Ceuta respira, pero no olvida

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Ceuta respira aliviada. Por fin, el Congreso ha aprobado la reforma del artículo 35 de la Ley de Extranjería para obligar a las comunidades autónomas a arrimar el hombro cuando una localidad esté desbordada por la llegada de menores migrantes. Una medida de justicia territorial que llevaba años reclamándose desde los dos únicos territorios que soportan en primera línea las consecuencias más crudas de la presión migratoria: Ceuta y Canarias. Se trata de un paso importante, aunque llega tarde y forzado por la emergencia.

La nueva redacción del artículo 35 no soluciona todos los problemas, pero sí supone un cambio de rumbo. Gracias a ella, más de 400 menores tutelados en Ceuta y otros 4.000 en Canarias podrán ser repartidos entre otras comunidades, lo que aliviará de forma significativa la sobrecarga que soportan los recursos de protección de la infancia. Era necesario y, sobre todo, era justo. Porque cuando hablamos de niños y niñas que huyen de la pobreza o la violencia, la respuesta no puede depender de la buena voluntad o del color político de cada autonomía.

Sin embargo, conviene no olvidar que esta reforma llega tras muchos años de parálisis institucional, de mirar hacia otro lado y de cargar el peso exclusivamente sobre dos territorios que, con recursos muy limitados, han hecho lo que han podido. Ceuta ha gritado muchas veces en el desierto, y solo cuando el problema ha amenazado con desbordarlo todo, el Estado ha reaccionado. Esa falta de previsión y coordinación debería hacer reflexionar a más de uno.

Ahora toca vigilar que el cumplimiento de esta ley no quede en papel mojado. Que el reparto se haga con criterios justos, solidarios y transparentes. Que se garantice la atención integral a estos menores en todo el país, sin convertirlos en moneda política ni estigmatizarlos como una carga. No son cifras: son personas. Y una sociedad que presume de democrática y solidaria no puede permitir que su infancia —sea de donde sea— se convierta en víctima del abandono institucional. Hay quien insistirá en que estos menores deberían regresar con sus familias, pero también debemos recordar que eso ya se intentó y todo el mundo sabe como acabó.

Ceuta, hoy, puede respirar. Pero no debe olvidar. Y tampoco debe conformarse. Esta reforma es solo un primer paso. Ahora toca exigir recursos y coordinación real.

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