Lo que hace falta

1493_fot_03
1493_fot_03

Hace unos días, tras la vuelta de sus morenazas vacaciones, Pedro Sánchez dio una rueda de prensa para anunciar su nueva estrategia frente a la segunda oleada del covid-19. Ya saben, delegar en los presidentes autonómicos la responsabilidad de adoptar medidas drásticas. A los veinte minutos, Pablo Casado dio otra rueda de prensa para decir que en España no había nadie al frente del gobierno. Y los presidentes autonómicos, de uno en uno o de dos en dos, fueron dando su opinión que, mayoritariamente, era la de “no nos gusta ese marrón”. El resultado de tanto disenso es el que es: el covid-19 campando a sus anchas y España desangrándose política, social y, sobre todo, económicamente.

A muchos nos hubiera gustado que el Presidente del Gobierno de España, hubiese dejado ya el arte del malabarismo acompañado por los titiriteros del chalet y, por esta vez, hubiese pensado en el interés de la nación. Y que antes de anunciar medidas comprometidas, se hubiese reunido con el líder de la oposición, y no volver a tomar el sol ni a pegarse ningún chapuzón playero, hasta haber alcanzado un acuerdo de país. Y, entonces, esa rueda de prensa, hubiera sido un acto de dos, compartido en directo por ambos y ante todos, ante la estupefacción del tío de Galapagar, del insidioso Rufián y hasta del de Teruel existe. Pero los españoles, prácticamente todos, hasta los que votan a Urkullu (que no me cae mal, todo se dicho), hubiesen dormido esa noche más tranquilos.

Casado también anduvo muy rápido en la réplica, casi como las pistolas de el coyote, y algo embarullado con las alternativas legales al estado de alarma, pero no le quedaba otra, porque tampoco le han pedido los españoles que haga lo del trágala.

Son muchísimas las familias que se están desesperando, tanto en el conjunto de España, como en Ceuta en particular y, ahora, lo que sobra es el tacticismo y se demanda la verdad, aunque quien lo haga se de un soberano tortazo. Las pequeñas empresas están cerrando o a punto de hacerlo, millones de trabajadores están siendo despedidos y la enfermedad y la ruina siguen sumando desesperación en los campos de España.

En Ceuta ya se han acabado las vacaciones y llega la cuesta de septiembre, con cifras del covid alarmantes, negocios tiritando, personas sin horizonte, un vecino inquietante, una inseguridad que crece como la pandemia y unos políticos que siguen en la pugna por el poder. ¿Qué poder, pregunto? ¿Para qué sirve mandar sobre un desierto?

Esto podría ser un ruego, como en los antiguos plenos del ayuntamiento. ¿Harían el favor de aparcar los “temitas” esos de pelea de gallitos que no conducen a nada? De verdad, piensen que ahora no importa mucho si el ICD va mejor o peor, o si hubo recogida de residuos especiales el día del sacrificio y por qué; si Vivas quiere más a unos que a otros o si le gusta más la derecha que la izquierda, o si un expediente de modificación de créditos para pagar nóminas es un desastre porque el gobierno es un desgobierno. Esas cosas dan hasta grima con la que está cayendo. Cierren un pacto contra el covid-19, que sirva para preservar la salud y que plantee medidas económicas y sociales que salven a los ciudadanos de la hecatombe que se asoma. Dejen la pugna para el año que viene, por ejemplo. Sumen y aprueben unos presupuestos para la ciudad que sean útiles para las empresas y las familias. Estén a la altura de este dramático momento. Por favor.

También te puede interesar

Lo último

stats