“El día doce de diciembre… que no caiga en el olvido”
TRAGEDIA MARÍTIMA
El 75 aniversario de la mayor tragedia documentada en las costas de Ceuta pasa, una vez más, inadvertido

En el tramo final de aquellos años 40, dos tragedias conmocionaron al sur de España. Una, la explosión de un polvorín de la armada en San Severiano (Cádiz), que dejó un número de muertes aún por cuantificar hoy en día: a esta fecha, se calcula que son unos 300 los muertos que dejó aquella explosión, que desfiguró por completo el Cádiz de extramuros. Eso fue en 1947. Pero dos años después, en Ceuta también viviríamos una de esas tragedias que marcan a una ciudad durante generaciones.
El doce de diciembre de 1949, tres barcos salen a faenar. Es una flota pesquera, la ceutí, en pleno auge. El ‘Lobo Grande’, ‘San Carlos’ y ‘Los mellizos’, se disponen a faenar en una mañana que en principio está tranquila desde el punto de vista climatológico. Sin embargo, en un momento determinado el mar se revuelve, y el viento de Levante hace su entrada. Uno de los mayores temporales que se recuerdan en la Ceuta de la época aparece de buenas a primeras. El patrón del San Carlos decide entrar en Santa Catalina, siguiéndole los otros dos, suponemos que por aquello de seguir la estela que marcaba el único patrón local. No se sabe por qué se tomó esa decisión, pero resultó fatal: el viento por un lado, los isleros por otro y el peso de las artes de algodón, inflamadas al entrar en contacto con el mar en unos barcos de humilde construcción -la Guerra Civil ha terminado apenas diez años antes- hacen el resto. Días después, el recuento definitivo deja una cifra traumática, difícil de digerir: 69 personas han muerto ahogadas.

Otros han tenido más suerte o más reflejos; en cualquier caso, era una decisión que había que tomar en cuestión de segundos, y han anclado en el Foso de las Murallas Reales o en la Ribera. Pero los destrozos son cuantificables. De hecho, el ‘General Varela’ queda destrozado y los tripulantes del malagueño ‘San Ramón’ son rescatados momentos antes de hundirse. Ello obliga a ‘retratarse’ a la corporación. El Boletín Oficial de la Ciudad de 1949 recoge en su edición del 22 de diciembre la exposición pública de un paquete de ayudas para los familiares afectados y para los pesqueros destrozados. La cantidad era de 100.000 pesetas -nada baladí para la época-, firmando la propuesta el entonces alcalde, José Rojas Feijespan. ¿Son estudiosos de la historia y les suenan los apellidos?. Normal: era hermano de uno de los agentes de la Guardia Civil implicados en los sucesos de Casas Viejas

Setenta y cinco años después, la leyenda sigue presente. La fecha del ‘Doce de diciembre’ -si: el nombre de la barriada- sigue presente. Pero no quizá de la manera que sería justa. No hay ningún acto previsto para conmemorar la fecha. Proponemos un ejercicio de imaginación, que igual no tiene por qué no ser del todo ficticio. Alguien que hubiera nacido en 1900, hubiese hecho la mili con González Tablas, votado a Sánchez Prados y estado en el Mercado Central cuando el bombardeo republicano, perfectamente podría haber estado en alguno de los tres barcos. “No se les homenajea por cuestión de política. La pesca se ha dejado morir, y apenas quedan dos barcos y la almadrabeta”, lamenta Damián García Miranda. Es el legatario, entre otros, de la memoria de aquel doce de diciembre.

Damián recuerda como “cuando yo era niño, veíamos a una mujer que era conocida como Ana La Viuda. En mi inocencia infantil, pensaba que La Viuda era su apellido, pero posteriormente descubrí que ese apodo es porque era la viuda del patrón de la embarcación”. En ese momento, a Loli se le humedecen los ojos. “Eran mis padres”, dice esta vecina. “Mi padre no murió ahogado; su cadáver apareció en Benítez tres días después, con un golpe en la cabeza dado por uno de los palos de la embarcación. Mi madre, con treinta y cinco años, quedó al cargo de cinco hijos. Tuvimos cierta suerte, porque se nos trasladó a un colegio en la Península a cargo de una hermandad de huérfanos, pero yo quería venirme para Ceuta. Recibí, incluso, clases de piano”.

“Hay que tener en cuenta que eran tiempos muy complicados, de cartillas de racionamiento y que no hacía ni diez años que había terminado la guerra civil. Los barcos eran modestos en su construcción, las artes las más baratas que había y en los barcos se subía todo el que podía para llevar el pan a su casa”, recuerda Eduardo Pareja, otro de los hombres que se empeña en mantener viva la memoria de aquella fecha.
Y, por supuesto, el villancico. Como a la mayoría de los del acerbo popular ceutí, les falta cualquier motivación religiosa. ¿El motivo?: una manera de burlar la censura por parte de los autores del recién prohibido carnaval. Ahora nos explicamos, por ejemplo, que es aquello de ‘La Valenciana’, ‘La canastera de capuchinos’ o ‘A dos los claveles’. En el caso del ‘Doce de diciembre’, hubo “una coplilla que se sacó un par de años antes para la coronación de la Virgen de África, se le hizo una letra y se cantó durante muchos años cada navidad en cada casa de marineros”. Un villancico que acaba con un deseo, precisamente, expresado en el titular de esta información. “El día doce de diciembre, que no caiga en el olvido”…
Día doce de diciembre
Ustedes recordarán
Aquella gran levantera que hubo en nuestra ciudad
Arreciaba un viento fuerte
Arreciaba un viento frío
Junto a las costas de Ceuta, cuatro barcos se han "hundío"
Lobo Grande, Los Mellizos
El San Carlos y San Ramón, ahogándose sin clemencia toda la tripulación
Cuatro hombres braceaban
Con intención de salvarse
Padres buscando a sus hijos, hijos llamando a sus padres
Otro que allí se encontraba
A su derecha decía
Hijo de mi corazón,
Huérfano "pa toa la vía"
El día doce de diciembre
Que no caiga en el olvido
Y que todos los pescadores recen por los que han caido
La Capilla del Carmen
La sensación de abandono no es solo por la ausencia de acto alguno con motivo del 75 aniversario, sino también por el retraso en la construcción de la Capilla del Carmen. ““Nos dicen que falta por firmar un papel en Madrid. Suponemos que habrán quedado sin bolígrafo, y en vez de ir a un chino habrán ido a la China”, carga con guasa Eduardo Pareja, uno de los hombres que está consagrando tiempo y esfuerzos a la posibilidad de reconstruir la Capilla del Carmen. “La delegada Mateos nos dijo que tendríamos la capilla al año siguiente, luego el otro delegado nos dijo que para el año siguiente y ahora Cristina (Pérez), a la que conozco desde que nació, nos dice lo mismo”, lamenta.
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