Coco, ‘el octavo pasajero’

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No. No se trata de un alien. No tiene nada que ver con la película de culto de Ridley Scott. Es algo más que eso.

Un pequeño cachorro que ahora tiene un mes y medio y que pudo escapar de un futuro incierto o acaso la muerte, por una serie de circunstancias que concurrieron, afortunadamente. Forma parte de la camada de ocho cachorritos nacidos hace unos cuarenta y cinco días en Ceuta, en un domicilio de la avenida Reyes Católicos.

Sus siete hermanos saltaron a los medios de comunicación –por supuesto EL PUEBLO y hasta ABC se hicieron eco del caso- porque habían sido gravemente maltratados. La Policía Local difundía una nota de prensa, el 3 de agosto, dando cuenta del hecho de que el día 29 de junio un ciudadano había alertado de que un hermano suyo, después de una discusión, había cogido a siete cachorros de su propiedad, recién nacidos, y los había arrojado dentro de una bolsa de basura cerrada a un contenedor.

La Policía Local se puso en marcha. Emprendía la búsqueda de los animales, hasta que un empleado de la empresa de limpieza Trace, se personó en las dependencias de la Jefatura de la Policía Local, haciendo entrega de siete cachorros de perro recién nacidos, que había encontrado en torno a las 17.30 horas, manifestando que los había hallado dentro de un contenedor de basura en una bolsa de plastico negra cerrada, en la avenida Otero frente al Centro de Salud. Los agentes actuantes, trasladaron a la Protectora de Animales de Ceuta a los cachorros. Ante los hechos ocurridos, los agentes procedieron a instruir diligencias en Cuerpo Nacional de Policía por un presunto delito de abandono animal.

Pero la historia de Coco comienza más de dos meses antes. Patricia Sánchez, madre de dos preciosas hijas, Sandra, de nueve años, y Natacha, de siete, era requerida insistentemente por las niñas, sobre todo por la más pequeña: querían un perrito. Ahí es nada.

Su vecino, Juanma, tenía una perra que acababa de parir a una camada. “Un día nos dejó a uno de los cachorritos durante unas horas y después se lo tuvo que llevar”, explica Patricia. El ansia de las niñas por tener una mascota ya era absolutamente incontenible, así que Patricia habló con el dueño de la perra y éste le indicó que ya todos los cachorrillos tenían dueño, de forma que le dijo que esperara unos 60 días, hasta que la perra volviera a tener descendencia.

Así fue. “Un día me llamó y me dijo que ya habían nacido los cachorros, pero que todavía era muy pronto para apartarlos de su madre. Una vez que lo consideró conveniente, nos trajo a Coco”, señala Patricia Sánchez.

Coco tenía tres semanas cuando llegó a su nueva casa, apartado de su madre y del resto de sus hermanos de camada, los otros siete. “A los cuatro o cinco días me enteré que el hermano del dueños de los perros había tirado a los siete cachorros a una papelera”, declaró. En este punto, la Protectora de Animales se hizo cargo de los siete cachorritos y también de la madre, para que pudiera estar con ellos. Como en todas las historias, hay finales agridulces. La madre murió y cuatro de sus pequeños también. No pudieron superar la muerte de su progenitora. Los otros tres sobreviven, además de Coco. “Cuando las niñas se enteraron se pusieron a llorar, y yo también”, explica Patricia.

El pequeño cachorrito de la familia de Patricia Sánchez está, ignorante de lo ocurrido con su madre y el resto de sus hermanos, más que feliz en su hogar.

“Da gusto verle, es una verdadera alegría tenerlo con nosotros. Las niñas están contentas, están locas con nuestro perrito”, explica Patricia, sin contener la emoción. Coco es “muy bueno, no llora y ya ha empezado a corretear”, explica. Se ha adaptado perfectamente a su nueva familia y es ahora mismo el rey de la casa. No se sabe exactamente de qué raza es, puesto que es mestizo, como se les define a estos animales en el argot veterinario. “Pero es una mezcla muy buena”, señala Patricia Sánchez no sin ocultar el orgullo por su perrito.

Tiene su cama, sus muñecos y sobre todo, lo más importante, el cariño de aquellas personas que le han adoptado. Es uno más de la casa y que sea por muchos años.

Sin lugar a dudas una historia algo triste pero que para Coco y para su nueva familia tiene un final enormemente feliz. El ‘octavo pasajero’ vive con quienes le quieren.

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