El Consejo de Política Fiscal y Financiera

Malos tiempo corren para la estabilidad de las cuentas públicas. Unas cuentas, las de Montoro, todavía, que metieron en cintura los desvaríos de todos los gobiernos, aquellos que hacían un aeropuerto en cada barrio y una caja de ahorros politizada para pagarlo… nunca.
Un día, el Estado asumió todas las deudas y se pusieron a cero los contadores de los caprichos de todos los mandarines de España, pero el covid 19 ha llegado para salvarlos a ellos a costa de la salud de los demás. Pueden volver a gastar, esta vez no por la gracia de Montoro, sino de Montero, la ahora ministra con presupuesto del primero, porque la pandemia y sus efectos lo exigen. Y el Estado, una vez más, se trocea, y se desentiende de su función principal, que está claramente definida en la constitución española refiriéndose al gobierno de la nación, al que le encarga dirigir la política interior y exterior del Estado. Pero no, ahora se ha impuesto el término de la “cogobernanza”, que más suena a cogorza que a ordenanza, visto el resultado en esta rabiosa actualidad.
“Cogobernanza” para buscar socios en el desastre y en la irresponsabilidad, y cuando alguno se resiste al matrimonio envenenado que le propone el gobierno de España, le declaran la guerra y se acabó. Tú ya no “cogobiernas”, Ayuso, y el mensaje cala tanto en el resto que, a ese resto, o restos, se les ve acobardados, para acabar confundiendo la cortesía con cobardía, porque Sánchez no quiere “cogobernar” con nadie, que eso sólo es un concepto al estilo de la lombriz en el anzuelo, para algunos piquen y se crean que han mordido tajada, sin darse cuenta de que ahora ya están atrapados.
Mejor sería, o hubiera sido desde un principio, marcar el territorio, porque es verdad que un país como España no se puede gobernar en régimen de concejo abierto, que a eso se parece la mal llamada conferencia de presidentes, a la que algunos ni asisten, porque se consideran jefes de estado de otro país. Y algo parecido busca la ministra Montero en ese otro consejo, el de la política fiscal y financiera, ofreciendo a las autonomías y los ayuntamientos que se endeuden todo lo que quieran. Y olé. Y mañana vendrán las consecuencias y el gobierno les dirá a las autonomías que él no las obligó a endeudarse.
Ceuta tiene razón en apelar al gobierno de España y no dejarse arrastrar a hacer la guerra por su cuenta, como la taifa de Zaragoza que tuvo que acabar pidiendo socorro al Cid.
Debe ser el gobierno de España quien diseñe un plan para reflotar el país, también usando el mecanismo de la deuda, pero asumida y avalada por el Estado. El covid-19 es uno, así que el ejército que se enfrente a él no puede ser similar al de Pancho Villa.