Carlistas en el norte de África: Alhucemas, Melilla y Ceuta
(Primera Guerra Carlista 1833-1839)

Antes de comentar sobre el carlismo en el Norte de África, daremos unos breves apuntes que van desde el final de la guerra de independencia española (1808-1814) hasta el inicio de la primera guerra carlista (1833-1839) y sus motivos.
Terminada la guerra de la Independencia o guerra del francés (1808-1814), Fernando VII regresó a España el 24 de marzo de 1814, días más tarde lo hacía su hermano, el infante don Carlos, habiendo quedado este como rehén hasta la salida de los últimos soldados franceses de España.
Tras recuperar el trono, Fernando VII comenzó a conceder a su hermano don Carlos honores y cargos, conforme a su rango, pero también ciertas responsabilidades políticas. Don Carlos fue nombrado generalísimo de los ejércitos, coronel de la brigada real de carabineros, hermano mayor de la Maestranza de Ronda, gran prior de la orden de San Juan de Jerusalén y tuvo que dirigir el Palacio Real y el control de la capital durante las ausencias cortesanas del monarca, así como presidir el Consejo de Estado y el Consejo de Guerra, siendo igualmente presidente de la Junta Central de Caballería, lo cual le puso en contacto con la élite política y militar durante más de quince años.
Fernando VII hasta su matrimonio el 11 de diciembre de 1829 con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, había estado casado en tres ocasiones, la primera con María Antonia de Nápoles el 16 de agosto de 1802, la segunda con María Isabel de Portugal el 14 de febrero de 1816 y la tercera con María Josefa Amalia de Sajonia el 20 de octubre de 1819, los tres primeros matrimonios sin descendencia.
Del matrimonio con María Cristina nacieron dos hijas: María Isabel el 10 de octubre de 1830 (futura Isabel II) y María Luisa Fernanda el 30 de enero de 1832.
Al nacer las dos hembras. Según la Ley Sálica correspondía el trono a su hermano don Carlos María Isidro, ya que esta ley impedía reinar a las mujeres (Ley que fue introducida en España por Felipe V, el 10 de mayo de 1713), dicha ley fue conocida como , en la que solo podían reinar las mujeres en ausencia de herederos varones, hijos, hermanos o sobrinos.
Estando embarazada la reina consorte María Cristina, el 29 de marzo de 1830, Fernando VII aprobó la Pragmática Sanción de 1830. Promulgando la pragmática del 30 de septiembre de 1789 aprobada por su padre Carlos IV, pero que, debido a la política exterior española, no llegó a entrar en vigor. La pragmática de Carlos IV restablecía la ley de sucesión de las Siete Partidas de Alfonso X, que dejaba un resquicio para que las mujeres pudieran reinar. Por lo que esta ley anulaba la de Felipe V.
En septiembre de 1832, Fernando VII enfermó. Temiéndose que la muerte del rey provocaría el levantamiento de los partidarios civiles y militares de su hermano don Carlos María Isidro. La reina regente María Cristina trató de atraer al infante don Carlos, con la proposición de un matrimonio de uno de sus hijos con la heredera doña Isabel, y él sería nombrado regente. A lo que se negó rotundamente don Carlos, solo quedaban dos soluciones: la derogación de la Pragmática Sanción con la renuncia al trono de Isabel a favor de don Carlos, o el estallido de la guerra civil.

La salud de Fernando VII empeoró estando en el palacio de La Granja. Temiendo su pronto fallecimiento, el ministro de Gracia y Justicia, Francisco Tadeo Calomarde junto al embajador del Reino de Nápoles barón Amidio Antonini, el obispo de León Joaquín Albarca y otros personajes presionaron a la reina regente María Cristina para que el rey anulara la Pragmática Sanción, con la amenaza de una muy probable guerra civil en la que no contaría con el apoyo del ejército, el rey firmó la anulación el 18 de septiembre de 1832.
Luisa Carlota, hermana de la reina regente María Cristina, al enterarse de lo sucedido, acudió a La Granja. Desde donde llamó al ministro Calomarde, llegando este con el texto firmado por el rey. Según diversos historiadores, Luisa Carlota le arrancó el documento rompiéndolo y tirándolo a la chimenea, propinando una bofetada a Calomarde >, le respondió el ministro.
Por Real Decreto de 1 de octubre de 1832, el rey cesó a los ministros inmovilistas, o partidarios de su hermano, entre ellos Calomarde, y por un nuevo Real Decreto de 6 de octubre, el gobierno destituyó a cinco capitanes generales y comandantes militares efecto al inmovilismo entre estos, José San Juan, Nazario Eguía y Santos Ladrón.
