De los problemas de Portugal tras la muerte del rey Juan VI (1.826) a la Primera Guerra Carlista (1.833-1.839) (y II)

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El Tratado de la Cuádruple Alianza, fue firmado el 22 de abril de 1.834. Los países firmantes fueron España, Gran Bretaña, Francia y Portugal.

Dicho Tratado comienza con: S.M. la Reina Gobernadora y Regente de España durante la menor edad de su hija Doña Isabel II Reina de España, y S.M.I. el Duque de Braganza, Regente del Reino de Portugal y de los Algarbes a nombre de la Reina Doña María II, íntimamente convencidos que los intereses de ambas coronas, y la seguridad de sus dominios respectivos exigen emplear inmediata y vigorosamente sus esfuerzos unidos para poner términos a las hostilidades, que si bien tuvieron por objeto, primero atacar el trono de S.M.I., proporcionando hoy amparo y apoyo a los súbditos desafectos y rebeldes de la corona de España, y deseosa SS.MM, al mismo tiempo de proveer los medios necesarios para restituir a sus súbditos los beneficios de la paz interior, y afirmar mediante los recíprocos buenos oficios la amistad que desean establecer y cimentar ambos estados; han determinado unir sus fuerzas con el objeto de compeler al Infante D. Carlos de España, y al Infante D. Miguel a retirarse de los dominios portugueses.

En consecuencia, pues de estos convenios, sus Majestades Regentes se han dirigido a SS.MM, el Rey del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda y a S.M. el Rey de los franceses; y SS.MM, considerando el interés que deben tomar siempre por la seguridad de la monarquía española, y hallándose además animados de más vehemente deseo de contribuir al restablecimiento de la paz en la Península, como en todas las demás parte de Europa, S.M.B. considerando también las obligaciones especiales derivadas de su antigua alianza con Portugal, SS.MM., han convenido en entrar como partes del siguiente convenio.

Dejamos aquí los preliminares de los acuerdos que fueron firmados por los países arriba citados.

El tratado se compone de siete artículos más otros cuatro adicionales firmados en el mes de agosto en Londres. No se adjuntan.

Habíamos dejado la primera parte del escrito con el pase del comandante en jefe Sarsfield al norte.

La base del ejército seguía en Ciudad Rodrigo. Cuando se supo que don Carlos estaba entre los ejércitos miguelistas, se encargó al general José Rodil que capturase al infante español don Carlos, líder carlista.

En la primavera de 1.834 entró Rodil en Portugal con un ejército de 15.000 hombres, en la conocida como “la expedición de Rodil a Portugal” al amparo del Tratado de la Cuádruple Alianza firmado en ese mismo año, la cual tuvo como objeto contribuir a la consolidación en el trono de María II, amenazada por las reclamaciones del pretendiente al trono D. Miguel de Bragança, tío de la soberana portuguesa. Fue esta la primera intervención española durante el reinado de Isabel II.

El 16 de mayo de 1.834 las tropas realistas portugueses fueron derrotada por las liberales en la batalla de Aceiceira.

Don Carlos y su familia pudieron salir de Portugal el 16 de junio de 1.834 con la ayuda del navío inglés de 74 cañones HMS Donegal, llegando a la Gran Bretaña el día 18.

El 1 de julio, don Carlos con ayuda del barón de los Valles, se afeitó el bigote, se tiñó el pelo y se dirigió hacia Francia, donde logró pasar desapercibido, entrando por la frontera de los Pirineos ocho días más tarde.

Intervención de la Cuádruple Alianza en la primera guerra carlista (1.833-1.839)

Isabelinos

Tanto franceses como británicos evitaron participar directamente en la guerra carlista, enviando tropas especiales de voluntarios o, en el caso francés, la Legión Extranjera.

La colaboración portuguesa

El 3 de octubre de 1.835 Mendizábal, comunica a Pérez de Castro la ratificación del convenio sobre el cuerpo auxiliar portugués, que preveía la entrada de un cuerpo de seis a diez mil hombres del ejército regular, haciéndole presente que las juntas se habían ido sometiendo a las autoridades de la reina y que por tanto ya no había obstáculos para que se produjese su inmediata entrada en España.

