La pregonera Isabel María Gutiérrez recorre el día a día de la Semana Santa
SOCIEDAD
Isabel María Gutiérrez ha sido la encargada de pregonar la Semana Santa 2025 en un acto que se ha celebrado este mediodía en el Teatro Auditorio Revellín
Con la solemnidad que imprimía la interpretación de una pieza de música de capilla, arrancaba este mediodía el pregón de la Semana Santa 2025 en el Teatro Auditorio Revellín. La encargada de pregonar este año la Semana de Pasión ha sido Isabel María Gutiérrez, una mujer muy ligada a esta celebración religiosa en Ceuta, a pesar de residir desde hace años en la Costa del Sol, y estrechamente vinculada a la Hermandad de El Valle, de la que llegó a ser hermana mayor.
“Respiras cristiandad en tu mirada y tus palabras; los hechos ahí están. Tu paso por las cofradías y hermandades de Ceuta no ha resultado desdeñable”. El pregonero del pasado año, Juan José Martín, presentaba con estas palabras a su sucesora, en la que destacaba su condición de “madre, cristiana y mujer comprometida”.
“Feliz porque tengo el gran honor de pregonar la Semana Santa de mi ciudad, acompañada de todos vosotros: creo que no se puede ser más afortunada, a pesar de la gran responsabilidad que supone estar aquí arriba”, describía la pregonera sus emociones, antes de dar paso, a modo de introducción,a una pequeña glosa sobre su vida relacionada con la Semana de Pasión caballa.
Gutiérrez dedicó un recuerdo especial a la parroquia de El Valle, con cuya comunidad compartió experiencias y fe durante años. “Fregando platos, así me involucré en mi pequeña, dulce y querida parroquia de El Valle en una cruz de mayo; era una gran familia que me acogió con mucho amor”, evocó la pregonera.
Gutiérrez construyó un pregón en el que recreó, de manera morosa y sosegada, cada uno de los días de la Semana Santa ceutí con referencia a todas las hermandades que recorren las calles de la ciudad durante estas jornadas. Este ejercicio de pausa e introspección se tradujo en una disertación que mantuvo atento y concentrado durante hora y media a un auditorio decidido a no abandonar sus asientos hasta la conclusión del pregón. La pregonera aprovechó su disertación para deslizar un mensaje antiabortista, ligada a una referencia a unas palabras atribuidas a la Virgen: "Palabras que hoy trasladamos a esas madres que abortan y niegan la vida a sus hijos; hermanos, defendamos la vida en todos los sentidos".
“Viene en un pollino, todo un signo, humildad, mansedumbre y paz, nada de briosos corceles, no quiere dominar con fuerza”. La exaltación de la Semana Santa elaborada por la pregonera comenzaba con el Domingo de Ramos y la salida de la Pollinica. Pero la Semana Santa continúa, demorada y lenta, como el pregón de este domingo en el Teatro Revellín.
Llegó el turno del Lunes Santo, con la procesión del Cristo de la Vera Cruz (“Tú eres el más hermoso de los hombres, eres la luz del mundo, la vida plena, felicidad y eterna gloria”) y el Medinaceli (“¡Oh, amado prisionero de amor, átame con tus cadenas, séllame con tu amor!”).
En este punto, Gutiérrez trajo a la mente de los presentes las imágenes evocadoras de una de las más solemnes citas de la Semana Santa: el encuentro entre Jesús Nazareno y la Virgen de la Esperanza. “María y Jesús se encuentran en el camino del dolor y la entrega, al ritmo de cornetas y tambores, y de costero a costero te mecen bajo tus pies, amado Nazareno”.
Las imágenes de la Semana Santa se sucedían acompasadas por el ritmo apaciguado y parsimonioso de la pregonera: el santo Cristo flagelado de la Amargura (“Yo ni a mirarte me atrevo al ver tu cuerpo mortificado”), la Virgen de la Caridad de la Hermandad de la Flagelación (“Tiene la cara morena, las lágrimas que le caen le van lavando sus penas”), el Santísimo Cristo de La Encrucijada (“Ya viene muerto en la cruz el redentor de los hombres”), el Cristo de la Humildad y Paciencia (“Con manto color púrpura, de espinas coronado, entre sus manos, como cetro, una caña y maniatadas manos”), el sagrado Descendimiento (“¡Oh, Santísimo Cristo del Buen Fin en su traslado al sepulcro, Ceuta está en oración, en hondo recogimiento!”), el Cristo de El Valle y María Santísima de la Piedad (“Viajamos en el tiempo, se anuncia la muerte del Santísimo Cristo de la Paz en los brazos de su madre”), el Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima del Amor (“Pero, madre, que bien acompañada vas del discípulo amado de tu hijo, Juan”), la Cofradía de los Remedios (“Apenados bajo las trabajaderas, a la voz del capataz palpitan los corazones de esa cuadrilla a costal”) y la del Santo Entierro (“Cristocamino del sepulcro por esta noble ciudad, se bambolea en su trono de esplendidez imperial”).
Y así, paso a paso, sin prisa, contenida, Gutiérrez alcanzó el Domingo de Resurrección. “La mañana del domingo es gozo de nuestro pueblo; acompañemos a Cristo en ese día tan señalado engalanamos balcones y plazas, que pasa la razón de nuestra esperanza”.
Para finalizar, Gutiérrez se despidió con un deseo, con la aspiración de haber causado algún tipo de conmoción emocional. “Me gustaría escuchar, más que nada: ¡Me has traído consuelo, ilusión y esperanza a mi alma”.
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