Cuando el sindicalismo olvida su verdadero propósito: Servilimpce

Juan Gutiérrez
En toda organización laboral, el diálogo social debería ser el camino natural para seguir avanzando en derechos, resolviendo conflictos y construyendo más entornos justos. Sin embargo, cuando algunas organizaciones sindicales se desvían de ese camino para abrazar el ruido, la confrontación y peor aún, la venganza personal, no solo dañan la imagen de la empresa, sino que también traicionan la confianza de los propios trabajadores/as que en su día depositaron su voto de confianza en ellos.
Y esto es lo que precisamente viene ocurriendo con la empresa Servilimpce.
Servilimpce lleva durante meses en el punto de mira de un reducido, pero ruidoso, grupo sindical que parece tener una agenda muy alejada de la mejora real de las condiciones laborales.
La crítica constante y el ataque público sistemático no parecen motivados por irregularidades documentadas o demandas legítimas, sino por un interés en mantener una tensión artificial que les garantice visibilidad, poder interno e intentar ganar afiliación confundiendo a los trabajadores/as. “Atrás quedó el diálogo y las negociaciones con la empresa, lo de los medios de comunicación o interponer una denuncia ante la inspección, era siempre la última opción, que después de haber ejercido más de 20 años como Comité de Empresa, funcionaba”. Pero lo más grave, es el uso del sindicalismo como herramienta de castigo personal contra ciertos trabajadores/as de la plantilla, concretamente de la administración.

Cuando una parte del sindicalismo cae en el señalamiento, el acoso indirecto o la exclusión de compañeros por no compartir su línea ideológica o por no someterse a sus prácticas, deja de ser un actor defensor de derechos y se convierte en fuente de división. En ese escenario, lo que debería ser un canal de mejora colectiva, se transforma en un espacio tóxico que empobrece la convivencia laboral.
Siempre he demostrado una disposición clara al cumplimiento, al diálogo y a la mejora de todos y cada unos de los trabajadores/as, y me consta que esto no gusta a algunos de los que se hacen llamar “sindicalistas”, los que se nutren del conflicto constante a campañas injustas y por supuesto, motivados por intereses personales.
Por ello creo que es el momento de quienes verdaderamente creen en el valor del sindicalismo y levanten la voz contra estas prácticas destructivas. Porque ni el ruido, ni la confrontación gratuita, ni la venganza pueden construir un entorno laboral justo, y porque proteger a los trabajadores, también es defenderlos del uso político e interesado de sus derechos.
Termino dirigiéndome a todos los trabajadores/as de Servilimpce para que reflexionen sobre su voto en las próximas elecciones sindicales.
Nos jugamos mucho.