Las tropas estarían al mando del barón Dos Antas.

La colaboración francesa

Aunque sería Gran Bretaña, y no Francia, el país que colaboró más efectivamente con los gobiernos cristinos, el indudable interés con que Luis Felipe veía las cuestiones de España, hizo que fueran sus diplomáticos los primeros en ofrecer su abierta colaboración a la reina.

El 4 de noviembre de 1.833 el conde de Colombí, ministro de España en París, informaba qué el duque de Broglie le había puesto en antecedente de dos peticiones que el gobierno español hacía a través de Mignet. La primera consistía en colocar tropas sobre la frontera para impresionar a los carlistas, en lo que no veía el duque el menor problema. La segunda ponía en prueba la sinceridad de los ofrecimientos franceses, por lo que solicitaba. “En caso de que el gobierno de la reina juzgase indispensable la entrada en España de las tropas francesas pueda verificarse dicha entrada sin más que un aviso transmitido por el señor embajador conde de Rayvenal al comandante general de las fuerzas estacionadas en la frontera”.

El 5 de noviembre de 1.833 el general Harispe, jefe del ejército francés de los Pirineos occidentales, se puso a disposición del capitán general de las Vascongadas, que consulto al gobierno lo que se debía de hacer en caso de que le fuese necesaria aceptar dicho ofrecimiento. (La primera guerra carlista: Alfonso Bullón de Mendoza)

El 27 de junio de 1.835 partían de Argel y, tras hacer cuarentena en Mallorca, llegaron a Tarragona el 16 de agosto los poco más de 5.000 hombres que componían la Legión.

El mando de la Legión recayó sobre el general Bernelle, hombre de escasa personalidad por lo que el verdadero líder de estas tropas fue su segundo Joseph Conrad, oficial alsaciano querido y admirado por sus hombres y que dejaría su vida en Barbastro, en mayo de 1.837, tratando de evitar la huida de sus legionarios ante un ataque carlista

Estas tropas, fogueadas en la guerra de Argelia, estaban formadas por aventureros de diversas nacionalidades sometidos a una férrea disciplina.

Colaboración británica

Los británicos hicieron una declaración oficial de no intervención, pero si autorizando el organizar un cuerpo expedicionario voluntario para reforzar el trono futuro de Isabel II.

BRITISH AUXILIARY LEGION OF SPAIN, con este nombre se denominó al cuerpo de voluntarios británicos que participaron en la primera guerra carlista. Esta sería conocida como “Legión Evans”. (La British Auxiliary Legión había sido puesta al mando de George Lacy Evans)

Julio, 1.835 Día 21: La llegada del primer batallón de la legión británica:

Tengo la satisfacción de comunicar a V.S. que a las nueve y media de esta mañana, en medio de salvas, repique de campanas y bandas de música ha entrado en este puerto un vapor inglés, conduciendo un batallón de 500 hombres de aquella nación, debiendo seguirles otros 10.000 que debían embarcarse el día 12.

Se sabe que hacia finales de Octubre de 1.835 habían desembarcado en la costa cantábrica entre 7.000 y 8.000 hombres: unos 3.200 ingleses, 2.800 irlandeses y 1.800 escoceses.

Además, de las tropas de tierra una flotilla británica al mando de Lord Hay reforzaría las acciones terrestres. Estos buques fueron los vapores HMS.SALAMANDER, el HMS.PHOENIX, el TWEET y EL COMET, así como una trincadura. (British Auxiliary Legion: Aportación británica a la primera guerra carlista)

Las fuerzas de la alianza a favor de Isabel II, fueron aproximadamente entre 20.000 y 25.000 hombres, más los correspondientes a la flota británica.

Las tropas isabelinas según versiones entre 250.000 y 300.000 hombres.

Carlistas

Las tropas carlistas en sus inicios fueron alrededor de 20.000 voluntarios, que según diversas fuentes llegarían a 60.000, estos sin uniformidad y apenas sin arma al principio.

