COLABORACIÓN
“Menos mundiales y más hospitales”
Desde que se inaugurara el Teatro del Rey en 1915, los bailes de carnaval se celebraban en este coliseo. Nada más terminar las fiestas de reyes, las distintas asociaciones culturales comenzaban a preparar sus bailes. Pero el Ayuntamiento comprobando la máxima afluencia y los muchos ceutíes que se quedaban fuera por no pertenecer a estas asociaciones creo lo llamado “Bailes Públicos”, donde no hacía falta ser socio de ninguna entidad.
Una persona que vivió aquellos carnavales y que desgraciadamente ya no está entre nosotros me contó de cómo eran esas fiestas, tuve la suerte hace muchos años de charlar durante numerosas tardes sobre aquellos carnavales y me relató cómo eran esos festejos de la Ceuta de los años veinte, me refiero a Doña Serafina del Olmo, madre de esa saga de grandes personajes de nuestro actual carnaval como son Mari Carmen, Lali y Javier Orozco.
Doña Serafina hace ya bastantes décadas me contó: “Eran una verdadera explosión de alegría e imaginación, así como de participación de todo el pueblo, la gente iba al mercado vestida de máscaras, los balcones estaban adornados con mantones, al igual que las carrozas que salían a recorrer las calles, con bellas mujeres ataviadas con sus mejores máscaras, ante una gran nube de serpentinas y confetis.
En las calles se empezaban a vivir los carnavales bastantes días antes y los establecimientos mostraban sus prensas, Barchilón con sus mejores telas de muaré, de raso, y los tules para los vestidos de noche. Casa Basado ni mostraba los trajes de noche y telas, la Favorita hacia otro tanto de lo mismo. Las murgas recorrían las calles con sus coplas desde media mañana hasta altas horas de la noche”.
A últimos de la década de los años veinte un hecho fue muy comentado entre las personas que presenciaban el paso de las carrozas y se vieron sorprendidas tal y como me lo contó doña Serafina del Olmo: “Estábamos asomados al balcón de casa (calle Camoens) y una gran carroza que imitaba un barco de guerra iba disparando salvas, se detuvo delante de nosotras y justo debajo sacaron una escalera y subieron a nuestra casa por el balcón, donde le preparamos unos pasteles y refrescos.
Y de las murgas te cuento que nunca tenían prisa por pasar delante de la gente, y cantaban a los transeúntes, y sobre todo, en los bares y cafeterías como el Bar King, el Café La Perla, Ambos Mundos, después pasaría a llamarse el Vicentino o el Hispania en pleno Rebellín… También me acuerdo de ese hombre que acompañaba a las murgas llamado el Postulante siempre dispuesto pasaba el calcetín o cazo, para recaudar algunas perras para seguir en otros carnavales y poder comprar los tipos.
Al tener la Ceuta de los años veinte calles estrechas, se organizaban verdaderos techos de serpentinas al cruzar las mismas de un balcón a otro, esta llegaba a cubrir toda la calle, a veces las serpentinas en el suelo llegaba a los tobillos y como dato curioso en los años veinte al caer la tarde sobre las seis y media un cañonazo desde la fortaleza del monte Hacho se daba y en estas fiestas era la señal de que a partir de esa hora no se permitía las máscaras con caretas, por un bando sacado al efecto por la autoridad militar”.
Tal y como nos contó la zona de la calle Camoens por su estrechez era uno de los puntos clave en la “bulla” carnavalera; lugar de encuentro entre los que iban al Teatro del Rey, a los bailes, y los que salían o iban al Casino Africano, Casino Militar o el Circulo Reformista en la Plaza de los Reyes.
En los carnavales de 1919 la agrupación de Teatro La Farándula, organizó un gran baile de carnaval el 27 de febrero, en el diario El Heraldo se pudo leer: “En su deseo de que el acto resulte con mayor brillantez posible ruega a los señores socios que a ser posible unifiquen sus disfraces de cuantas parejas quieran concursar, vistiendo las damas de Pierrette o Colombina y los hombres de Pierrot y que los colores serán negro amarillo por ser los colores simples y no sujetos por lo tanto a cambios en coloración”.
La sede de esta sociedad estaba ubicada en la calle Velarde, 21 y los bailes se celebraron en el recién estrenado (1915) Teatro del Rey.
Que mal llevan los dictadores la palabra libertad, es algo que les causa rechazo, pues eso, es lo que pasó tras la dictadura del general Primo de Rivera, y nuestras murgas tuvieron que “guardarse muy bien” desde 1923 de no molestar con sus coplas al poder establecido.
El Comandante general de Ceuta Manuel Montero en un bando que hizo publicar y distribuir por toda la ciudad en uno de sus artículos decía: “No se tolerará que las máscaras o murgas ofendan con coplas, aptitudes, frases o acciones a persona alguna”. Recordemos que el capitán General de Cataluña lanzó un manifiesto la noche del 13 al 14 de septiembre de 1923 en el que puso fin a la Constitución de 1876. Alfonso XIII le llamó a Madrid y la misma noche del 14 le encarga formar gobierno. El golpe de Estado se prolongará hasta finales de 1929. No fue un régimen fascista el que establece, sino más de carácter bonapartista; no de clase, de oligarquía. La burguesía delega el poder político, a cambio de mantener el económico, en el dictador.
Pero seguramente los autores de carnaval burlarían al bando y sus coplas continuaron satirizando todo aquello que el pasado año de 1923 fuera noticia y recorrer las calles, llenándolas de alegría y de imaginación, en una explosión incontrolada de libertad que ha sabido aglutinar perfectamente la esencia de esta fiesta universal: por unos días no hay límites, la única regla es el desenfreno, desaparecen los tabúes y las normas, y la libertad, la más completa expresión de la libertad, es lo que mejor define al carnaval.
También te puede interesar
Lo último
CULTURA
Los Viejos -y buenos- tiempos
Fútbol / Fase Previa de la Copa del Rey
(2-0) El Sporting cae eliminado de la Copa del Rey