Isidro Alaix Fábregas Ceuta 1.789 – 1.853 Madrid (II)

De soldado voluntario en la expedición de Marqués de la Romana a Teniente General y Ministro de la Guerra

9573_fot_01
9573_fot_01

En la primera parte del escrito dejamos a don Isidro Alaix, de regresó a España después del Sitio del Callao.

En España debido a las luchas internas políticas entre absolutistas y liberales, hicieron que no se pudieran enviar más tropas a las colonias, esto les hizo pasar con más facilidad a la independencia.

Una vez repuesto y en España por real decreto fue destinado Alaix a la 1ª brigada del regimiento de observación del Tajo y el 9 de marzo fue nombrado jefe de la plana mayor de este ejército, pasando a las inmediatas órdenes del general en jefe del mismo, el ceutí teniente general don Pedro Sarsfield, hasta la 1ª disolución de este ejército el 19 de enero de 1.827.

En 1.828 por cédula del 28 de junio Alaix recibió la Medalla de Caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Al llegar la tranquilidad a la frontera portuguesa D. Isidro Alaix pasó a nuevo destino.

Con objeto de evitar dificultades que se ofreciesen por los pueblos de tránsito en el suministro de raciones, bagajes, etc, fue destinado Alaix por real resolución del 9 de setiembre de 1.828 para acompañar la cuarta división de las tropas francesas, cuando desde Cádiz regresaban por tierra a Francia. (Los100.000 hijos de San Luis).

Por decreto de fecha 9 de marzo de 1.829 obtuvo el nombramiento de Secretario de la Inspección General de Carabineros de Costas y Fronteras. El siguiente año desempeño el cargo de inspector general de dicho cuerpo por ausencia del titular.

Por Real cédula de 27 de mayo de 1.831, le fue concedida a don Isidro Alaix la Cruz de 2ª Clase, de San Fernando, Laureada. Como coronel jefe del Escuadrón Provisional Expedicionario. Sitio del Callao.

El 3 de diciembre de 1.831 le fue concedido por méritos el grado de brigadier

Debido a la tranquilidad en el país, durante todo el año 1.832 estuvo de cuartel en Madrid.

En 1.833 ocupó el cargo de comandante militar de la provincia de Jaén.

Primera guerra carlista 1.833-1.839

En 1.834 se le destinó al ejército de operaciones del norte así como jefe del E.M. de la división guipuzcoana.

El 25 de octubre de 1.834 pasó a las órdenes del comandante general de las provincias vascongadas D. Baldomero Espartero.

En 1.836 se inicia la persecución del general carlista Gómez (Miguel Gómez Damas-Torredonjimeno-Jaén 05.06.1.785-Burdeos, Francia 11.05.1.864). Esta persecución estaba al mando de Espartero y como jefes de tropas Alaix, Rodil, Narváez.

Por enfermedad de Espartero fue Alaix el que tomo el mando de dicha persecución.

A comienzos de 1.836 se inicia la llamada comúnmente Expedición de Gómez. Su inicio fue conducir una tropa del ejército del norte carlista fuera del territorio en el que se encontraba acosado para alentar los focos carlistas del norte de España. Pero Gómez, desacatando las órdenes de su alto mando, emprendió un curioso recorrido.

Comenzó en junio de 1.836, sus tropas estaban compuestas por los batallones 2º, 4º, 5º y 6º de Castilla, un pelotón de granaderos de la guardia real pasados del bando isabelino y dos escuadrones, en total unos 2.700 infantes y 180 jinetes. Partió en dirección a Asturias y Galicia. Salió de Amurrio y tomó Riaño, Oviedo, Lugo, La Coruña y Santiago de Compostela. Desde aquí, decidió hacer una excursión que le llevaría hasta Andalucía. De forma efímera conquistó León, Palencia, Valladolid, Sigüenza, Requena, Albacete, Villarrobledo, Baeza, Córdoba, Pozoblanco, Almadén, Cáceres, Alcántara, Écija, Osuna, Ronda, Arcos de la Frontera, Pedro Muñoz y el Burgo de Osma. Acabó la expedición en diciembre de 1.836. (La ruta del general Gómez de D. Pio Baroja)

El 29 de agosto de este 1.836 D. Isidro Alaix obtuvo el grado de mariscal de campo.

