El mensaje de Vivas

Cualquier aventurero demagogo, hubiese aprovechado la situación actual para arrimar el ascua a su sardina. Marruecos hostigando a Ceuta y escasa o timorata respuesta del gobierno de España. El covid haciendo estragos y la administración competente, el Ingesa de Illa, sigue sin hacer un cribado masivo. La seguridad en las calles (competencia del Estado), quebrada por tanto vandalismo, y el asunto de la inmigración olvidado y asumido. Pero Vivas no ataca despiadadamente, sólo pone el acento donde hace falta. Incluso se atreve a pedir un confinamiento domiciliario en un momento económico dramático, obviando si su propuesta es impopular, siguiendo recomendaciones técnicas y haciéndolo con la razón y el sosiego que se demandan en momentos así.
Está claro que el Presidente de Ceuta no busca mejorar su imagen y está siendo fiel a si mismo, huyendo de la gresca y consagrando como forma de hacer política, el diálogo frente a la confrontación. Y es posible, incluso más que probable, que otras propuestas, como la de los empresarios, que abogan por más controles y menos restricciones, sean las más acertadas para conciliar salud y economía. Pero Vivas no se siente con fuerzas para asistir a más ensayos cuyo resultado son unas cifras insoportables para la salud de los ceutíes. Y no puede hacerlo porque no ve una clara respuesta del Estado, que garantice que una vida ciudadana más abierta, no acabará con una gran parte de la población infectada. El Ingesa no da respuesta a lo que la Ciudad Autónoma le pide, y así las cosas, sólo cabe proponer el cierre.
No pretendo demonizar con estas líneas a los responsables del Ingesa, pero los medios aplicados han sido y son insuficientes. Tal vez es que la capacidad de España sea insuficiente, pero ahora le toca dar la cara al gobierno que censuró al de Rajoy. Es más, también el PSOE ceutí ha pedido el confinamiento domiciliario, lo cual parece poner de manifiesto que la lógica se impone.
Lo deseable sería que eso no ocurriese, no lo de la lógica, sino la constatación de la incapacidad del Ingesa para establecer una estrategia alternativa a la de esperar a ver cómo va la cosa, la mala cosa, y provocar sin decirlo (porque informar, informan poco), que el Presidente, autoridad delegada, tenga que verse obligado a pedir el confinamiento domiciliario.