Gobierno, más que nunca

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Sí, ahora hace más falta que nunca un gobierno que lidere y se coloque al frente de la sociedad. No estamos para escabullirnos entre ese marasmo de fronteras competenciales entre las distintas administraciones. España es como es, con 17 comunidades autónomas y dos ciudades con estatuto de autonomía. Pero el Gobierno de España también existe y es ahora, ante una situación crítica, cuando es más necesario que nuca que se visualice su existencia y su capacidad de poner orden en medo del caos.

17 Consejeros de Educación, más los dos de Ceuta y Melilla, aunque no tengan competencias en la materia, no pueden ordenar el inicio de un curso escolar con medidas diferentes y, hasta en algunos casos, contradictorias. El problema supera a una región o a una provincia, por muy históricas que sean o se lo crean. Hace falta un plan, un plan nacional, con las adaptaciones lógicas para cada territorio, por razones demográficas o culturales, pero el plan debe de ser uno, total, de país, porque estamos a un paso de que toda una generación se quede atrás en el período más importante de su vida.

El Estado debe ser algo más que un concepto o que una forma de definir lo que nos une. El Estado ahora debe ser la solución, no el problema, pero al paso que esto va, se va a parecer más a lo segundo que a lo primero.

El Estado, no puede estar enzarzado a través de sus instituciones, en peleas políticas por redefinirse ahora, aprovechando las supuestas pifias de su anterior Jefe. Las Cortes Generales y el Gobierno, junto con las comunidades autónomas, deben aunar esfuerzos en aparcar asuntos que hoy son del todo baladíes, para centrarse en los ciudadanos, en cómo combatir mejor la pandemia, reduciendo los efectos de la misma en la economía, preparando con suficiente antelación planes de contingencia para los jóvenes y su formación en los centros escolares, para la sanidad y una mejor respuesta cada vez que la amenaza resurja, con más medios y muchos más profesionales, invirtiendo en lo que reclaman los especialistas: rastreo y pruebas, es decir, control epidemiológico. Más control en el cumplimiento de las normas de profilaxis para frenar los contagios. Más inversión pública y colaboración exterior en la culminación de la fabricación masiva de una vacuna. Y, por supuesto, un apoyo decidido y sin ambigüedades al destrozado tejido empresarial, mientras se ponen en marcha nuevos planes para la diversificación de nuestra economía, que eviten en el futuro tanta dependencia del sector servicios.

No sé si hacen falta unos cuantos Churchil, o quizás sólo uno, pero esta no es época de pañitos calientes y de gente apalancada en la comodidad apática. La gente se desorienta y busca otras maneras de salir adelante, quemando coches por encargo o por protesta, transportando droga en motos acuáticas o mostrando una absoluta falta de respeto por el espacio común, por las autoridades y sus propios convecinos. Parece que se demanda liderazgo.

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