Con este Gobierno no levantamos cabeza

Estamos en medio de una pandemia mundial y la incertidumbre, las normas restrictivas y el aislamiento, incluso con nuestros familiares, nos condena a vivir en una tensión continua que nos aleja de lo cotidiano, esa tranquilidad de la que nunca se habla y tan necesaria para nuestra salud mental y estabilidad social. El bienestar social que cualquier gobernante intenta asegurar a sus conciudadanos.

Todos los Gobiernos en Europa, todos los del mundo, tienen dificultades para gestionar el COVID-19 y los vemos normal. Sin embargo, los responsables de los países que nos rodean se dirigen a su población con respeto, buscando la unión del país, disculpándose por los errores, contabilizando a los muertos reales, dando explicaciones claras y concisas, respondiendo a todas las preguntas de los medios de comunicación sin rodeos ni perífrasis, con seriedad, y lo más importante, buscando a expertos sanitarios, especialistas económicos, empresarios de éxito, para dar con las mejores soluciones en cada área y reducir al máximo las consecuencias negativas tanto sanitarias como económicas. Cuando un Gobierno es responsable no miente, plantea la realidad y expone con absoluta nitidez los hechos creando la confianza social necesaria ante los momentos más complejos y difíciles. Cuando un Gobierno quiere pactar con la oposición en una crisis sin precedentes, para buscar una mayoría social y no la mínima parlamentaria, encuentra el camino para representar a todos los ciudadanos y que no haya confrontación social, ni ideológica, porque sólo hay un enemigo al que derrotar y es mortal, la pandemia y sus consecuencias. Sin ninguna duda, para gobernar un país en un momento tan grave como el que estamos viviendo se necesita un líder generoso y valiente que piense en la estabilidad del Estado antes que en la perpetuidad de su partido en el poder, que afronte los problemas y sus consecuencias con responsabilidad, que tome decisiones complejas sin pensar en el desgaste de su imagen y los votos, porque para un Presidente de un país la estabilidad socioeconómica es lo más importante para poder salir adelante sanitaria y económicamente. Si en una situación normal la estabilidad nacional es importante, qué superlativa puede resultar cuando nos enfrentamos a un virus que se ha llevado a casi 75.000 muertos, ¨incidencias¨ según la denominación eufemística del Gobierno, muertos para los que perdemos a un familiar o amigo, patriotas que han construido la España actual cada uno con su ideología, su familia, su historia personal. Sin embargo, Pedro Sánchez, lejos de reconocer los muertos por COVID que los datos del INE y las funerarias confirman sólo se preocupa de proteger su imagen, como buen narcisista, tan perfectamente custodiada por Moncloa, Iván Redondo y los medios de comunicación regados con el dinero público, y tan lejana a la realidad de nuestras víctimas cuya muerte por COVID se oculta hasta para contarlos, como si fueran algo sin importancia, como si no fueran una gran pérdida, sin el respeto que se merece una vida, una persona, los ocultan como lo haría un cobarde, que a un muerto lo denomina una ¨incidencia¨.

En esta pandemia los máximos responsables de los países europeos han mostrado empatía con sus ciudadanos de alguna manera, siempre en manos de expertos y siguiendo las consignas que la UE ha marcado: Italia redujo la Cámara de Diputados de 600 a 400 y el Senado lo ha dejado en 200 representantes de los 315 que tenía; Francia suspende el pago de alquileres, impuestos y recibos de luz, gas y agua para las pymes y se dedicarán 300.000 millones de euros para salvar a las empresas, asimismo el Estado asumirá el pago de los créditos bancarios contraídos; Portugal aumenta el gasto público un 20% sin renunciar a rebajar el IVA y el IRPF; Alemania ve llorar a Merkel y pedir perdón por los 590 muertos en 24 horas que define como no aceptable en su gestión; Europa baja impuestos y alarga los ERTES para evitar el hundimiento de la economía; España sube impuestos, sigue sin dar ayudas a autónomos y PYMES, ataca a las Comunidades dirigidas por el partido de la oposición, deja la responsabilidad sanitaria en manos de las Comunidades para proteger su imagen, sube los salarios de políticos, aumenta asesores a dedo sin formación, pacta con los extremistas, ataca a la Corona para tapar nefasta gestión, subvenciona a ilegales, baña con dinero público a los sindicatos y las ONGs… Es un suma y sigue continuo de acciones que no están dirigidas a buscar una estrategia y una planificación para lo fundamental en una pandemia mundial, sino que tenemos a un Gobierno que secuestra a la nación bajo un Estado de Alarma ilegal al grito de Sánchez: ¨¡Viva el 8M!¨ para seguir ejecutando su plan político progresista socio comunista.

Nos dirige un Gobierno Frankenstein con estrategias comunistas bajo las siglas del PSOE que han llegado al poder mintiendo, nunca pactarían ni con PODEMOS ni con Bildu, y ahora aprovechan una emergencia nacional, un momento excepcional, para hacer política ideológica, etiquetar y señalar a los que tan sólo quieren que la ley se cumpla. Mientras en los informativos sólo se habla del COVID bajo las indicaciones de Moncloa y se omite la información política relevante al Gobierno y sus socios, como si viviésemos en un mundo perfecto, donde los únicos delitos son los del Rey emérito, sin imputación alguna de hecho aunque no lo parezca, Juan Carlos I es la gran cortina de humo de los proges socialistas como si ellos no tuviesen condenas, imputaciones o delitos fiscales suficientes que explicar. Se pide ejemplaridad según a quién y cómo, es el cinismo y la hipocresía de la Nueva Normalidad que nos imponen.

Pedro Sánchez asesorado por Iván Redondo sólo se preocupa de una gestión ideológica totalitaria que ataca al Poder Judicial, la libertad de expresión, la propiedad privada y la Constitución con la finalidad de implantar un modelo político populista que lo perpetúe en el poder con unos socios comunistas, bilduetarras e independentistas llenos de imputados, condenados y delincuentes que no tienen nada que perder y son estos, los que con negligencias continuas y violencia no nos van a permitir levantar la cabeza como país en una democracia cada día más golpeada.

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