El 31 de diciembre el rey anula el decreto derogatorio firmado ante Calomarde, que nunca fue publicado, (ya que Fernando VII lo había firmado bajo la condición de que no se publicase hasta después de haber fallecido). El 1º de enero de 1833 confirmó la Pragmática Sanción de 1830. Los partidarios de don Carlos no reconocieron a Isabel como heredera.
La firma de la pragmática sanción de 1830 y su confirmación en 1833 sería la causa de tres guerras civiles, como fueron las guerras carlistas, con miles de muertos.
Las intrigas entre isabelinos y carlistas eran continuas, jugando un papel importante la esposa y cuñada de don Carlos, esto lo aprovecho Fernando VII, para conseguir que don Miguel llamara a Portugal a María Teresa de Braganza, princesa de Beira, hermana de Francisca María de Braganza, primera esposa de don Carlos. Pero por sorpresa, don Carlos y su esposa decidieron acompañarla, partiendo el 16 de marzo de 1833.
El 23 de abril se requirió a don Carlos para que jurara el 20 de julio a Isabel como princesa de Asturias, a lo que se negó en una clara y afectuosa carta a su hermano fechada el 29 de abril en el Palacio de Ramalhao. No se adjunta.
El 29 de septiembre de 1833 fallece Fernando VII.
Tras la muerte de Fernando VII, don Carlos pronunció en Portugal el 1º de octubre de 1833 el “Manifiesto de Abrantes”. No se adjunta.
Seis días más tarde, don Carlos María Isidro fue nombrado rey, como Carlos V, por el general Santos Ladrón de Cegama, en la localidad riojana de Tricio. Se da esta fecha como el inicio de la primera guerra carlista. (1833-1839).
Desde el inicio de la Primera Guerra Carlista, todas las personas que se pusieron al lado del infante don Carlos fueron consideradas rebeldes.
Entre los primeros carlistas tomados presos y fusilados se puede citar al general Santos Ladrón de Cegama, en Pamplona, el 14 de octubre de 1833. Este general, como hemos señalado, fue uno de los destituidos y más tarde el que nombró rey a don Carlos en Tricio, La Rioja, el 6 de octubre, ocho días antes de la detención y fusilamiento.
El 22 de abril de 1834 se produjo la conocida como expedición Rodil a Portugal, realizada en cumplimiento del tratado de la Cuádruple Alianza firmada en ese mismo año entre España, Francia, Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda y Portugal. Rodil penetró en Portugal con 15.000 hombres.
Antes el acoso de Rodil, don Carlos tuvo que huir de Portugal. A mediados de mayo arribó a Portugal el navío de guerra inglés HMS Donegal, que zarpó el 30 de ese mes, pudiendo sacar a don Carlos su familia y su séquito del país y llevarlo a Inglaterra, llegando a Portsmouth el 16 junio.
A Don Carlos les fueron confiscados todos sus bienes y poco después sería excluido, junto a su descendencia, a la sucesión al trono de España y desposeído del título de infante por Real Decreto de 27 de octubre de 1834, confirmado por las Cortes.
Para evitar en gran parte la crueldad de la guerra, se firmó el , propuesto por Lord Eliot, especialmente para las provincias de Guipúzcoa, Álava, Vizcaya, y el Reino de Navarra. Dicho convenio fue firmado en el Cuartel General de Logroño, en de abril de 1835, por el comandante en jefe del Ejército de Operaciones del Norte, Gerónimo Valdés, por parte isabelina y por parte carlista, un día más tarde, por el comandante general del ejército carlista, Tomás de Zumalacárregui. Firmado delante de Lord Eliot. Autentificándola S. Gurvoot, teniente coronel.
Para no alargar el escrito, adjuntamos las partes más importantes del convenio.
1º Conviene en conservar la vida a todos los prisioneros que se hagan por una y otra parte y canjearlos, según se expresa a continuación.
2º El canje de prisioneros será periódico dos o tres veces al mes, o más a menudo, si las circunstancias lo requieren y lo permiten.
3º Dicho canje será en proporción del número de prisioneros, que presenten cada parte.
4º Se canjearán por igualdad de clases, empleos, categorías y dependencias de una y otra parte beligerante.
5º Este punto trata de dónde guardar a los prisioneros que no hayan sido canjeados, quedando entendido, que estos quedarán en pueblos y no podrán ser hostilizados. En dichos pueblos no se podrán fabricar armas, ni municiones, ni efectos militares; estos pueblos serán elegidos por ambas partes.
