¿Qué podemos hacer?

Creo que frente a la pandemia del covid-19, hay dos tipos de personas: las que están dispuestas a sufrir cualquier disciplina impuesta por las autoridades, y las que van a seguir actuando como si no pasase nada. También hay dos tipos de gobernantes: los que empeñan todo su esfuerzo en luchar contra el virus y sus consecuencias, y los que sólo miran de reojo las encuestas y actúan según su interés político.
Si en España los gobernantes sólo pudieran estar en el cargo ocho años, como en los Estados Unidos de América, la mitad de los mismos, es decir, los que ya no pudiesen repetir, obrarían de acuerdo con el interés general y habría dos tipos de regiones: las superinfectadas y las de riesgo mínimo. Y no importa que en EE UU eso no pase ahora, es decir, que un Presidente que opta a la reelección, haga las cosas de modo desquiciado, porque el caso de Trump es “caso aparte”, digno de estudio.
La democracia, definida por Churchill, como un mal sistema, siempre y cuando exceptuemos a todos los demás, está enseñando su peor cara, la del mal sistema, que antepone a través de sus líderes el interés electoral al interés general. Pero en el caso de España ese mal se multiplica por veinte, que es la suma de las elecciones generales más las elecciones autonómicas y las de Ceuta y Melilla. Veinte líderes mirando de reojo al calendario electoral en plena pandemia, cada uno con su discurso, desde el reconvertido de Revilla (el de las anchoas), al “ya no se sabe quien está” de Cataluña. Pero hay que seguir sumando, porque a cada Presidente que quiere repetir como sea, hay que sumar para formar este pandemonium, a los veinte jefes de la oposición y a otros que se disputan ese subcampeonato, y que también dicen cosas que van de lo insulso a lo estrambótico.
Pero, volvamos al principio, a esa dualidad entre la gente, entre los que acatan las normas y los que pasan o se oponen. En este caso ¿cuál es la causa? Creo que no hay otra causa que la situación económica de las personas o las familias. Quien tiene una economía saneada optará por hacer todo lo que le pidan, aunque sea encerrarse en su casa otros dos meses, pero quien vive de lo que en la calle se busca a diario, millones de personas para ser más concreto, acabará por rebelarse contra las imposiciones y las restricciones, porque nadie le repone lo que pierde si se para. Y detrás de ese drama, no está él o ella sin más, porque hay hijos y otras personas dependientes, a quienes entre el covid-19 y los políticos egoístas, les están arrancando a jirones su futuro y su felicidad. Los veinte que mandan y los veinte que se oponen deben tener presente una cosa: cuando a las personas se las lleva al límite, acaban tomando La Bastilla.