El Hospital del INGESA de Ceuta o….. “Historias para no dormir”

Quizás si no estuviesen saliendo tantas noticias “buenas” sobre nuestro Hospital, no me hubiese atrevido a escribir estas letras, por estar ya acostumbrados a pasar de todo lo malo que nos ocurre en esta Ciudad; pero llega un momento donde una se ve tan indefenso, tan desprotegido, tan a la aventura, tan abandonado a la suerte que te depare el destino que una no se puede resistir.

Es gratificante al menos que, según nuestras Autoridades, a las que por su puesto me merecen todo el respeto, hayan podido reducir el nivel de emisión de ruidos en el Hospital. También es una gran noticia que ya podamos pedir cita telemáticamente, otra maravilla de la ciencia para los que tengan los medios informáticos adecuados y puedan pagarse la Wifi correspondiente.

Incluso es maravilloso que vayan a establecer un plan de colaboración entre el SEIS y el Hospital para posibles planes de evacuación, aunque no deje ser preocupante de que hayan tenido que pasar tantos años hasta que se han dado cuenta que no está en marcha ese plan. Todos estos logros aparecidos en los últimos días en los medios locales.

A primera vista este escrito parecería una oda a las virtudes de nuestro Hospital; pero por desgracia no todo va a ser bueno.

Creo que a la vez de todas estas mejoras y avances, se deberían mirar un poco más el funcionamiento interno del Hospital, donde las deficiencias son MAYUSCULAS, no se si por dejadez o desidia, sin ir más lejos la semana pasada por desgracia, se nos presenta una urgencia familiar de mi padre de avanzada edad y que está en mal estado y nos vemos obligados a llamar al 061, quienes después de una revisión personalizada, no consideran (siempre según sus informes emitidos) que sea necesaria su evacuación al Hospital y que tan sólo se trataba de una subida de azúcar y que en el caso de persistir se recomendaba ir a urgencias o volver a llamar.

Al día siguiente tuvimos que llevarlo al Hospital porque su estado persistía, desde las 11 de la mañana en esa antesala del Hospital, donde entramos con nuestra propia silla de rueda, porque según los operarios, no había disponible del hospital, nadie le miro, ni le hicieron prueba alguna, ni tan siquiera fue atendido de cosas tan básicas como cambiarle el pañal que llevaba. A las 18 horas viendo que nadie hacía nada, tanto mi hermana como yo tuvimos que empezar a preguntar de forma más preocupante si es que nadie le iba tender.

A partir de ahí fue atendido y diagnosticándosele una subida de azúcar y una infección de orina, que no necesitaba hospitalización. Con lo que sobre las 21,00 h. regresamos a la casa después de pasar “un bonito día”, en el servicio de urgencias del Hospital.

El martes persistía su estado, se llamó a su médico de cabecera y no estaba pasando consulta por motivos particulares y su sustituto no podía ir a verlo porque “no tenía medio de locomoción y su caso le cogía lejos”. Destaco entre comillas por ser palabras del Doctor con el que se habló.

Por fin el jueves, su médico de familia habitual, lo visitó en el domicilio y observó como además de una subida de azúcar tenía una retención fuerte de orina, diagnosticada como un balón vesical. Le puso un tratamiento de choque y si al día siguiente no remitía habría que llevarlos al Hospital nuevamente

Y así fue, el viernes todo continuaba a peor, por lo que lo trasladamos por nuestros propios medios al Hospital, más que nada por no molestar, a las ambulancias; y otro día completo en urgencias donde esta vez si fuimos atendidos dentro de una normalidad, bueno este día la sorpresa fue, que el doctor que nos atendió nos comentaba que en el ordenador de recepción constaba de que la familia no había querido dejarlo ingresado el lunes cuando fuimos a Urgencias. Asombroso no?, hasta que por la tarde fue ingresado en planta. Allí ha permanecido hasta ayer martes y donde tras cuatro días de estancia la prueba más complicada realizada ha sido una ecografía. Que por otro lado me imagino que sería lo que necesitaría. Gracias a Dios hoy ya está en casa, aparentemente mejorado, hasta la próxima.

Hasta aquí esto podría ser una historia normal de una atención deficitaria de ese centro y donde la única razón que encuentro es la de que como es muy mayor, para que vamos a perder el tiempo, el trabajo y el dinero en atenderlo o recuperarlo; pero sin duda alguna lo llamativo, lo pintoresco, lo incluso gracioso es haber tenido a mi padre ingresado en el Hospital, a través de un servicio de urgencias, con la pulsera identificativa de otro enfermo. Su nombre no se parecía en nada; lo que pido a Dios, es que al menos, el tratamiento le haya servido.

Por supuesto, y sobre todo por si alguien se atreve a poner en duda este relato, la pulsera está en nuestro poder y aquí seguirá custodiada

Termino, permítanme Autoridades de la Ciudad, directivos y profesionales de nuestro Hospital Universitario, reclamen un poco de celo en el trabajo a los que allí están, que está bien que el hospital no haga ruido, que se avance tecnológicamente y que sepan como evacuar del centro en caso de incendio o catástrofe, pero por favor no se vayan a dejar CAMAS LIBRES a costa de equivocaciones y tratos como estos.

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