Voluntarios alemanes

Príncipe Schwarzemberg, conde de Boos-Waldeck, von Rappard (capitán del regimiento de hulanos de la Guardia), barón Bernardo de Plessen, August von Goeben (teniente del 24 regimiento de infantería prusiana), coronel barón von Rhaden (jefe del cuerpo de ingenieros del ejército prusiano), príncipe Félix Lichnowsky, príncipe Stolberg, diplomático von Vaerst.

Voluntarios portugueses

Una compañía del conde de Madeira (teniente general del ejército de don Miguel).

Voluntarios italianos

Conde de Mortara (ex coronel de estado mayor).

Voluntarios ingleses

Henningsen, capitán inglés, fue el delegado de los tories ingleses en la corte carlista y formó parte del escuadrón de la Legitimidad. El coronel Merry encabezó un cuerpo de ingleses compuesto por tránsfugas de la British Legion de Lacy Evans. Inglés era también el cirujano Hurguess, uno de los que atendieron a Zumalacárregui.

Legitimistas franceses al servicio de Carlos V.

Conde de Rampeault, vizconde de Labarthie, marqués de La Roquette, coronel Adrien de la Houssaye, teniente coronel Bourmont, oficial Aubert, capitán Bezard, vizconde de Barres du Morland, barón Luis de Lamidor, José de Lespinasse.

La Legión Auxiliar Extranjera, compuesta en su mayoría por trásfugas de los extranjeros al servicio de María Cristina, estaba compuesta por 450 hombres mandados por Manuel María de Craywinkel. Su cuartel general estuvo en Salinas de Léniz. (Eusko Entziclopedia)

Los carlistas recibirían un refuerzo de unos ochocientos franceses que desertaron de los isabelinos, pasándose a los carlistas eran los pertenecientes al conocido como batallón argelino.

Una importante colaboración que tuvieron los carlistas fue la de tropas del ejército regular isabelino, de soldados a algunos altos mando como el teniente general don Nazario Eguía, que no estuvieron de acuerdo con la Pragmática Sanción de 1.830 pasando al ejército de don Carlos. También como señalamos en la primera parte varios de ellos de la familia O´Donnell.

Muchos de estos mandos una vez terminada la guerra y tras la amnistía, regresaron al ejército isabelino, siéndoles convalidados los ascensos y condecoraciones obtenidos en el ejército carlista.

Si se compara las tropas cristinas más los refuerzos recibidos con la escasez económica y de material que tenían los carlistas era abismal, vemos incomprensible que esta guerra durara siete años.

Preliminares del Convenio de Vergara y finalización de la Primera Guerra Carlista

El general carlista Rafael Maroto inicia las negociaciones con Espartero a espalda del pretendiente al trono Carlos María Isidro, Carlos V.

Don Carlos desde Villarreal de Zumarraga y Villafranca a donde había ido la noche del día 26 (agosto de 1.839), contrario a la situación, que Maroto preparaba, voces de traición, folletos, ofertas para seducir a los jefes y soldados, todo se puso en juego. Espartero, por su parte, repitió sus instancias por medio del brigadier Zabala, quien le enseño una comunicación firmada por el Ministro de la Guerra del Gobierno de la Reina el general Alaix, en la cual se facultaba a Espartero para la terminación de la guerra, y para el gasto de 25.000.000 de reales cuya cantidad se había supuesto necesaria (para la paz).

. (Historia de la guerra civil y de los partidos liberales y carlistas (Vol-V) Antonio Pirala).

Convenio de Vergara

Compromiso estipulado entre el capitán general D. Baldomero Espartero, cristino, y el teniente general D. Rafael Maroto, carlista, por el que se daba fin a la primera guerra carlista de 1.833-1.839. Sus preparativos fueron lentos y laboriosos iniciándose probablemente a comienzos de 1.839, a los 6 ó 7 meses de haber sido nombrado Maroto Jefe de Estado Mayor del Ejército por D. Carlos M.ª Isidro. Intervino como mediador entre ambos generales el comodoro inglés Lord Hay, asesorado por su ayudante y secretario Joaquín María de Satrústegui

Artículo 1.°. El capitán general, don Baldomero Espartero, recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros.

