Proteger los espacios abiertos que generan riqueza

Desde luego que embargan de responsabilidad las cifras de la pandemia, porque el virus tiende a descontrolarse si somos incapaces de seguir las tres normas básicas que ya conocemos todos y que son fáciles de aplicar: lavarnos frecuentemente las manos, usar la mascarilla y guardar la distancia de seguridad, además de aislarnos ante el primer síntoma compatible con el virus y contactar con los servicios sanitarios. Esto forma parte de la responsabilidad de cada uno de nosotros, pero no todas las responsabilidades son individuales.
La falta de pruebas serológicas, la falta de rastreadores, la escasez de medios en los servicios de salud y de educación o la improvisación en la organización de actividades públicas, es responsabilidad de las administraciones. Y esa desidia e irresponsabilidad no puede suponer que para soportar las consecuencias de ambas cosas, se utilice el camino más corto, que no es otro que el que acaba colapsando la economía real.
Se puede exigir a los hosteleros y comerciantes más exquisitez y cuidado en las medidas higiénicas, como el control serológico de sus trabajadores o mayor frecuencia en la desinfección de mesas, sillas, aseos, etc. Pero cuando no se dialoga con el sector y se opta por decretar medidas que avocan a los negocios a no ser rentables, es porque alguien no sabe dónde están las pocas fortalezas que le quedan a Ceuta. Reducir, por ejemplo, espacios en las terrazas u horarios, sería el último picotazo para terminar con un negocio sobre el que se ha cargado el peso de la crisis. El esfuerzo que ha hecho este sector para adaptarse a los requerimientossanitarios ha sido colosal, mucho mayor que el del transporte público, por ejemplo, en el que ni se exigen distancias de seguridad ni se limitan los aforos. Los espacios abiertos y al aire libre que generan riqueza deben protegerse y, si es necesario, aumentar su disponibilidad de espacio. Otra cosa es que las reuniones en una misma mesa estén limitadas en cuanto a su número e, insisto, en que se exija el cumplimiento de todas las medidas higiénico-sanitarias en el desarrollo de la actividad, porque la compatibilidad es posible si no buscamos el camino más fácil para resolver los problema, como hace la izquierda que,cuando los ingresos no llegan, sube los impuestos.
Parecería más propio centrarse en erradicar los botellones y no pretender manchar la imagen de empresarios serios que cumplen y crean riqueza. Enviar a las diez de la noche a la policía a una terraza limpia y ordenada en la que los clientes cumplen las normas, no parece una medida dirigida a proteger la salud, mientras se consiente que haya tiendas vendiendo el alcohol a granel para fomentar el botellón. No queremos pensar que se persigue a determinados empresarios por razones ideológicas, porque ya habíamos superado (o esocreíamos) ese lamentable síndrome de la persecución al discrepante.
En fin, esperemos que las autoridades hagan su trabajo y dejen de atosigar a quien lo único que hace es cumplir, sumar al crecimiento de Ceuta y, por supuesto, opinar con libertad. Faltaría más.