La deslealtad
Este concepto, el de la lealtad o deslealtad, no siempre es bien entendido. Parece interpretarse siempre como aquella actitud de alguien frente a otro que debe permanecer fiel cualquiera que sean las circunstancias. Decía un amigo mío que fieles sólo son los perros y que la lealtad es un ejercicio que deben practicar todas las partes o personas que se la declaran, con independencia de las jerarquías.
Pedro Sánchez pide constantemente generosidad, lealtad y compromiso a todo el mundo y ofrece cogobernanza, sobre todo cuando las cosas se complican, pero acaba de dar una coz a las ciudades de Ceuta y Melilla, al excluir a los consejeros de educación de las mismas, de la conferencia de educación. Al parecer, aparecieron unos “problemas legales” en el último momento.
Es cierto que ambas ciudades no gestionan las competencias de educación y sanidad por cuanto sus estatutos de autonomía así lo indican, pero esas mismas normas supremas establecen los mecanismos de colaboración y participación de las dos ciudades y algunos ámbitos competenciales complementarios en ambas materias. Concretamente en Ceuta, la ciudad autónoma gestiona el mantenimiento de los centros educativos, aporta profesores y otro tipo de personal de apoyo, destina más recursos que el ministerio para becas y apoyo alimentario a los alumnos, libera espacios y edificios para destinarlos a nuevas plazas escolares y entrega unas instalaciones nuevas y modernas para la educación superior en el antiguo cuartel del teniente Ruiz. El ministerio, por su parte, gestiona la mayor tasa de fracaso escolar de toda la nación. Y ahora, justo ahora, cuando más falta hace la cooperación, la ministra de la educación cara y privada para sus hijos, excluye a Ceuta del órgano de cooperación y debate para la apertura del nuevo escolar. ¿De verdad se cree la ministra que, sin la colaboración leal de la ciudad, va a poder abrir los centros escolares en Ceuta con unas mínimas garantías? Si alguien desde Ceuta, la ha asesorado en este sentido, debería decirlo y decretar su cese con carácter inmediato. ¿La razón?, pues un claro ejercicio de temeridad.
La ministra ha actuado con deslealtad y, desde luego, con una clamorosa falta de sentido común y de oportunidad, porque tampoco tiene la ciudad la gestión de la salud, sino el Ingesa, dependiente del ministerio de sanidad del gobierno de España, pero en este caso sí se ha dado participación al gobierno de Ceuta a través de su consejero y esa cooperación está resultando clave para afrontar esta gran crisis.
Es curioso que, en muy poco tiempo, el Presidente Vivas, en la conferencia de presidentes, podrá plantear las sugerencias de la ciudad para el comienzo seguro del nuevo curso escolar, porque es la máxima autoridad de Ceuta.
Sánchez habla de cogobernanza y su ministra de problemas legales. Él de que sean los presientes autonómicos quienes determinen las medidas a tomar en cada caso, pero ella, impide que un consejero asista a una reunión clave.
Ceuta debe seguir siendo leal, a pesar de tanta incompetencia desalentadora y lo debe hacer porque debe estar allí donde se deciden las cosas y también, porque si abandonase a una soledad merecida a una ministra y a sus colaboradores en Ceuta, quienes sufrirían las consecuencias serían las familias y los alumnos ceutíes.