Jóvenes extutelados se aferran al futuro de la mano de la Asociación Cardijn
SOCIEDAD
Decenas de chavales, ya mayores de edad, recogieron sus diplomas de cocina o alfabetización, entre otros, en el marco del proyecto San Antonio. Al evento acudió la consejera de Sanidad y Servicios Sociales, Nabila Benzina

Hakim y Yahia son los más atrevidos y se lanzan a decir unas palabras en un español bastante decente en el patio del Centro de Atención de Inmigrantes en San Antonio, gestionado por la Asociación Cardijn. “Estamos muy agradecidos. Hice un curso de cocina y espero poder ir a la península y dedicarme a ello”, explica el primero. El segundo, que porta una bufanda de un equipo de fútbol, subraya su gratitud. “Lo que necesitamos es trabajar. Inshalla todo irá bien”, sostiene. Como ellos, decenas de jóvenes recogieron sus diplomas tras superar diferentes cursos de repostería, alfabetización o apoyo a personas dependientes, entre otros, organizados por Cardijn en colaboración con la Residencia Gerón y Luna Blanca. Al acto acudió la consejera de Servicios Sociales, Nabila Benzina.

Rondaban las 10 y cuarto de la mañana y en el patio del Centro de Atención de Inmigrantes en San Antonio estaba todo preparado para un acto que llevan esperando meses. Jóvenes extutelados por la ciudad autónoma charlaban entre ellos y se atrevían a chapurrear unas palabras en español con los periodistas. La educadora social de Cardijn, Nayat Abdeselam, pululaba por las instalaciones algo atareada, entre saludos y atención a los medios.

Las capacitaciones realizadas reúnen a unos 50 chicos y chicas. Además de cocina, restauración, alfabetización y ayudas a personas dependientes, también hubo beneficiarios de talleres de ocio y tiempo libre y de búsqueda activa de empleo. El proyecto, bautizado como San Antonio, empezó en septiembre y ha finalizado ahora tras cuatro meses activo.
“Llevamos trabajando desde 2006. Atendiendo a personas migrantes en los diferentes ámbitos de su vida. En el proceso laboral, documentación, informarles sobre los cambios que vamos viendo en las normativas…”, comenta Abdeselam.

La educadora social puntualiza que el principal obstáculo al que se enfrentan estos jóvenes cuando dejan de ser tutelados por el Gobierno es el idioma y -como consecuencia- la falta de oportunidades. “Le damos muchísimas importancia a las clases de alfabetización. Estamos con ellos todo el día para que aprendan español. Mediamos principalmente en su incorporación al mundo laboral porque no tienen absolutamente ni idea a dónde van”, explica Abdeselam.
Tan sencillo como un mapa. Así lo ilustra la educadora social cuando hace alusión a la forma en la que orientan a unos chavales que entraron a Ceuta, en la mayoría de casos, como menores y después de jugarse la vida y ahora tienen que hacer frente a la vida adulta solos ante el peligro. “Sobre todo quieren ir al norte. A Bilbao, Barcelona, Santander…Nosotros nos sentamos con ellos y les explicamos dónde están esas ciudades, qué empleos pueden encontrar allí…Los asesoramos un poco porque salen con 18 años y muy perdidos”, expresa.
Ese acompañamiento durante su emancipación es uno de los principales objetivos de Cardijn, según Abdeselam. La educadora asegura que muchos llegan con una idea fija, pero cuando conocen la realidad laboral del área escogida o los precios del alquiler abren los ojos. “Tienen muchas nubes, muchas cositas en la cabeza, por eso hay que hablarles claro y decirles lo que se van a encontrar exactamente en la península. Que lleguen y no se vayan a encontrar en situación de calle, que es lo que estamos viendo ahora desgraciadamente”.
Una entrega de diplomas “entrañable”
Los jóvenes fueron entrando entre risas y buen ambiente a la sala preparada para la entrega de diplomas. Había un pequeño tentempié preparado para cuando acabara el acto. Los chavales fueron desfilando uno por uno, agradecidos y entre abrazos con representantes de Cardijn y otras entidades. La pequeña Janet amenizó el encuentro con sus aplausos mientras andaba como Pedro por su casa protagonizando una de las escenas más tiernas.

Benzina, en una intervención emotiva, quiso tener unas palabras de agradecimiento y apoyo hacia Cardijn y hacia los jóvenes. “Enhorabuena por la labor. Es un trabajo duro. A vosotros animaros a seguir, a no perder nunca las esperanzas. Pensad que este es un primer paso para lograr muchas más cosas. Es un reconocimiento, pero vendrán muchos más. Gracias por creer en vosotros. Si queréis váis a llegar lejos. Que haya dificultades a lo largo de la vida no significa que no se pueda llegar lejos”, afirmó.
Tampoco quiso perder la oportunidad de conceder unas palabras la directora general de Servicios Sociales, Adela Nieto. “Ha sido un acto entrañable y motivador. Animaros a continuar en este sendero, que creo que es ideal y adecuado. Desde la consejería siempre tendréis nuestro apoyo”, aseguró.

Una de las valientes a pesar de no controlar a la perfección el castellano fue Bushra, que no dudó en preparar unas palabras y hablar en nombre de todas las mujeres que superaron este curso de cuatro meses. “En este centro nos han ayudado mucho. Somos un grupo que quiere aprender español porque nos resulta difícil hablar con el médico, en las oficinas o colegios. Aquí nos han tratado muy bien. La gente es buena, paciente, activa y les encanta enseñarnos. Gracias de todo corazón”.

Solo 12 plazas
El problema que afronta Cardijn es evidente y lo subraya Abdeselam, preocupada por el futuro a corto plazo. La asociación cuenta solo con 12 plazas para acoger extutelados por el periodo de dos meses. La presión migratoria en Ceuta, ciudad de paso y de continuas llegadas de jóvenes desde Marruecos en busca de un futuro que no les ofrece el país africano, hace de esa docena de habitaciones una cifra prácticamente simbólica.
“Se nos están quedando muy cortas porque hay lista de espera y tengo a chicos que ya no puedo apuntarles ni en lista de espera. Ese es el problema con el que nos encontramos, que no todas salen con documentación. Hay otros chicos que, desde que entraron de Marruecos hasta el centro de menores no han hecho los tres meses o los cuatro meses que se les pide, entonces salen absolutamente sin nada. Salen del centro de menores y optan por solicitar un asilo”, lamenta la educadora social sobre los chavales que cumplen 18 y que no consiguen tener los papeles en regla.

Pocas plazas y muchos chicos. Así lo resume Abdeselam, que muestra su preocupación ante la alta cifra de menores en Ceuta (más de 400) de los que al menos el 90%, según fuentes oficiales, están a punto de cumplir los 18. O sea, de emanciparse. “No es como en verano que se arriesgan. Cogen el barco y van directos a la península. Ahora hace frío en la calle y se lo piensan mejor. Optan por quedarse con nosotros varias semanas”, sostiene.
Fue un día de celebración en el Centro de Atención a Inmigrantes. Decenas de jóvenes cumplieron su deseo de seguir, pasito a pasito, labrándose un futuro que hace unos meses en Marruecos veían inalcanzable. Con una mano delante y otra detrás llegaron a Ceuta, muchos hace solo unos meses. La mayoría jugándose la vida en el mar. Ahora chapurrean castellano y recogen diplomas. A por el próximo objetivo.
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