Autor de murgas Roque Guerrero

Roque Guerrero. / FOTO ARCHIVO DE PACO SÁNCHEZ
Roque Guerrero. / FOTO ARCHIVO DE PACO SÁNCHEZ

Les puedo asegurar que si existe algo que identifique nuestro carnaval con las Murgas y si tuviéramos que nombrar a un autor este sería sin duda Roque Guerrero del Peñón, persona amante y sabedora de cómo hacer una copla para sus agrupaciones.

El nombre de Murga empieza a verse reflejado en los periódicos de la ciudad en la primera década de 1900, con este dato es fácil deducir que desde primero de siglo a las agrupaciones callejeras ceutíes se les denomine Murga, entendiendo a esta como un grupo de músicos que recorren las calles cantando coplas, que en general suelen ser similar a lo que hoy entendemos en el mundo del carnaval como cuplé y algunos temas más serio pasodobles, pero nunca las murgas interpretaban un popurrí. Los instrumentos eran laúd, guitarra y bandurria sin caja ni bombo, y los miembros de estas agrupaciones eran siete, con su inseparable postulante siembre acompañado de una caja de madera con una ranura en la parte superior para ir echando las “perras gordas” que los ceutíes les daban por cantarles alguna copla.

Los componentes de sus murgas variaban muy poco y cada año eran prácticamente los mismos, donde habría que destacar a Francisco Navarro que tocaba el laúd y la guitarra con maestría, de él salían los arreglos y la música de las coplas, otro miembro muy destacado era Enrique Lara, guitarrista, Juan Pozo, José Moreno y como postulante Eugenio encargado de pasar el calcetín y gritar aquello de “Primera parte una chica, segunda parte una gorda…”.

Ensayaban entre el patio de las gaseosas, propiedad de Alba, en el callejón del Lobo, y la calle la Estrella y el Patio de la Tahona, en la Plaza de Azcarate. Los diferentes grupos que saco Roque Guerrero y que iremos desgranando en próximos días fueron: Marineros en seco con los ases de la pantalla, Los representantes del yoyo, Los profesores del baile, Los jugadores del Golf, Los del Wonder-Bar y los Rumbitas mexicanos.

Tras la prohibición del carnaval, siguió reuniéndose con su grupo en la bodega que existía en el callejón del Lobo, “La Paloma”. Vivía próximo a ella donde estuvo hasta hace poco la marisquería Silva. La sabiduría de Roque nunca se apagó y mientras vendía sus dulces llamados “Monas” siempre se le podía escuchar alguna coplilla. En 1972, volvió a reunir a su grupo, a petición del gran historiador Alberto Baeza, para la elección de Maja de España que se celebraba en Ceuta en ese año.

Roque Guerrero. / FOTO ARCHIVO DE PACO SÁNCHEZ
Roque Guerrero. / FOTO ARCHIVO DE PACO SÁNCHEZ

Estas son las murgas que nos han llegado, pero a buen seguro, el grupo que capitaneaba Roque Guerrero sacaron otras muchas más agrupaciones. El motivo de no saber el nombre de las demás, es muy sencillo, estas agrupaciones no concursaban tan solo salían a la calle a cantar sus coplas de una forma anárquica sin programa establecido y en ningún diario de la época se les entrevistaba o se hacían eco del nombre de sus grupos.

En próximos días iremos desglosando todo este gran bagaje murguista de Roque Guerrero y recordar cómo fueron sus murgas y sus coplas, Todos estos nombres lo he podido saber gracias a la gentileza y gran ayuda de su hijo Eduardo Guerrero que me ha facilitado datos, fotografías y cuantas preguntas le he hecho siempre se ha ofrecido para colaborar en mis investigaciones.

Y también recordar a muchos ceutíes que recorrían el Rebellin, vestido impecable con un traje oscuro y palomita, se paseaba leyendo un periódico, Rebellin abajo, y ante los que tomaban copas en los veladores del Hispania, Royalty, Vicentino o Bar-King se paraba, dejaba de leer, le quitaba la copa y se la tomaba y seguía camino de otras mesas… Estaba claro que cuando subía el Rebellin su figura se tambaleaba de los caldos tomados a costa de los demás, pero nadie se molestaba ¡Era carnaval!

Otra máscara de aquellos años de nuestros abuelos era la que se presentaba en el mercado o donde hubiera muchas mujeres, vestido tan solo con un babi, unos leguis y un sombrero de paja, pero sin ropa debajo. Se hacia acompañar de un trompo, llamaba la atención explicando que era el mejor tirador de estos artilugios, cuando se agachaba para recoger el trompo se remangaba el babi dejando al descubierto sus partes “nobles”. Terminada detenido por la guardia de asalto pero a los pocos minutos era puesto en libertad y volvía a mostrar sus cualidades.

Las casas comerciales colaboraban con el carnaval regalando sus productos: Michelín, repartía balones, Constantino López y Nestlé, chocolatinas, y Casa Borras colocaba una cuba en plena calle Real e invitaba con un jarrillo a beber gratis. Muy populares eran los disfraces anónimos o “destrozona” que así se denominaba las máscaras que se vestían con lo primero que pillaban en casa, las calles se transformaban de máscaras y alegría, todo estaba permitido y reinaba el buen humor.

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