6º Durante la actual lucha, a ninguna persona que sea, civil o militar, se le quitará la vida por razón u opiniones políticas, sin ser juzgada y condenada previamente con arreglo a las leyes.
7º Ambas parte beligerante respetarán religiosamente y dejarán en plena libertad a los heridos y enfermos que se encuentren en los hospitales.
8º Si la guerra se extiende a otras provincias, regirá en ella el presente convenio, con tal que sean los mismos ejércitos beligerantes en las provincias vascongadas y en el reino de Navarra, los que por las vicisitudes de la guerra pasasen a hacerla en otras provincias de la monarquía.
El Convenio de Eliot del 27 de abril de 1835 fue firmado para evitar torturas y fusilamientos sistemáticos de prisioneros.
Por el convenio arriba reseñado, gran número de carlistas fueron deportados a diversas plazas. Algunos a África.
En los peñones o en Melilla y Ceuta, desde un primer momento conectaron, con otros presos, personal correspondiente a la guarnición y vecinos que eran simpatizantes de don Carlos, siempre con la idea de revelarse.
Alhucemas
El principio del levantamiento fue en el peñón de Vélez de la Gomera a finales de 1838. Fue el jefe de esta sublevación, el teniente carlista Pedro María Quintana, hombre con excelentes dotes de conspirador, a quien se había trasladado a Alhucemas para que estuviera mejor vigilado. El 15 de noviembre se alzó en armas la tropa del batallón voluntarios de Granada, sublevada contra sus jefes, y la mayoría de los allí confinados, con lo que se organizó un batallón, el de la Lealtad, apoderándose de Alhucemas. Su situación era precaria. Como no podían recibir ayuda del exterior ni permanecer en la isla, su idea era evacuarla y reunirse con los voluntarios de Cabrera. La ocasión se presentó el 3 de diciembre, cuando arribó al fondeadero el correo místico artillado Virgen del Carmen. Se apoderaron de este buque y del místico Santa Ana, que llegó el día 7, embarcando en ellos armas, municiones y víveres. Durante la navegación, el mal tiempo o la mala fe de los patrones le alejó de su rumbo, arribando el 13 de diciembre el Virgen del Carmen a Mers-el-Kebir (Argelia), donde fueron internados por las autoridades francesas, que también confiscaron el barco. La misma suerte corrieron los del Santa Ana, que fueron abandonados por el patrón en estas costas, detenidos y conducidos a Mers-el-Kebir primero, después a Orán, y más tarde a Tolosa, desde donde fueron repartidos por distintos puntos de Francia. (Esto último tomado de “La marina carlista en las guerras civiles del siglo XIX” publicado en Revista de Historia Naval nº 20 de 1988). Autor el coronel don José Fernández Gaytán.
Concretamente, en Alhucemas fueron 280 hombres que, estaban armados y pertrechados, con lo poco que pudieron encontrar en la guarnición.
Melilla
En Melilla el levantamiento ocurrió entre el 20 y el 21 de diciembre de 1838, se calcula que en la plaza eran más de 100 los seguidores de don Carlos, que tomaron la plaza junto a suboficiales (sargentos) del Regimiento de Infantería del Rey. La sublevación estuvo a cargo del sargento Colomer. Fue organizada la plaza con los presos carlistas y tropas de dicho regimiento.
Se encerró a las autoridades, y más tarde se ofreció el mando de la plaza al canónigo don Gregorio Álvarez, que lo aceptó para evitar daños mayores.
El mismo día de la toma hubo un Te-Deum, donde fue jurado el rey Carlos V.
El 23 de febrero de 1839, el canónigo don Gregorio Álvarez, junto al capitán de fragata Santiago Soroa, firmaron la regulación para la evacuación de los carlistas de Melilla. Dos días más tarde, los carlistas capitularon, siendo embarcados para Málaga. En total, los simpatizantes carlistas fueron 61 oficiales y 462 de tropas.
Ceuta
Mientras Melilla estuvo en manos de los carlistas, se fraguó una nueva conspiración en Ceuta, que como otras anteriores fracasó al ser descubierta cuando fue preso en Algeciras el capitán Manuel Martínez Salazar, al que se le halló la correspondencia que tuvo con los carlistas de la plaza africana, así como una lista de presos que cumplían condena en Tarifa. El gobierno, en vista de lo ocurrido anteriormente y temeroso de que los acontecimientos de Melilla repercutieran en Ceuta había reforzado la guarnición, y ordenó el traslado al castillo de San Sebastián en Cádiz, de los confinados carlistas teniente general don José de San Juan, brigadieres don Bartolomé Talarn, don Francisco Nebot, don Manuel Ceca y Galán, y don Francisco Ramón Morales; los coroneles graduados comandantes don José Bodens y don Juan Campos y España y capitán don José Cabré, que llegaron a Cádiz el 3 de febrero.
