Dialogando Corán en mano (I)
No voy a perder mi tiempo, por ahora, en contestar las babayaes vertidas por los presidentinos de unas peculiares asocaciones de vecinos de Ceuta; ya lo haré, de forma inapelable, cuando me plazca. Tampoco, ya tocará, replicaré a las amenazas directas vomitadas sobre mi persona en determinado diario digital de esta ciudad. Solo señalar a tirios y troyanos, aquellos versos del genial (y antisemita) Quevedo: “No he de callar por más que con el dedo, ya marcando la boca, ya la frente, silencio avises o amenaces miedo”. Solo podréis conseguir callarme, ¡canallas!, ¡cobardes!, eliminándome físicamente. ¡Y cuidado! Porque como cantaba Espronceda, “¿Condenado estoy a muerte? Yo me río, no me abandone la suerte. Y al mismo que me condena, colgaré de alguna antena quizás en su propio navío”. Eso sí, puedo adelantar al respetable el tono y talante del titular de mi réplica, a todo color y en la última página de este medio: “Con rabia y con orgullo”. ¿Inteso?
Mientras en Ceuta, siempre ciudad querida, la islamización profunda (“Con vuestras leyes os conquistaremos, con nuestro islam os someteremos”, ¿eh jais?) avanza, emboscada, de forma inexorable ante la inacción y estulticia de las cobardes autoridades políticas de Eurabia en Ceuta y Madrid, en muchos países formalmente islámicos (Marruecos, ¡Túnez!...) se están abriendo paso importantes debates sobre la relectura y exégesis del Corán. Es decir y en román paladino, habría que preguntarse por qué, en conjunto y por ejemplo el musulmán marroquí medio suele ser más abierto y tolerante (levanto acta de ello) que su homólogo, el demasiadas veces cerrado y falso musulmán español de Ceuta. ¿Qué opináis, jais? ¡Viva, Viva, Viva! Y Viva también el voto cautivo del musulmán ceutí, ¿eh jais? Ándenle, ándenle, preguntadles hoy tras la “jotba” (sermón) del viernes a los imames y asimilados en las 32 mezquitas y oratorios (unos cuantos ilegales) repartidos a lo largo y ancho de la geografia ceutí.
Este viernes, ah jais, chof, yo quería empezar a reflexionar, abierta y cordialmente con ustedes, sobre el (presuntamente) sagrado Corán, por lo que empecemos poniéndonos de acuerdo en las formas y en el fondo. Método, método y método que la palabra, como advertía Ortega y Gasset, “Es un sacramento de muy delicada administración”.
De entrada, superando el colonialismo lingûístico de que El Corán (o Alcorán) solo puede leerse correctamente en árabe (decidme, jais, ¿Alláh/Dios habla en “arabía”?), señalarles que las azoras o versículos están sacados de la solvente traducción del reputado arabista Julio Cortés citada a pie de foto.
Y de salida, dos futiles preguntillas de nada: Ah jais, ¿El Corán es verdaderamente aplicable “en todo tiempo y lugar”? Porque son ya numerosos los exégetas y pensadores musulmanes que ponen en tela de juicio los, digamos, “versos de la discordia”. ¿Qué opinan ustedes al respecto? En cuanto a los contenidos decidme jais (¿o preferís que os llame “joyas”?), ¿todo el texto coránico es vinculante...? Caso de contradicción en el mensaje, muy usual en textos sacralizados como el polisémico Corán, ¿a donde nos conduce la ortodoxa metodología de los versos abrogantes y los versos abrogados...?
Por empezar a citar solo algunos nombres, mencionaré de pasada a cuatro importantes pensadores magrebíes, a tomar nota, que están abordando una valiente exégesis y relectura del Corán: Rachid Bencine, investigador marroquí en hermeneútica coránica y compilador de las nuevas investigaciones que abordan la religión en el seno de las ciencias humanas; Abdou Filali Ansari, ensayista marroquí afincado en el Reino Unido quien considera, apoyándose en lecturas históricas, que el laicismo y el islam son compatibles; Mohamed Charfi, profesor universitario y ex ministro de Educación de Túnez, quien cree posible conciliar El Corán con los conceptos modernos de estado de derecho y democracia; o Abdelwahab Meddeb, quien en 2002 se atrevió a escribir un sugerente y corajudo ensayo sobre “La enfermedad del Islam”. ¿Los conocéis, jais...?
Pensar globalmente y actuar localmente. Pisando pues terreno y volviendo a Ceuta..., ¿eh jais?, ¡vosotros y yo sabemos bien lo que hay, permítanme que insista: “Con vuestras leyes os conquistaremos y con nuestro islam os someteremos”. Vaya. ¡Viva, viva, viva! “Viva” sin tilde claro... y sin “s” ya me entienden. ¡Y Viva el voto cautivo del musulmán ceutí, ¿eh Rabea, hija?, en esta ciudad dulce, pequeña y marinera. Digo. Y por cierto, en la Delegación del Gobierno, amén de mirar para otro lado y contar milongas, ¿están haciendo algo al respecto.... ? ¡Cu-cú, cu-cú, Delegación! ¿Hay alguien ahí?
El próximo viernes, Corán en mano, seguimos. Contra viento y marea. Cualquier problema se suplirá con celo.
Haya salud.
Visto.
Dedicado a los alumnos de Relaciones Internacionales de la madrileña Universidad Francisco de Vitoria, que durante ésta semana han viajado al Reino de Marruecos para conocer, a pie de obra, la realidad política de nuestro peculiar vecino del sur y sus esfuerzos, en la senda del nacional-malikismo, por dar a conocer dentro y fuera del Reino, su versión sin duda moderada y (relativamente) tolerante del Islam.