Discursos de odio: un yoga del oprobio

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El 6,6% de los discursos de odio reportados en marzo por el Observatorio Español de Racismo y Xenofobia (Oberaxe), dependiente del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, tuvieron por víctimas a los niños y adolescentes extranjeros que a día de hoy tutelan las autoridades ceutíes y canarias. Todos estos mensajes estaban preñados de invectivas contra la distribución de estos menores entre las distintas comunidades autónomas promovida por el Gobierno central.

Al mismo tiempo, el Oberaxe ha constatado un incremento de los discursos de odio religioso dirigidos contra la comunidad musulmana durante la celebración del mes de Ramadán.

Hubo un tiempo en que odiar constituía un ejercicio cuya práctica requería una inversión de tiempo nada desdeñable y un gasto de energía que, en no pocas ocasiones, acababa por disuadir a quienes su inclinación invitaba a conducirse tan mezquinamente. El que odiaba se veía obligado a dedicar esfuerzos agotadores a socavar la reputación de su víctima y mancillar su nombre, una tarea que forzaba al ruin a pasar las noches pensando de claro en claro cómo hacer la vida imposible al objeto de su envidia y su desprecio.

La irrupción de las redes sociales ha venido a democratizar la industria del odio, antaño reservada a los más laboriosos de entre los más mezquinos. Odiar a otros resultaba extenuante y, a la postre, escasamente eficaz: la falta de medios para la difusión de sus atrabiliarios mensajes y sus infundios acababa por hacer desistir a los miserables menos vocacionales. Solo los más pertinaces perseveraban en su infamia.

Hoy, todo ha cambiado. Destilar odio resulta una ocupación que no exige sacrificios, apenas ocupa unos minutos y no perturba los hábitos nocturnos de quien la profesa. Incluso habrá quien encuentre en este quehacer una manera de relajar las tensiones cotidianas, algo así como un yoga del oprobio.

Insultar a un niño, señalar a un extranjero o menoscabar la dignidad de una persona homosexual está al alcance de cualquiera. Plataformas como X, YouTube o Facebook le ayudarán en el empeño.

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