La Capilla de la Almadraba

Me encontré hace un par de días con mi amigo Juan Damián y le pregunté por la capilla y si ya estaban resueltas las cuestiones administrativas para levantarla en la nueva ubicación elegida: en ese leve promontorio frente al mar muy cerquita de la playa de la almadraba.

Es desesperante la falta de sensibilidad de los responsables técnicos en un asunto como este y, de paso, la incapacidad del Gobierno de España para sobreponerse frente a tanta burocracia.

Yo estoy seguro que la delegada del Gobierno está haciendo todo lo que puede, pero cuando el funcionario de turno se enquista, como si hubiésemos “topado con la iglesia” (que también… y aquí por desinterés, y que Dios me perdone… por si acaso), se precisa superar el obstáculo.

El mismo Gobierno que es capaz de fabricar una amnistía para delincuentes, una delegación de las competencias en materia de extranjería y una financiación singular para la Cataluña que ha cambiado de capital (Waterloo frente a Barcelona), podrá también autorizar por miles de razones (tantas como fieles a la virgen del Carmen) que en un sitio donde hasta hace poco existían ruinas de un viejo e inservible edificio, se levante un pequeño faro de esperanza.

Hay muchos técnicos que se han pronunciado en contra de la amnistía, la financiación y las nuevas competencias para Cataluña, pero el Gobierno parece haber encontrado la manera de superar esos obstáculos. Esto, en teoría debería ser más fácil porque, además de no contaminar ni usar la costa para intereses económicos particulares, se estaría protegiendo una cultura y una fe que sólo busca el bien de los demás y en ello no hay ni un ápice de egoísmo personal, ni de racismo, ni de insolidaridad.

Termino mi breve disertación con unos pocos versos que le dedico a nuestra capilla (porque es de todos los ceutíes)