El 31 de este mes comunica Alaix el haber alcanzado en Brihuega a la facción de Gómez quitándole las dos piezas de artillería que llevaba, rescatando muchos heridos, y

presentándosele un gran número de mozos que llevaba Gómez.

Sin notar Gómez la llegada las tropas de Alaix, este se aproximó a Villarrobledo a las 2 de la madrugada, donde reagrupo sus fuerzas a las que arengó, llegado el amanecer atacó Alaix, desalojándolos del pueblo tras una fuerte lucha en el centro y en las propias calles saliendo del las tropas de Gómez hacia Mota del Cuervo, siendo perseguido por Alaix. Una vez los carlistas llegaron al lugar conocido como Vega de San Cristóbal dieron la vuelta enfrentándose a sus perseguidores, pero entonces llegó Diego León con sus Húsares, por lo que de nuevo los carlistas emprendieron la retirada en desbandada. Alaix no consideró prudente el seguirles por ser menor su número de tropas que las de Gómez. Gómez partió con destino a Osa de Montiel, pero por la gran derrota sufrida en Villarrobledo no se atrevió a marchar hacia Madrid como era su intención.

Parte de don Isidro Alaix de fecha del 20 de septiembre, entre otras cosas señala:

Cubierto mi movimiento desde el día anterior continué marchando la mayor parte e la noche, antes del amanecer ya tenía formada una brigada y caballería a medio tiro de las casas de Villarrobledo, donde se hallaban los cabecillas Gómez, Cabrera, Serrador, Quilez y otros que eran los que figuraban en la faccioncilla, con lo que ellos llamaban

11 batallones y 10 escuadrones. Desde luego dispuse apoderarme del pueblo, que se logró a muy poca costa, pues la facción salió por la puerta opuesta, y fiada de sus 800 caballos iba organizando sus columnas mientras que los de esta benemérita y sufrida división los atacaba; por dos veces la caballería enemiga trató de echarse sobre mis guerrillas, pero fue contenida por el bizarro, denodado y brillante coronel de Húsares de la Princesa D. Diego León: en el segundo amago en que este sobresaliente y valiente jefe se echó sobre la caballería contraria con dos mitades, trajo a si a dos escuadrones protegidos por numerosa guerrilla, y cuando ya el enemigo se consideraba orgulloso de un lance parcial, el coronel León, aguardando su oportunidad, se lanzó sobre la facción, envuelve la caballería que venía a la carga, la acuchilla, la alancea, la rechaza sobre la infantería, y a la vista de mis columnas de infantería que seguían al paso le hace el presente de 1.274 prisioneros, entre ellos 55 oficiales, más de 219 fusiles esparcidos por el campo, cayendo también en nuestro poder las municiones, acémilas, gran parte del bagaje, 14 mulas y algunos artilleros de las piezas tomadas en Matillas.

Si 150 Húsares y 60 caballos del 1º y 5º de ligeros han envuelto y reducido a la nulidad a más de 800, es menester convenir, prescindiendo de lo acreditado que están los Húsares, que es debido a la destreza del coronel D. Diego León este día de gloria y honor para las armas y para esta división. No he tenido menos que llamarlo y al frente de toda la división darle las gracias: ¡Ojalá que allí mismo y sobre aquel campo al toque de la orden general hubiese podido recompensarle a nombre de nuestra augusta Reina con el empleo inmediato a que le juzgo acreedor, así también premiar a los bizarros jefes y oficiales del mismo cuerpo, y a los demás de la división! (Boletín de Segovia, Nº 114 del 24.09.1.836)

Más adelante se le concedería a D. Isidro Alaix el título de vizconde de Villarrobledo. Se impuso la denominación del regimiento de Villarrobledo al regimiento de zapadores Nº 9 del ejército español que se disolvió en 1.930

Por el valor demostrado en esta batalla le valió al coronel D. Diego León la concesión de la Cruz laureada de San Fernando de 2.ª Clase y ser promovido al empleo de brigadier, además de ser nombrado comandante general de la Caballería del ejército en campaña.