Articulo 2.° Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los generales, jefes, oficiales y demás individuos dependientes del ejército del teniente general don Rafael Maroto, quien presentará las relaciones con expresión de las armas a que pertenecen, quedando en libertad de continuar sirviendo, defendiendo la Constitución de 1.837, el trono de Isabel II y la regencia de su augusta madre, o bien de retirarse a sus casas los que no quieran seguir con las armas en la mano.

Artículo 3.° Los que adopten el primer caso de continuar sirviendo, tendrán colocación en los cuerpos del ejército, ya de efectivos, ya de supernumerarios, según el orden que ocupan en la escala de las inspecciones a cuya arma correspondan.

Artículo 4.° Los que prefieran retirarse a sus casas, siendo generales o brigadieres obtendrán su cuartel para donde lo pidan, con el sueldo que por el reglamento les corresponda: los jefes y oficiales obtendrán licencia ilimitada o en retiro según su reglamento. Si alguno quisiere licencia temporal, la solicitará por el conducto del inspector de su arma respectiva y le será concedida, sin exceptuar esta licencia para el extranjero; y en este caso, hecha la solicitud, por el conducto del capitán general don Baldomero Espartero, este les dará el pasaporte correspondiente, al mismo tiempo que dé curso a las solicitudes recomendando la aprobación de S. M.

Artículo 5.° Los artículos precedentes comprenden a todos los empleados del ejército; haciéndose extensivos a los empleados civiles que se presenten a los doce días de ratificado este convenio.

Artículo 6.° Si las divisiones navarras y alavesas se presentasen en la misma forma que las divisiones castellanas, vizcaína y guipuzcoana, disfrutarán de las condiciones que se expresan en los artículos precedentes.

Artículo 7.° Se pondrá a disposición del capitán general don Baldomero Espartero los parques de artillería, maestranzas, depósitos de armas de vestuarios y víveres que estén bajo la dominación y arbitrio del teniente general don Rafael Maroto.

Artículo 9.° Los prisioneros pertenecientes a los cuerpos de las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa y los de los cuerpos de la división castellana que se conformen en un todo con los artículos del presente convenio, quedarán en libertad, disfrutando de las ventajas que en él mismo se expresan para los demás. Los que no se convinieren sufrirán la suerte de los Prisioneros.

Artículo 10.° El capitán general don Baldomero Espartero hará presente al Gobierno para que este lo haga a las Cortes, la consideración que se merecen las viudas y huérfanos de los que han muerto en la presente guerra, correspondiente a los cuerpos a quienes comprende este convenio -Espartero -Iturbe -Cuevillas -Francisco Fulgosio- Cabañero -Díez Mogrovejo -Lasala -José Fulgosio -Eguía -Selgas -López Cabañas -Lagartu.

En el convenio de Vergara señalado arriba se puede comprobar que falta el artículo Nº 8, en diversos documentos tampoco aparece. Al final lo encontramos en un escrito de Euskomedia. Org., este artículo dice:

Artículo Nº 8 Los carlistas deberán entregar sus armas, vestuarios y víveres al general Espartero. Más bien parece un anexo al artículo Nº 7

De este mismo documento ampliamos lo siguiente:

La totalidad de los batallones acogidos a Bergara ascienden a 16: 5 batallones castellanos, 3 guipuzcoanos y 8 vizcaínos. Se niegan a aceptar el Convenio 13 batallones navarros, 6 alaveses, 5 guipuzcoanos, 1 castellano y 2 cántabros. Muchos de estos hombres atravesaron la frontera francesa el 14 de septiembre junto al pretendiente. Otros emigraron a América o Filipinas.

Se da el 14 de septiembre de 1.839 como final de la guerra, aunque algunos grupos permanecieron al lado de don Carlos hasta el 25 de septiembre de 1.839 cuando se rindió el Castillo de Guevara, último reducto carlista.

Sobre los tres ceutíes nombrados arriba, Pedro Sarsfield, Isidro Alaix y Carlos de Vargas, hemos escrito en este diario PUEBLO en varias ocasiones.

Algunas fotos utilizadas en diversos escritos son tomadas de Internet, tratamos siempre de citar las fuentes y sin ánimo de lucro, solo intentamos dar a conocer destacados personajes ceutíes, algunos poco conocidos y otros olvidados a los que debemos de recordar o bien en acciones en que intervinieron.

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