La igualdad no se declama, se construye

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Que en pleno 2025 sigamos necesitando foros como el celebrado en las Murallas Reales para hablar de igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito empresarial no es, en sí mismo, una mala noticia. Lo preocupante sería que dejáramos de hacerlo creyendo que todo está ya conseguido. Por eso, que más de quince profesionales se hayan sentado a debatir, reflexionar y proponer sobre la brecha de género en el empleo es una señal de que seguimos despiertos. Porque sí: la igualdad jurídica existe, pero la real, la de todos los días, aún se resiste.

El mensaje fue claro y transversal: la igualdad no es solo cosa de mujeres. Los hombres también tienen un papel fundamental en este camino, y más aún si lo ejercen desde la honestidad emocional y la empatía. Porque no hay una única forma de ser hombre, como no hay una sola forma de liderar o cuidar. Que un hombre llore o diga “te quiero” a un amigo no lo hace menos, lo hace más libre. Que una mujer dirija una multinacional o un proyecto de éxito no debería ser excepción, sino parte del paisaje habitual.

Las intervenciones durante las mesas redondas dejaron en evidencia que el camino está trazado: hay programas, hay fondos, hay ideas. Lo que falta muchas veces es voluntad, es compromiso sostenido en el tiempo. Porque no se trata solo de llenar informes o colgar pancartas cada 8 de marzo. Se trata de garantizar que una mujer no tenga que renunciar a una oportunidad profesional por falta de conciliación o que no cobre menos por el mismo trabajo. Se trata de mirar las estadísticas y no conformarse.

La consejera Nabila Benzina lo resumió bien: hablar de mujer y empleo es hablar de justicia social. Y esa justicia no se logra desde la comodidad, sino desde el esfuerzo compartido. Por eso es clave que eventos como este primer Foro de Mujer y Empleo no se queden en un bonito gesto institucional, sino que se conviertan en rutina. En espacios donde se escuche, se proponga y, sobre todo, se actúe.

Ceuta tiene mucho que ganar si hace de la igualdad una bandera real, no decorativa. Porque una ciudad que apuesta por el talento sin etiquetas, que apoya a sus mujeres sin prejuicios, y que invita a los hombres a implicarse desde la corresponsabilidad, es una ciudad que avanza con paso firme. Y ojalá que, como dijeron en el foro, este sea solo el primero de muchos. Porque de hablar, ya sabemos. Ahora toca hacer.

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