In Your Head. El Zombie que nos habita
Guerras e Infancia: Alegato por la Paz y la no Violencia

Daniel J. Marcos Fortes
Warrington, Reino Unido.
Marzo del 93. Víspera del Día de la Madre.
Jonathan Ball y Tim Parry, de tres y doce años, jugaban en la calle, iban a comprar un regalo para sus madres o paseaban bajo el gris cielo británico en aquella mañana de sábado.
Lo que nunca pasó por sus cabezas era que aquel día ambos morirían a manos del IRA.
Los troubles pintaron las calles irlandesas de sangre fraternal durante años, derramada en nombre de un mismo Dios que era entendido de forma diferente por católicos y protestantes; diferentes iglesias con una misma misión: manipular las cabezas de los más jóvenes para hacer enraizar sus propios intereses políticos y económicos que estos mismos jóvenes llevarían por bandera a la hora de matar.
¿Pero no hablan todas las religiones de paz? ¿De amar al prójimo como a uno mismo? ¿Por qué olvidan estos valores cuando las usan para matar en nombre de Dios?
Si algo es seguro es que ningún Dios, se llame como se llame, querría ver a un niño o niña morir y mucho menos en su nombre. Aquel marzo del 93, los Troubles llegaron un paso más allá y cruzaron una línea roja cuando el IRA, queriendo aumentar la presión política, hizo estallar dos bombas cerca de un centro comercial que acabaron con las vidas de aquellos niños.

¿Por qué murieron Jonathan y Tim aquel fatídico día de 1993?
¿Y por qué tienen que seguir muriendo, día tras día, más de treinta años después, niños y niñas inocentes a lo largo y ancho del mundo?
Porque somos zombies.
Aquel atentado inspiró uno de los mayores himnos de la historia de la música; un himno inmortal y atemporal que suena en la voz de la difunta Dolores O’Riordan, de The Cranberries. Un himno que habla de dolor y silencio, de llanto y vacío, de corazones rotos de madres que no podrán volver a sonreír, de infancias robadas, de tanques y bombas, de empatía y lucha, y de cómo los seres humanos seguimos equivocándonos y tropezando continuamente con la misma piedra, convirtiéndonos en zombies: seres carentes de emociones, de sentimientos, de pensamiento, que solo desean matar guiados por sus pulsiones, que harían lo que fuera para conseguir su objetivo y que, cegados por ideologías y fundamentalismos, se convierten en peones de sus instintos.
¿Está todo perdido?
¿La humanidad está destinada a destruirse a sí misma?
¿Dejaremos que los zombies se coman nuestro cerebro y nos convertiremos en uno más de ellos?
Las muertes de militares y, sobre todo, de civiles en cualquier guerra dejan cicatrices profundas que tardan muchos años en dejar de supurar, pero no todo está perdido.
Hoy, 30 de enero, se celebra el Día de la Paz y No Violencia Escolar. En cada escuela se hacen actos para tratar de inculcar en los más pequeños, que tienen el futuro de nuestro país y de nuestro mundo en sus manos, unos valores basados en el respeto, la igualdad, el amor y la paz. Mediante canciones, diferentes performances, creaciones de murales y cualquier tipo de manifestación artística, desde el mundo educativo, se pretende que niñas y niños vean más allá de lo que se nos muestra en los medios de comunicación e Internet para hacerles entender que otro mundo en el que el horror de la guerra no sea el pan nuestro de cada día es posible y para mostrarles que hay caminos en la vida más allá de la violencia, de la maldad y de lo que ven, día a día, en las calles de sus barrios.
Se trata de poner el arte al servicio de la infancia como medio de expresión y de liberación, no solo para evadirlos de la realidad, sino para ayudar a que la comprendan y la transformen; como medio de rebelión, como bandera alzada contra la guerra y la opresión, canalizador de energía y fuente de creatividad, y catarsis del propio género humano. Tal y como hizo Dolores al componer Zombie.
El arte como vida y al servicio del futuro y como símbolo de infancia e inocencia.
Infancias e inocencias que fueron robadas aquel marzo de 1993 por zombies sin escrúpulos y que son robadas a cada instantes en lugares no tan remotos como nos hacen creer en conflictos que parecen lejanos, pero cuyas raíces nos conectan como humanidad, y que seguirán siendo robadas por reafirmación territorial, falsa sensación de seguridad, desconfianzas, tensiones políticas y, sobre todo, porque “poderoso caballero es Don Dinero”.
No seamos zombies y entendamos que a pesar de las diferencias, todos estamos hechos de sangre, carne y hueso; y que nunca habrá un motivo tan grande por el que un ser humano debiera morir a manos de otro.
Despertemos ahora que aún estamos a tiempo, no miremos para otro lado ante muertes injustas en crueles guerras y contiendas.
Pintemos nuestras manos de blanco, como hoy tantos niños y niñas hacen en sus colegios, y alcémoslas al cielo por la paz y por el rechazo más absoluto hacia cualquier tipo de violencia.
Creamos que otro mundo es posible y que, como dijo John Lennon en otro gran himno, solo tenemos que imaginarlo.
“Imagine all the people living life in peace…”