Ceuta y Melilla, teatro para el “espectáculo” de la inmigración

INMIGRACIÓN

Un artículo universitario sostiene que las dos ciudades autónomas son utilizadas como escenario para representar la llegada de migrantes como una amenaza

Intento de salto a la valla registrado en 2017/FOTO EL PUEBLO
Intento de salto a la valla registrado en 2017/FOTO EL PUEBLO

Imagine un auditorio a cuyas puertas se congregase una multitud deseosa de asistir a la representación teatral más exitosa de la temporada. El montaje, diseñado por el Estado, pone en escena la peripecia de quienes tratan de acceder desde los territorios más pobres del mundo a la próspera y democrática Europa. La trama se vale de recursos propios de los géneros del drama, la ciencia ficción y el terror, y quizás ahí radique la extraordinaria aceptación que le ha brindado el público.

Una obra de tal naturaleza adquiriría su sentido pleno solo si de entre todos los de la red de teatros europea los promotores de la obra eligieran un emplazamiento situado en las fronteras de Ceuta y Melilla para su representación. Un escenario levantado en el corazón de los límites de Europa en África.

“El espectáculo fronterizo como prisma analítico de la crisis permanente y de excepcionalidad en Ceuta y Melilla” es el título del artículo publicado por el profesor asociado en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Pompeu Fabra Lorenzo Gabrielli en la revista electrónica de geografía y ciencias sociales “Scripta Nova”, publicada por la Universidad de Barcelona.

Gabrielli, doctor en Ciencias Sociales por el Instituto de Estudios Políticos de Burdeos, es un investigador dedicado al estudio de las fronteras asociado al Centro Emile Durkheim.

En su artículo, el autor propone una tesis audaz: las fronteras de Ceuta y Melilla constituyen emplazamientos privilegiados para la representación del “espectáculo fronterizo” a través del cual el Estado escenifica su respuesta al fenómeno migratorio. Las dos ciudades autónomas atraerían el foco de los procesos migratorios aun cuando una mirada atenta advertiría de que, en realidad, el grueso de las entradas irregulares del país las protagonizan extranjeros a quienes han caducado los visados de turismo. “Los dos enclaves constituyen un observatorio privilegiado para analizar algunas de las dinámicas que caracterizan los procesos contemporáneos de fronterización (…) las vallas juegan un papel central ya que transforman el paisaje fronterizo en términos visuales, funcionales e, incluso, éticos”, escribe Gabrielli.

Al cabo, y según la tesis del autor, convertir en espectáculo de consumo para la opinión pública las entradas de migrantes en Ceuta y Melilla busca justificar el carácter de excepcionalidad que se pretende para estos dos territorios. Según Gabrielli, la intención es la de presentar el fenómeno migratorio en ambas fronteras como una situación de crisis permanente que constituye una amenaza contra la que es preciso adoptar medidas. “El espectáculo fronterizo es una pieza clave para justificar el enfoque en término de ‘crisis migratorias’ y, así, para legitimar y normalizar las respuestas políticas excepcionales frente al movimiento de personas”, sostiene el autor.

La voluntad del Estado sería, según la tesis sostenida en el artículo, la de normalizar esta excepcionalidad mediante su incorporación a las prácticas de la rutina burocrática administrativa de las fronteras. Las vías para satisfacer este objetivo serían las de suavizar en estos territorios de las obligaciones que impone la ley y la de legalizar medios y prácticas que antes podían considerarse inaceptables. Gabrielli pone como ejemplos la legalización de las devoluciones en caliente y la merma del respeto al derecho de asilo.

El uso del léxico resultaría fundamental, a juicio del autor, para el éxito de esta “representación” del fenómeno migratorio. Metáforas como las de “avalancha” o “asalto” contribuirían a forjar a construir el “espectáculo fronterizo”, empeño que no solo cabe atribuir a las narrativas políticas sino también a las que pergeñan los medios de comunicación.

Un léxico que alimenta más el sentimiento de amenaza que el de empatía. “La iconografía hegemónica del espectáculo migratorio representa cuerpos racializados, principalmente varones, en grupos numerosos y con caras no reconocibles (…) un elemento iconográfico que enlaza directamente con el imaginario colectivo del ‘otro’, heredado de la época colonial y de la esclavitud, argumenta Gabrielli.

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