Después de haberse incautado de la correspondencia del capitán Martínez Salazar, fueron tomando nuevas precauciones en Ceuta, pero el fin de la insurrección de Melilla hizo estéril la labor de los carlistas confinados en la plaza.
El fin de la Primera Guedrra Carlista 1833-1839
El acuerdo para acabar con la guerra fue tratado entre el general isabelino Baldomero Espartero y el general Rafael Maroto por los carlistas, acuerdo tratado a espaldas de don Carlos.
Don Carlos, viajó desde Villarreal de Zumarraga a Villafranca, donde había ido la noche del 26 de agosto de 1839. Espartero, por su parte, por medio del brigadier Zabala, presentó una comunicación firmada por el ministro de la guerra del gobierno de la reina, el general Alaix, (Isidro Alaix Fábregas, nacido en Ceuta el 11.10.1789) en la cual facultaba a Espartero para la terminación de la guerra, y para el gasto de 25.000.000 de reales, cuya cantidad se había puesto necesaria.
El 30 de agosto de este 1839 fue convocado don Carlos María Isidro a Elgeta, Guipúzcoa, comunicándole la negociación para la paz, donde se le reconocería como infante de España, los grados militares y carlistas, así como el mantenimiento de los fueros. Don Carlos no tuvo más remedios que aceptar, ya que no tenía otra salida.

Un día más tarde, se firmó el Convenio de Vergara en Oñate, Guipúzcoa, don Carlos se retiró a Lecumberri, Navarra, para preparar su inevitable exilio. Cruzando la frontera de Francia con varios generales y miles de leales el 14 de octubre de 1839. Se da esta fecha como la del final de la guerra, aunque algunos grupos permanecieron luchando por don Carlos hasta el 15 de junio de 1840 en la batalla de Olmedilla, Cuenca, última batalla de la Primera Guerra Carlista.
El abrazo o convenio de Vergara consta de 10 artículos, no los detallamos por no alargar demasiado este escrito.
En dicho convenio se acordaba que los empleos, grados y condecoraciones carlistas serían reconocidos.
El gobierno de Baldomero Espartero extendió la amnistía a los “delitos políticos” cometidos por carlistas que hubieran aceptado el convenio de Vergara (Real Decreto de 30 de noviembre de 1840, GM.2235,1-12-1840,p-1)
Don Carlos jamás volvería a España, había cruzado la frontera instalándose en Bourges, Francia. El 18 de mayo de 1846 abdicó en su hijo. Don Carlos Luis María Fernando de Borbón y Braganza, conde de Montemolin. Para los carlistas Carlos VI.
En diversos aspectos, fue un gran acierto el dar la amnistía al acabar la guerra; esto hizo que la reconciliación fuera mucho más rápida. Por otro lado, muchos de los carlistas amnistiados después lucharon a África en el ejército isabelino, algunos llegaron a altos cargos en este ejército.
Por citar algunos, nombraremos a dos ceutíes que participaron en el ejército carlista y fueron amnistiados.
Carlos de Vargas Machuca Cerveto (Ceuta, 08.09.1803)
Como otros muchos de los que simpatizaron con el pretendiente, ingresó en el ejército carlista con su graduación de teniente coronel a las órdenes del teniente general Nazario Eguía, que también se incorporó a dicho ejército.
En el ejército carlista luchó junto a Zumalacárregui, siendo ascendido por méritos a brigadier y más tarde a ayudante de este. Cuando Zumalacárregui murió por una herida mal curada, que le gangrenó la pierna, falleció en brazos de Vargas y de un cura de apellido Zabal.
Tras acabar la contienda, se acogió a la amnistía, pasando al ejército isabelino como brigadier respetándosele los grados y condecoraciones, Poco después fue nombrado segundo cabo (actual segundo jefe) de La Habana, Cuba, gobernador interino y comandante general del departamento Oriental de la isla 1850-1855 y entre 1855 y 1860 fue nombrado gobernador en propiedad del departamento con sede en Santiago.
