El turismo

Parece que todo el mundo conviene en que el turismo es una de las claves para apuntalar la economía de Ceuta. Algunos han tardado más de la cuenta en verlo claro, pero ahora no se trata de señalar a nadie, sino de sumar esfuerzos.
Deberíamos empezar por reseñar que el turismo procedente de Marruecos, si es que ese turismo se va a mantener… En fin, que no quiero disertar sobre este asunto, así que voy a resumir. Si el turismo procedente de Marruecos sigue fluyendo, será un activo a tener en cuenta para nuestra hostelería y comercio. Sabemos por experiencia lo que este turismo busca y podemos seguir siendo muy atractivos, siempre y cuando la frontera sea fluida. La ciudad autónoma debería fidelizar ese turismo añadiendo facilidades para los potenciales visitantes, colocándose al nivel de ciudades próximas, que ofrecen diversidad de puertos deportivos para los visitantes. En nuestro caso, un puerto deportivo en la bahía sur, a la altura de la explanada de el Chorrillo, proyecto ya diseñado, podría ser una solución para la demanda del norte de Marruecos, que recula aún a la hora de dar la vuelta al Hacho para atracar en Ceuta con una embarcación de ocio. Es una cuestión de líneas rectas, para entrar y salir. Lógica pura.
Pero debemos aspirar también al turismo peninsular y, en eso, tenemos la gran asignatura pendiente. Son varias cosas las que nos alejan del ideal como destino turístico. Para empezar el precio del viaje para llegar hasta Ceuta. El gobierno de la ciudad sabe que se existe una posibilidad real de cambiar el sistema de precios de la travesía Ceuta-Algeciras-Algeciras-Ceuta. Es posible y deseable y puede transformar el ideario colectivo sobre un asunto tan esencial como llegar o salir de Ceuta. Pero siendo esto importante, vital, Ceuta debe constituirse en un lugar único, deseable e inigualable para que, a la facilidad por llegar hasta ella, se sume el deseo de disfrutarla. Y, en este sentido, a la belleza propia de la ciudad y a sus encantos naturales, hemos de añadir un relato y algunas de esas cosas que la gente que viaja busca en los lugares que visita. El relato existe, sólo hay que plasmarlo en unos pocos párrafos, similares a los que presiden la llegada de cualquier visitante a San Millán de la Cogolla, a Covadonga o a Compostela, por citar algunos ejemplos. Un ciprés en Silos, por mor de un soneto de Gerardo Diego, vuelca más gente en un monasterio perdido en medio de la nada, que en una ciudad como Ceuta que alumbró al primer cartógrafo del mundo: Al Idrisis.
Se come bien en Castilla, en la Rioja, en Asturias… Pero se come también muy bien en la Septem romana, que debería investigar sobre su gastronomía histórica y diferenciarse del resto de su entorno.
Hay quien busca fondos marinos en la Riviera Maya, tal vez porque no sepa (y no será culpa suya), que los de Ceuta, suponen uno de los últimos espectáculos submarinos que quedan en nuestro entorno.
Existen ciudades sin ninguna tradición, como Oslo, que se convierten en lugares de encuentro, mientras Ceuta, lugar de convivencia único en occidente, no es capaz se organizar de la mano del gobierno de España, una institución, como una Universidad Autónoma, que concite y convoque a todos los que saben o quieran saber, cómo se puede construir una sociedad más justa y tolerante en medio de un mundo enloquecido, convirtiéndose por derecho propio en un referente internacional sobre la ciencia de la convivencia.
Pero, vamos a dejarlo aquí, porque esto sólo es un artículo de opinión. Además, parece que a nuestros políticos les preocupan cosillas más cotidianas… Los votos son los votos.