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Vivimos en la noticia permanente, con continuos vaivenes y una inmediatez que hace que los periódicos envejezcan, no de un día para otro, sino de la mañana a la tarde. Los medios de comunicación viven inmersos en esta vorágine y, muchos de ellos, se centran en lo que dicen unos y otros, sin molestarse en refutar las afirmaciones. Las escuelas de periodismo americanas solían enseñar que si una persona dice que llueve y otra dice que no, el trabajo como periodista no es darles voz a ambas, es “abrir la puta ventana y ver si está lloviendo”.
Un especialista en decir que llueve incluso en los días más soleados es el jefe de gabinete de Isabel Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez. El veterano asesor fue llamado a declarar como testigo por el Tribunal Supremo el pasado 8 de enero por la causa de Alberto González Amador, novio de la presidenta madrileña, por la supuesta filtración de información de su caso de fraude fiscal. El señor Rodríguez admitió ante el juez que fue él quien filtró parte de los emails y que se inventó que el fiscal retirara el pacto con Gonzáles Amador por “órdenes de arriba”.
Exactamente fue el 13 de marzo cuando Miguel Ángel Rodríguez empezó a divulgar que la fiscalía había ofrecido a Alberto González un pacto en relación con su supuesto fraude fiscal. El periódico El Mundo, sin molestarse en abrir la ventana para ver si llovía o no, publicó como noticia lo que el asesor de Ayuso propagaba, pero, como el señor Rodríguez ha reconocido en sede judicial, fue exactamente al revés: el abogado del novio de Ayuso propuso mediante correo electrónico un acuerdo el 2 de febrero.
Es lógico sacar como conclusión que la propuesta de pacto a la fiscalía equivale, por parte de González Amador, a reconocer el delito que se le atribuye, por lo que varios políticos y periodistas han dejado de referirse al mismo como supuesto, sustituyendo ese adjetivo por confeso. Esto no ha gustado al empresario, que está denunciando a diestro y siniestro, embarrándolo todo para que nadie se centre en lo importante: defraudó, supuestamente, 350.951 euros a Hacienda con una trama de facturas falsas y empresas pantalla, y estaba dispuesto a llegar a un acuerdo con la fiscalía.
Como si esto no fuese ya suficiente, está siendo investigado el fiscal general del Estado por filtrar desde su departamento el correo de febrero que demostraba que toda la trama del pacto era una burda mentira para desviar la atención. De momento, no han encontrado pruebas, pero sí están consiguiendo marcar la agenda. Hay que reconocer, con deportividad, el talento de Miguel Ángel Rodríguez para la manipulación y la comunicación política.
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