Por Real decreto se le comunicó a don Isidro Alaix lo siguiente:

“S.M. La Reina Gobernadora se ha dignado conceder a V.E. la Gran Cruz de la Orden Militar de San Fernando, en justo premio al importante servicio obtenido por actividad e inteligencia con que V.E. ha perseguido y derrotado a las facciones reunidas de Gómez y Aro, cabecillas de Aragón, batiéndolas en el pueblo de Villarrobledo”

Aquí tenemos una duda, en algunos documentos aparece que la Gran Cruz concedida a D. Isidro Alaix era de 1ª clase y en otros que de 5ª, pero por los méritos y ser Gran Cruz creemos que era la de 1ª clase. En el Real Decreto no se especifica. Como se habrá visto más arriba a don Diego León le fue concedida la de 2ª Clase, por lógica la de don Isidro Alaix sería de 1ª Clase. El decreto solo especifica Gran Cruz de la Orden Militar de San Fernando.

El 29 de noviembre se produjo la batalla de Alcaudete, entre las tropas de Alaix y Gómez. Este había llegado a Alcaudete el mismo día procedente de Cabra y de paso para Martos. Se detuvo en Alcaudete con las tropas para descansar. Pero aquella misma noche entró Alaix rodeando el pueblo con cuatro compañías. Gómez, tras una dura batalla, tuvo que huir con el resto de supervivientes hacia Martos, pasando el río Víboras por un vado y un puente que ellos mismos construyeron. Por la mañana, calles y plazas aparecieron llena de muertos. (Historia de Alcaudete)

En su fuga las tropas de Gómez dejaron todos sus equipajes, caudales, material sanitario, armas efectos de guerra, además de los prisioneros que llevaban, capturándoles 143 hombres, entre ellos bastantes jefes y oficiales.

Por méritos conseguidos en esta batalla de Alcaudete, por Real cédula de 1 de noviembre de 1.839 le fue concedida a don Isidro Alaix la Cruz de San Fernando de 4ª Clase, Laureada, por la primera guerra carlista acción de Alcaudete, Jaén el 29 de noviembre de 1.836

Alaix entraba en Montellano cuando los carlistas estaban en Morón y tomaba las disposiciones para combatir y vencer a Gómez, recibió en el momento crítico una orden, no de dimitir del mando del ejército en tal o cual jefe designado ad hoc por el gobierno, sino una segunda orden en que se la hacía cargo de no haber cumplimentado la primera, la cual de tal suerte haber ofendido al gobierno, ni reparar si el jefe más graduado de la división, era o no apto para mandarla, que todo era igual a los que en aquella época regían los destinos de España, se fijaba solo en que Alaix dejase inmediatamente el mando, y lo que es más, en que se trasladase luego Ávila a esperar órdenes superiores.

Decía literalmente la orden:

Inmediatamente el general, también, se decidió a cumplimentarla, aunque le doliese interiormente la mala suerte de su país, gobernada entonces, tan torpe y traidoramente como en muchas ocasiones lo fue España. Reunió a los jefes de división en su alojamiento, entregó el mando al coronel Caula que era el más graduado.

Unos y otros respetaban al general, ahora que veía tan cercano el momento de derrotar a Gómez, ofreciéndose ellos a representar al gobierno el favor de una medida que no podría menos que resultar un gran servicio para la Patria. Repuso Alaix a los jefes que el primer deber del soldado era obedecer, y como primero él dé los que componían la 3ª división, el primero también obligado a cumplirla inmediatamente lo que el gobierno de S.M., ahora le prevenía.