Durante los cinco años que estuvo de gobernador, mandó construir gran cantidad de edificios civiles y militares, al punto de que diversos historiadores cubanos le dan como el mejor gobernador habido en la isla. Actualmente, aún hay en Santiago una calle con su nombre: calle Vargas. En la provincia de Gramma existe el Faro de Cabo Cruz, pero que todos lo conocen como el Faro de Vargas. También bajo su mandato se construyó el cuartel de la Reina Mercedes, iniciado por Carlos de Vargas en 1859. Vargas le dio dicho nombre en honor de la esposa del rey Alfonso XIII.
Con el tiempo dicho cuartel pasaría a llamarse Cuartel de Moncada. Este cuartel fue el utilizado por Fidel Castro en 1953 junto a un puñado de muchachos para subir a las lomas de Santiago. Este asalto conmovió a Santiago de Cuba y a Bayano.
A mediados de 1861, Vargas fue nombrado segundo cabo en comisión a la capitanía general de Puerto Rico. Estando en este destino, se produjo el ultraje a nuestro pabellón por parte de la República de México.
Por tal motivo, se organizó una expedición hispano-anglo-francesa, que iría al mando del general Prim amparada por el Tratado de París de 1961.
A la vez, otra división expedicionaria que partió de Cuba estaba compuesta por:
Comandante general: el comandante primer mariscal de campo D. Manuel Gasset.
Segundo jefe: el brigadier D. Carlos Vargas.
En el artículo 8º de los doce que compone el tratado, leemos. Y, si por cualquier motivo, tuviera que designarse un representante del Gobierno español para negociar con el de la República, se confiará esta comisión al señor brigadier don Carlos de Vargas
El 22 de mayo de 1862, Carlos Vargas fue nombrado 2º cabo de la capitanía general de Santo Domingo (actual República Dominicana). En 1863 obtuvo el grado de mariscal de campo (actual general de división) dándosele el cargo de gobernador y capitán general de Santo Domingo.
A su regreso, permaneció de cuartel en Madrid hasta octubre de 1867, en que fue nombrado capitán general de las provincias Vascongadas y Navarra. Pasando más tarde de cuartel en la corte.
En algunos documentos aparece al inicio de la Tercera Guerra Carlista (1872) como teniente general del ejército carlista, encargado del reclutamiento en Madrid.
Falleció en Madrid el 10 de octubre de 1879, a los 76 años de edad.
Caballero Gran Cruz de las Reales órdenes de Carlos III y de San Hermenegildo, de la primera, segunda y tercera clase de San Fernando, condecorado con varias cruces de distinción por acciones de guerra.
Antonio Dorregaray y Rominguera (Ceuta, 11.07.1823)
Con solo 12 años ingresó como cadete en el ejército carlista. Al acogerse a la amnistía de 1853, fue ascendido a teniente del ejército isabelino, y en 1858 destinado a Melilla.
En Ceuta, en 1859, intervino en el combate del boquete de Anguera, de un parte de guerra del Serrallo, leemos, >. Logrando por méritos el ascenso a comandante y más tarde a teniente coronel.
El 23 de marzo de 1860 intervino en la batalla de Wad-Ras. Por Real orden del 8 de octubre fue declarado benemérito de la patria. Por su valor en esta batalla le fue concedida la Cruz de San Fernando de 1ª clase, a la vez que fue ascendido a coronel.
El 1 de enero de 1868 fue nombrado comandante militar de Colón, Cuba.
En 1869 fue dado de baja en el ejército al ausentarse. Al inicio de la Tercera Guerra Carlista, (1872-1876) presentó su espada al pretendiente al trono de España, Carlos María de Austria-Este. (Carlos VII para los carlistas), poniéndose a sus órdenes. Le fue encomendado el levantamiento en Valencia.
Fue hombre de confianza del pretendiente al trono, así se comprueba en diferentes cartas, cruzadas entre ambos. No se adjuntan.
Ocupó el cargo de comandante general de las provincias Vascongadas, Navarra y La Rioja, en sustitución de Rada
En el ejército carlista llegaría al empleo de teniente general.
Se acogió a la amnistía de la Tercera Guerra Carlista. Falleció en Zaragoza el 21.02.1882.
En diversas ocasiones hemos escrito en este diario sobre ambos personajes, ahora solo adjuntamos un breve resumen.
Otro caso fue el de la familia O´Donnell y Joris. Dicha familia estaba compuesta por los hermanos Carlos Luis (1801), Juan José (1804), Leopoldo (1809) y Enrique María (1816) y una única hermana, María Beatriz O´Donnell y Joris.(1811).
De ellos, Carlos Luis, Juan José y Enrique María, así como el esposo de María Beatriz, Luis María Coig, lucharon en el ejército carlista. De los hermanos Leopoldo O´Donnell, fue el único que siempre participó en el lado isabelino.