contar con la simpatía de los reinos cristianos de Europa y mucho menos de la Santa Sede.
Varias fuentes contemporáneas describen a Juan I como hombre ingenioso, pero a la vez, empecinado en concentrar todo el poder en sí mismo. Su educación como maestro de una orden religiosa le hizo un rey excepcional para la Edad Media. Hombre culto se ocupó de transmitir esa cultura a sus hijos dando lugar a que historiadores portugueses los considere colectivamente como la “generación ilustre”.
Su condición de hijo ilegítimo o bastardo, le situaba en una posición incómoda ante los restantes reinos cristianos de Europa y en especial, ante el Sumo Pontífice. Este gran inconveniente, le lleva a pensar en la necesidad de hacer algo importante ante esta animadversión y rechazo, y que mejor, que una importante iniciativa bélica contra el islam.
Como primera posibilidad, barajó la conquista de Granada, pero el regente del reino de Castilla, el infante don Fernando, le puso obstáculos. Juan Fernández, consejero real y hombre de confianza de Juan I, le propuso entonces la conquista de Ceuta. Lugar estratégico donde podría dominar la entrada al mar Mediterráneo e importante enclave en tierras africanas.
Firmada la paz con Castilla, según el Tratado de Ayllón en octubre de 1411, los portugueses se ven fuertes y con ansias expansivas y ponen sus miras en la plaza norteafricana en manos de los musulmanes.
Reunidos los hijos de Juan I, los infantes deciden realizar una empresa digna para ser armados caballeros, empujados por el ímpetu y brío de la juventud: D. Duarte el mayor tenía 22 años, D. Pedro 20, D. Enrique 18, D. Juan 16, D. Fernando 14 y D. Alonso hijo ilegítimo como su padre, tenía por entonces 36 años. D, Alonso era el fruto de la relación que mantuvo Juan I, siendo entonces maestre de la Casa Avis y antes de contraer matrimonio con su esposa Felipa de Lancaster, con Inés Pires. De esta relación también tuvo una hija llamada Beatriz.
Cuando comentamos la reconquista de Ceuta para la cristiandad, tenemos que recurrir a Gomes Eanes de Zurara. Gracias a este cronista portugués se conocen con detalles aquella gesta. La «Crónica da tomada de Cepta» que es su gran obra relacionada con la reconquista de la ciudad. La redacción del suceso lo inicia en 1449, treinta y cuatro años después del episodio, que fue escrita por encargo de Alfonso V de Portugal, con el fin de que se tuviera constancia de lo acaecido en el reinado de su abuelo Juan I.
Queda la duda de la veracidad, pues los cronistas desde siempre, tenían entre sus objetivos construir un relato que fuera acorde con los intereses de la corona y siempre justificando todo tipo de acciones. Lo que sí está claro es, que las otras fuentes a las que podemos recurrir, son de autores marroquíes que mejor es no hacer ni caso por lo disparatadas que parecen. Al no disponer de otras que garanticen la autenticidad de los hechos, no tenemos más remedio para tener alguna idea de lo sucedido, que recurrir a De Zurara dado que es la única fuente que ofrece alguna garantía.
El monarca portugués, solicitó al Papa una bula de cruzada que le fue concedida el 20 de marzo de 1411.
Se fletaron navíos de Castilla, Vizcaya, Galicia, Flandes, Bretaña, Inglaterra y Alemania. En Inglaterra además se adquirieron armas.
No se conoce con certeza el número de navíos y son farias las fuentes que discrepan entre sí, no obstante, debo de elegir una para no cansar al lector, y me inclino por Jerónimo Zurita, que, en sus Anales de Aragón, nos dice que la flota se compuso de 33 galeras, 27 trirremes, 32 birremes y 120 pinazas, con 50.000 hombres, de los que 20.000 eran soldados, y el resto remeros y marinos. La mayoría de la flota, partió de Oporto el 25 de julio de 1415 y fondeó en Lagos al atardecer del sábado del día 27. En la mañana siguiente, Juan I desembarco seguido de su sequito, para oír misa en la catedral; después de la misma, el predicador real, fray Joao de Xira, hizo saber que el destino de la empresa era Ceuta y no Granada como algunos sospechaban, y leyó la Bula de la Cruzada expedida por el Papa en favor de los expedicionarios que participarían en la lucha contra el infiel.
La conquista lo extraigo de “HISTORIA DE CEUTA. DE LOS ORÍGENES AL AÑO 2000”, de Paulo Drumond Braga e Isabel Ribeiro Mendes Drumond Braga. Ambos lo relatan así:
El día 30 partieron hacia Faro, donde descansaron una semana.
Pusieron rumbo en dirección al Estrecho el 7 de agosto. Hicieron escala en Cádiz y en Tarifa (Zurara, 1915, págs.. 166-169; Mata, 1981, pág. 286) y, el día 9, “hum pouco ante de noite ouueram uista de terra de mouros” (Zurara, 1915, pag. 164). Tras esperar la caída de la noche, penetraron en el Estrecho y anclaron el día 10 frente a Algeciras. Los moros de Granada, temiendo un ataque cristiano, fueron al encuentro de Juan I y le hicieron entrega de varios obsequios. El día 12 se dirigieron por fin hacia Ceuta, pero la fuerte niebla dificultó las maniobras y las naos fueron arrastradas por la corriente en dirección a Málaga. Sin embargo, las galeras, las fustas y las demás embarcaciones ligeras, sí que alcanzaron su destino, donde fueron recibidos por los disparos de la artillería musulmana, que no los alcanzó por estar todavía demasiado lejos. Algunos sí que desembarcaron y se registraron escaramuzas con los moros de la playa. El día 14 Juan I reunió al Consejo y tomaron la decisión de anclar en Barbacote, al sur de la ciudad, en la hoy denominada Punta del Desnarigado, hasta que llegasen las naos que se habían extraviado. Dos días después se decidió el ataque por el flanco sur, pero sobrevino otra tormenta y la corriente, de nuevo, se llevó las naos hacia Málaga, mientras que las galeras fueron a parar a Algeciras. El día 19 volvió a reunirse el Consejo y muchos opinaron que se debía de regresar a Portugal. Otros dijeron contentarse con la conquista de Gibraltar. Pero no faltaron los que defendían continuar con el proyecto inicial hasta concluirlo. Entre ellos los infantes, siempre entusiastas. El rey envió la armada hacia Punta Carnero, a la entrada de la bahía de Algeciras, y al día siguiente comunicó al Consejo su decisión: Ceuta sería atacada. La flota que comandaba el infante don Enrique iría a anclar en la Almina. La que comandaba el rey con el infante don Pedro lo haría delante de la ciudad para despistar a los moros, que supondrían que ése era el ataque principal y dejaría desguarnecida la Almina. Una vez asaltada ésta, se enviarían refuerzos y Juan I desembarcaría entonces. El desembarco tuvo lugar el día 21 a la hora de prima (La Salle, 1933, pág. 24), Todo ocurrió como el monarca lo había planeado. El combate duró todo el día, murieron muchos moros, pero solo ocho portugueses, según Zurara. Es evidente que solo se refiere a las personas de elevada condición social. Durante toda la noche los conquistadores se dedicaron al saqueo de la ciudad.