EDITORIAL
Día histórico en Ceuta
Que incitar al odio hacia toda una comunidad religiosa en redes sociales calificándolos de borregos por manfiestarse pacíficamente por la paz en una tierra donde ya han muerto más de 50.000 personas es deplorable no lo dudamos, pero reaccionar devolviendo el mismo odio multiplicado por cien al polemizador no es mucho más ejemplar. Con la docente que ridiculizó en su Facebook la marcha por el fin de la masacre en Palestina están practicando el ojo por ojo, diente por diente. Además, de forma desproporcionada. Ejercicio que dista mucho del derecho a la humanización, la dignidad y la vida reclamados el pasado viernes desde el Príncipe Alfonso hasta la Gran Vía.
Por reprobables que fueran las ofensas vertidas por la maestra (disfrazados en la denostada libertad de expresión), no justifican el aluvión de amenazas y repulsivas barbaridades que ha recibido la mujer sobre sí misma y su familia en redes sociales. Es curioso que los mismos que llaman “puta” o desean “el cáncer más mortal” a la docente defiendan sus agravios aludiendo al mismo argumento que usó la maestra al criticar a los manifestantes: la libertad de expresión. Con la responsabilidad que nos confiere esta plataforma llamada periódico creemos fundamental recordar que, si pretendemos mantener nuestra convivencia democrática, debemos dejar de resguardarnos bajo el mantra abstracto de la libre opinión para promulgar intolerancia, odio y miedo.
Miedo el que sienten los padres y madres musulmanes de Ceuta al leer que una potencial maestra de sus hijos llama “borregos” a personas que, bajo el compromiso con las víctimas de una matanza, salen a la calle a suplicar que se detengan las balas y se alimente a los niños. Recordemos que la referida docente finaliza su alegato con un “qué rápido lo solucionaba yo”, comentario que, con razón, a muchos les suena a amenaza.
Pero miedo también siente ella ahora, tras recibir centenares de comentarios hirientes, vejatorios, humillantes para ella, pero también para su hijo, menor de edad, de quien han llegado a tomar una foto y editarla para simular que su cara se llena de sangre.
No se puede pedir paz por Palestina en la calle y amenazar de muerte a una desconocida a través de las redes un día más tarde.
Frente a la intolerancia, perdón, respeto y paz.
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