Zonas Económicas Especiales

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Ceuta y Melilla llevan años enfrentándose a desafíos económicos y sociales que limitan su desarrollo y, con ello, las oportunidades de sus ciudadanos. Sin embargo, la propuesta de convertirlas en Zonas Económicas Especiales (ZEE) puede marcar un punto de inflexión para ambos territorios. Según el informe presentado por el Observatorio de Ceuta y Melilla, los beneficios de implementar esta figura no son pocos: aumento del empleo, crecimiento de la producción y atracción de inversiones que diversifiquen la economía local. Es una apuesta que suena prometedora y que merece una discusión seria y profunda.

El modelo de las ZEE no es nuevo; Más de 5.000 de estas zonas existen en el mundo, y en España, Canarias ya sirve como referencia. Allí, el tipo impositivo es de apenas un 4% frente al 25% general, lo que ha facilitado la llegada de empresas y la creación de empleo. Si algo similar se implementara en Ceuta y Melilla, el impacto sería significativo: hasta 480 nuevos empleos y una base inicial de 34 empresas, según las estimaciones del informe. Esto no solo aliviaría la dependencia del sector público, sino que abriría la puerta a empleos más productivos y estables.

Pero la verdadera clave está en la diversificación económica. Ceuta y Melilla, tradicionalmente dependientes de su posición fronteriza y del comercio exterior, tienen aquí una oportunidad para transformarse en hubs de servicios tecnológicos y digitales. En un mundo cada vez más interconectado, la posibilidad de convertirse en centros de exportación de alto valor añadido no solo mejora su posición estratégica, sino que las integra mejor en la economía europea.

Por supuesto, no faltarán los escépticos. Algunos argumentarán que las ZEE pueden generar desigualdades o atraer empresas únicamente por los beneficios fiscales, sin un compromiso real con el desarrollo local. Sin embargo, estos riesgos pueden mitigarse con una regulación clara y con un seguimiento estricto que priorice la generación de valor en las ciudades autónomas. Lo que está claro es que la inacción no es una opción: quedarse como estamos solo perpetuará las dificultades actuales.

La propuesta de una ZEE para Ceuta y Melilla no es una simple idea, es una llamada a aprovechar el potencial único de estas ciudades. Es hora de que las administraciones y los agentes sociales unan fuerzas para convertir este proyecto en realidad. El futuro de Ceuta y Melilla puede estar, literalmente, en una reforma fiscal de distancia.

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