Indico a Narváez, que entregaba el mando a Caula, advirtiéndole a Narváez que extrañaba mucho que no se le hiciera mención de la orden de fecha 6. ¿Cómo la había de recibir, si la tenía Narváez todo el tiempo en su poder, quien interpelado por Alaix acerca de esto le contestó, que por no haberlo autorizado el gobierno para entregarla en tales circunstancias? (palabras de todos los jefes que iban en la división). Narváez llamó a Caula, se hizo cargo en virtud de otra orden del mando superior de la tropa. Y le dio órdenes de continuar la marcha, Narváez llegó a Lucena. Fue recibido para felicitarle por la oficialidad, los trató con tan riguroso desdén y llegó a tal punto la ofensa y el insulto, damos noticias de sus últimas palabras -

Las divisiones salieron de Lucena el día 28, y se dirigieron a Cabra, hacía tres días que no comía la tropa, que se les hacía marchar sin regla alguna de logística, allí dijeron los batallones que no querían continuar sino a las órdenes de Alaix.

Alaix marchaba a su destino a Ávila, pero al abrigo de la división, el día 29 al poco de salir de Cabra se tiraron al suelo los soldados diciendo que no querían avanzar más. Tras de estas voces se oyeron las de . Los jefes hicieron los mayores esfuerzos para meter en orden la tropa, pero no lo conseguían. Ante la posibilidad de hacerse obedecer se acobardó Narváez por la voz de muera que salió de las filas, huyendo a la retaguardia en busca del general Alaix que venía entre los equipajes, le diese a reconocer a la tropa como nuevo caudillo y superior jefe.

Posteriormente con la infantería Alaix se adelantó al Burgo, se le presentó el coronel Paz notificando a Alaix, ser portador de una orden para el brigadier León.

Había pasado una hora, cuando tuvo noticias Alaix que la tropa estaba revuelta, cuando entro en el cuarto el coronel Diego León, este jefe venía alterado, no le cupo duda a Alaix que era grave el asunto., entregándole el pliego, Alaix se echó a reír, luego que vio el papel sellado con el propio ministerio. Entonces León le entrego una copia de aquello que parecía orden, escrita de la misma letra, sellada con el mismo sello y firmada por el Sr. Vera, ministro de la guerra; y entonces, Alaix comprendió que era deshacerse de él todo lo que el ministerio por tan inicuos medios proponía. Se sometió luego a autoridad de León.

Las tropas entretanto llevaron al extremo el motín y a algazara, corrieron donde estaba el general Alaix. Y eran de ver entonces muchos aguerridos veteranos vertiendo lagrimas de despecho, y de oír exclamando. Mientras Alaix con dignidad y firmeza les arengo encargándoles mucho la subordinación como lo más necesario para derrotar a Gómez.

A esto acompaña un Documento justificativo, de fecha 13 de diciembre de 1.836 enviados por los jefes de cuerpo, sobre el procedimiento contra Alaix como criminal por haberse opuesto al cumplimiento de la voluntad de S.M. De ese documento destacamos: Habiéndose presentado el brigadier Narváez con otra real orden para hacerse cargo de la división, este mismo fue testigo de que ni la conducta ejemplar del general Alaix, ni todos los esfuerzos para contener la explosión de fervor con que nuestros soldados aman al mismo, el unánime grito de , negándose a avanzar hasta que el mismo brigadier Narváez se decidió a instar al general Alaix para que se pusiese al mando de la división, sus primeras palabras a la tropa fueron >. Esto es solo parte del documento que está firmado por el coronel accidental del regimiento de Córdoba, Juan José Caula= el coronel accidental del regimiento de infantería Almansa, Carlos Roselín= teniente coronel mayor, comandante accidental del Príncipe, Juan Francisco Alonso=el comandante del batallón de Guías, Bernardo Senosiains. (Biografía de Alaix, Galería Militar Contemporánea)

Once meses llevaban de fecha los cargos, cuando hubo que sobreseerse en la causa antes de llegarse al sumario, y se le hizo entrega de ella a Alaix el 09-12-1.837.

Junto acompañaba su nombramiento de comandante general y virrey de Navarra, lo fue entre (1.837-1.838). Le sustituiría en este cargo el señalado anteriormente. Diego León.

