El asedio

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Seguimos a vueltas con la pandemia, que nos está asediando y agobiando sobremanera. Cuando parecía que ya estaba medio controlada, asoma de nuevo con fuerza y con más efectivos de su particular ejército de la destrucción. Pero, por el momento, la única explicación que a una inmensa mayoría nos parece plausible (hay quien se manifestó en Madrid para denunciar que el covid ni existe), es que su éxito se debe a que relajamos demasiado nuestras líneas defensivas. O sea, que nosotros somos un ejército demasiado indisciplinado. Y esto, seguramente, se debe a nuestra innata condición de pacifistas, y a que no nos gusta la guerra. Pero esto, nos guste o no, es una guerra contra un enemigo muy bien organizado, hasta el punto de que conoce a la perfección nuestras costumbres, debilidades y sabe por dónde y cuándo debe atacar.

Ya reiterábamos en una columna anterior, que el ejercicio de nuestra libertad sin atender a las circunstancias actuales, podría traer consecuencias nefastas para la salud y para la economía, al entender las autoridades la necesidad de implementar nuevas medidas restrictivas. Y el gran receso de nuestra economía no sólo va a afectar a quien ahora trabaja, sino también a los empleos futuros. Toda una generación de jóvenes está en riesgo de exclusión durante la próxima década, con una educación incierta en la actualidad y sin respuesta, en este caso, de las autoridades educativas, y consecuentemente, con unas expectativas de empleo escasísimas, en medio de una sociedad que veremos cómo sale de este tremendo valle económico.

Ahora parece que el debate se centra en el cierre o no cierre de los negocios dedicados al ocio nocturno, que genera en España miles de empleos y en Ceuta tiene una importancia destacada, sobre todo en el poblado marinero.

La verdad es que no veo yo al consejero Guerrero con interés personal en arruinar a nadie de este ni de ningún otro sector. La coincidencia ha sido generalizada tras el último consejo interterritorial de salud. Pero, estando la cosa así, debería abrirse un espacio de diálogo entre las administraciones competentes y el sector para llegar a algún tipo de acuerdo que permitiese dar satisfacción a los intereses de todos y por este orden: salud y economía. Los locales afectos a estas actividades deben de rediseñarse, buscando espacios al aire libre cuando sea posible, como las terrazas, limitando el aforo a los espacios interiores y respetando las normas que sobre el uso de mascarillas, distancia e higiene se han impuesto para toda la hostelería. Seguro que es una adaptación compleja y, es posible que, en algunos casos, genere cuentas de resultados que la hagan incompatible con la rentabilidad, pero parece que es muy necesaria, porque lo contrario sería como pretender escabullirse de la guerra cuando todos son llamados a filas.

Es cierto que una nueva transmisión comunitaria del virus puede traer consecuencias incalculables para nuestra economía, pero también es verdad que está en nuestras manos evitarlo. Y evitándolo nos ayudaremos a nosotros mismos y a nuestros hijos, que podrán heredar una ciudad y un país, capaces de darles la posibilidad de desarrollar un proyecto de vida.

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