EDITORIAL
Día histórico en Ceuta
La celebración del Primero de Mayo en Ceuta ha vuelto a evidenciar una realidad que debería invitar a la reflexión: la escasa respuesta ciudadana a la convocatoria sindical. Apenas 200 personas participaron en la manifestación que recorrió el centro de la ciudad, un número que contrasta con la magnitud de las reivindicaciones planteadas y con el simbolismo histórico de una jornada que representa la lucha por los derechos laborales.
Mientras los sindicatos insistían en mensajes de calado —como la necesidad de actualizar convenios colectivos, extender el plus de residencia o apoyar la reducción de la jornada laboral—, muchos trabajadores optaban por dedicar el día a descansar, disfrutar en familia o aprovechar el puente para salir de la ciudad. Este comportamiento, cada vez más habitual, parece confirmar que el Primero de Mayo ha perdido parte de su capacidad de movilización real, al menos en Ceuta.
No se trata de cuestionar la legitimidad de las demandas sindicales ni su importancia, sino de constatar un evidente desapego entre las cúpulas sindicales y la base social que supuestamente representan. Si las calles no se llenan, si la llamada a la acción no encuentra eco, quizás sea momento de que los sindicatos se pregunten por qué. ¿Están conectando con las verdaderas preocupaciones de los trabajadores? ¿Responden sus formas y discursos a los tiempos actuales?
Los lemas, las pancartas y los discursos mantienen una retórica clásica que, aunque bien intencionada, puede sonar lejana para una parte de la ciudadanía, y es que este desinterés por movilizarse puede estar hablando más de una crisis de representación que de apatía política o social.
Revisar estrategias, actualizar lenguajes, abrir espacios de participación más amplios y efectivos... Tal vez ese sea el camino para que el Primero de Mayo vuelva a ser lo que fue: una cita ineludible para miles de trabajadores conscientes de que sus derechos se conquistan también en la calle.
Porque mientras haya motivos para luchar, habrá razones para manifestarse. Lo que falta, quizás, es que alguien vuelva a convencer a la mayoría de que vale la pena hacerlo.
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