Entre el documento justificativo señalado arriba de fecha 13 de diciembre de 1.836 y el sobreseimiento de la causa el 9 de diciembre de 1.837. Alaix había estado provisionalmente desposeído del cargo y con residencia en Logroño.

En Logroño la tarde del día 24, después de varios choques habidos desde el día anterior entre los paisanos y el segundo batallón de Castilla, se sublevó la guarnición y las partidas sueltas que había en la ciudad. A cosa de las dos recibió Alaix un oficio del jefe político, y con él la visita de una persona influyente de la guarnición, y por uno y otro se le rogaba se pusiese la frente de la plaza, tomando el mando militar, sometiese a los sublevados, y evitase un día de luto, Alaix estaba entonces procesado, y puesto bajo la jurisdicción fiscal, e incapacitado para tomar sobre sí ningún cargo; y ni las personas que le brindaban con aquel mando eran competentes, ni se le ofrecían sino para que se apoderase de él a viva fuerza: todo lo cual expuso Alaix, cuando se negó a acceder a tales solicitudes.

Más como la tempestad arreciase, acreciese el peligro y acertasen a pasar por la calle, en aquel momento, algunos pelotones de soldados gritando furiosamente y entregándose al pillaje y a otros excesos, Alaix que lo vio desde el balcón, e incitado otra vez por aquella persona a que tomase medidas salvadoras, dejó a un lado toda la consideración menos importante que la de librar a Logroño de un día trágico y memorable, y sin insignias, ni armas, ni más escolta que un asistente, salió a la calle, recorrió el pueblo, metiéndose donde veía grupos, deteniendo a los que encontraba al paso, y dirigiéndose a cuantos tomaban parte en aquel motín, los fue mandando al ayuntamiento y al cuartel. Obedecido por fortuna, vio encerrada a la tropa donde había prevenido, y llena la casa concejal de cabos y sargentos como él mandara. En este sitio les dirigió una breve arenga, bastando ella para que estos últimos extraviados militares volviesen al deber y a la disciplina, prometiendo todos al general desechar y hacer que desechasen los soldados las pérfidas sugestiones que les perdían y a la causa liberal.

Marchó el general entonces a su casa, y los sargentos y cabos a los cuarteles; pero antes del amanecer se presentó a él un oficial que había pertenecido a la tercera división, y en prueba de afecto le avisó que habiendo sido instigada nuevamente la tropa aquella noche para sublevarse, temía por su vida y por la tranquilidad de Logroño. Concurrieron con este otros varios avisos que efectivamente se oían alborotos en los cuarteles, y Alaix se personó allí donde era más inminente el peligro, y mandó bajar la quinta compañía del batallón de Castilla, que era la que más se distinguía, la hizo echar armas al hombro, y en la disposición que bajó la ordenó salir inmediatamente de Logroño, enviándola al comandante general que estaba fuera del pueblo. Seguidamente y ya por tiempo transcurrido creyó que esta lo habría verificado, mando bajar a la cuarta, y de la misma manera la destino a otro punto. Luego fue llamando una a una a las demás, y antes de dos horas, la guarnición y partidas sueltas de Logroño habían desaparecido, echadas por un solo hombre, que si bien general del ejército, ningún empleo ni destino tenía inmediato a ellas.

Acto continuo dispuso Alaix se reuniera la milicia nacional, se cerrasen las puertas de la población, y que desde las murallas guarnecidas, se hiciese fuego sobre cualquiera fuerza en número y clase que se acercase.

La Diputación Provincial y el Ayuntamiento del pueblo dieron las más expresivas gracias al general Alaix por su comportamiento, siendo de notar, particularmente la representación del último.

En casi todas las provincias tenían lugar actos de insubordinación, en perjuicio de la causa liberal y beneficio de los carlistas. (Historia de la guerra civil, y de los partidos y carlista, volumen IV=Antonio Pirala.

Sigue en la tercera parte.

También te puede interesar

Lo último

stats