Hostelería y Comercio

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Estos dos sectores, complementarios entre si, están en observación y no es descartable que acaben en la UVI por la pandemia y la frontera.

Se plantean iniciativas desde la cámara de comercio y son loables, pero ante la situación actual suponen lo mismo que colocar una tirita para frenar una hemorragia. Solamente los gobiernos tienen la capacidad para abrir una senda ante la abrupta montaña que nos está cerrando el paso y colapsa nuestra economía.

No es el primer caso, hablando de Ceuta, de ciudades que ha tenido que reinventarse a causa del agotamiento de su modelo económico. Porque, de no hacerlo, podrían acabar como acabó Detroit o como aquellos antiguos pueblos mineros que, tras agotarse el filón de oro o plata, fueron abandonados y hoy sólo son recuerdos en algún libro.

El covid-19 ha podido ser la gota que ha colmado el vaso, pero no nos engañemos, porque el modelo del comercio transfronterizo, además de obsoleto por sus prácticas, se sabía finiquitado desde hace ya tiempo.

Bilbao, Málaga y otras muchas ciudades españolas encontraron el liderazgo adecuado y la complicidad de los operadores económicos para renunciar a rancias economías e incorporarse a otras nuevas y pujantes. Tuvieron liderazgo político, visión empresarial y analizaron correctamente su lugar en el mundo y sus fortalezas para ofrecer algo inédito. Por supuesto que nada es eterno y hay que perseverar en la continua evolución, pero siempre existe un momento de inflexión que hay que aprovechar, y que suele ser ese instante de depresión que sólo puede provocar dos reacciones: o tirar la toalla o como dice el gran Dani Martín, quien fuera líder de el Canto del Loco, “que todo empiece de cero, de cero”.

Hay que darse prisa y cerrar ya las especulaciones y los enunciados comunes a cualquiera y plantear, tal y como somos, lo mejor para el futuro.

Estamos en mitad del estrecho de Gibraltar… ¿Podríamos ser un gran punto de suministro a buques de combustibles que cumplan la normativa europea? Sí, rotundamente sí, porque estamos en la mejor ubicación posible, por donde transita una gran parte del tráfico marítimo comercial del mundo. Pues pongámonos manos a la obra ya.

¿No disponemos de un bien único y escaso en el mundo tan o más necesario que el petróleo? Pues saquemos rendimiento de ello. Somos el mayor ejemplo de Convivencia de todo occidente, pero incapaces de articular una medida expansiva, más allá de un premio que otorgamos de vez en cuando. Con menos mimbres hay ciudades que acaparan la atención del mundo mucho más tiempo y sobre asuntos de menor calado. Necesitamos el instrumento, que debe ser académico y liderado por expertos y estudiosos y fomentar el estudio y el encuentro en Ceuta de todo el humanismo que las culturas de ambos lados del mediterráneo han cultivado durante siglos.

¿Es posible que los peninsulares puedan llegar a Ceuta pagando lo mismo que los residentes? Sí, es posible. Pues no lo dilatemos más, que la cosa no está para la apatía.

Un plan es sólo una decisión sobre el modelo de ciudad para el futuro. Tampoco Ceuta necesita mil medidas. Probablemente con media docena sería suficiente, porque ya dispone de instrumentos que ayudarán a la causa, como su fiscalidad especial y sus atractivos naturales inexplotados, todos ellos vinculados al mar en sus diferentes manifestaciones: deporte, ocio, pesca, submarinismo, etc. Y su comercio y su hostelería, que podrán ofrecer lo mejor de si mismos e implementar sus actividades con un mejor servicio y mayor especialización. Es cierto que hacen falta muchas voluntades implicadas, porque harán falta recursos, pero estoy seguro de que, si los gobiernos se empeñan, la iniciativa privada también acabará sumándose.

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