La marea tóxica

Miguel Ángel Pérez Triano

La semana pasada leí en El País una interesante entrevista a Jon Lee Anderson, veterano reportero de The New Yorker, que estuvo de visita en España para presentar su último libro. Entre otras muchas cosas, el periodista californiano se reafirmó en su decisión de abandonar las redes sociales por considerarlas adictivas, calificándolas de “marea tóxica”. En concreto se refirió a la aplicación X (antigua Twitter), propiedad de Elon Musk, quien, según Anderson, la ha convertido “en una plataforma para la ultraderecha”.

Semanas antes, me topé con noticias parecidas referentes a La Vanguardia y a The Guardian, que habían abandonado dicha red social por “la desinformación que difunte”. El periódico británico calificó a X como “una plataforma tóxica”.

No son los únicos que se han referido en estos términos a X y a su propietario, y un importante grupo de usuarios están abandonando la plataforma en las últimas semanas y abriendo cuentas en redes sociales alternativas. Es reseñable el éxodo de destacados periodistas, que ha provocado la ira y la guerra contra los medios del magnate de origen sudafricano.

Elon Musk se ha convertido en uno de los colaborades más cercano de Donald Trump y, por lo tanto, será una de las figuras prominentes del futuro gobierno de Estados Unidos. Musk ha utilizado X para sus intereses políticos, diseñando un algoritmo que favorece la polarización y el odio. X se ha convertido en un medio de difusión de noticas falsas y bulos con objeto favorecer la difusión de ideas de extrema derecha. Esta no es solo una apreciación ciudadana, sino que es también un estudio publicado en Nature Communications, dirigido por la Escuela de Ciencia y Tecnología City St. George’s, de la Universidad de Londres, que ha concluido que “el abuso (político) mantiene una estructura común de aliados-enemigos” y “los individuos que se desvían del discurso de un determinado partido son tratados rápidamente como si fueran enemigos”.

La alternativa a esta plataforma y hacia la que están emigrando un buen número de cuentas es Bluesky, red social muy parecida al antiguo Twitter y que parece tener una filosofía diferente basada en la libertad de elegir. Está formada por un grupo de personas, sin un dictador en la cúspide, como en el caso de X, siendo los usuarios los que pueden adaptar el contenido a sus necesidades o gustos. No sabemos si esta plataforma servirá para luchar contra la desinformación ni cómo evolucionará en el futuro, pero su crecimiento en los últimos meses es espectacular y las intenciones de los dirigentes aportan algo de esperanza al lodo de las redes sociales. De momento, parece un lugar interesante para explorar.

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