Un club de inversión para mover Ceuta

Ceuta necesita ideas frescas, inversión y un entorno donde emprender no sea un salto al vacío. Por eso, la iniciativa de PROCESA de poner en marcha un club de inversores es, sencillamente, una buena noticia. No solo por los 88.000 euros del contrato, ni por el envoltorio técnico del proyecto, sino por lo que representa: un intento serio de conectar capital con talento, algo que llevamos años echando de menos.
El ecosistema empresarial ceutí ha vivido demasiado tiempo a la sombra de las subvenciones públicas y sin un tejido inversor que acompañe a quienes quieren arriesgar y construir algo nuevo.
Que ahora se apueste por captar un millón de euros privados, crear una sociedad limitada y poner a funcionar un club profesionalizado, con formación, filtros de proyectos y seguimiento, suena —por fin— a planificación y ambición.
Habrá quien diga que esto es papel mojado si no aparecen los inversores. Y tendrán parte de razón: este tipo de iniciativas solo funcionan si hay compromiso real del sector privado. Pero hay que empezar por algo, y el hecho de fijar un umbral exigente —como ese millón de euros en aportaciones— es una forma de separar la voluntad del postureo. O se va en serio, o no se va.
Lo importante ahora es que la licitación no quede en manos inexpertas ni se pierda en burocracias. Hace falta una empresa sólida, con visión, que entienda Ceuta y sepa cómo mover los hilos del emprendimiento sin copiar modelos que no encajan aquí. Porque esto no va solo de poner dinero sobre la mesa, sino de crear confianza, red y oportunidades.
Si Ceuta quiere dejar de depender de otros para crecer, tiene que empezar a creer en sí misma. Este club de inversores es una oportunidad. Aprovechémosla.