Se venía avisando

Lo vivido en la jornada de este lunes en las instalaciones del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta no es más que la certificación de la inseguridad que vigilantes y profesionales que trabajan en las instalaciones vienen denunciando desde hace meses. Una situación límite que ayer se cobró un nuevo episodio por parte de uno de los residentes, provocando agresiones a todo el que se le cruzaba por el camino y que acabó con cuatro vigilantes de seguridad y la jefa de cocina siendo agredidos y necesitando asistencia médica, siendo necesaria la presencia de la Policía Nacional para detener a este conflictivo guineano que en apenas dos meses ha provocado varias situaciones agresivas y llenas de amenaza.
De todo ello es consciente el director del CETI, que en vez de adoptar medidas y velar por la seguridad de los profesionales que trabajan en las instalaciones, prefiere pasar página, proteger a los que incumplen las normas del centro y dejar vendidos a unos profesionales que “sienten miedo” cada vez que tienen que ir a trabajar como consecuencia de la “permisividad” y “trato de favores” que tiene el director con los residentes más conflictivos.
La situación es muy grave, pues ayer pudo ocurrir una verdadera tragedia si no llega a ser porque uno de los vigilantes consiguió reducir al agresor y engrilletarlo hasta que se personó la Policía Nacional. Por eso, se hace urgente que el director adopte medidas y se pronuncie ante unos hechos que no pueden quedar impugne y por el que no se puede dar el silencio por respuesta. Ya va siendo hora de garantizar la seguridad de los muchos profesionales que diariamente trabajan en las instalaciones del CETI para otorgar el mejor de los servicios a sus residentes.
Lo ocurrido ayer no es un caso aislado. Se trata de un nuevo episodio que atenta contra la seguridad de los vigilantes y los funcionarios que allí prestan servicio. Por eso, insistimos, el director debe dar la cara y tomar medidas contundentes. Los trabajadores lo único que piden es poder desarrollar sus funciones con las máximas garantías y la mayor de las seguridades. Algo que les corresponde y que, a día de hoy, continúan sin tener.